Diez a?os del 15-M: De la doctrina al cuidado
Ocurri¨® algo que no estaba en el guion: Podemos desafi¨® a los partidos convencionales en el terreno electoral. Con alcald¨ªas como las de Madrid y Barcelona, el activismo de la generaci¨®n de la crisis del 2008 tocaba poder
En las Navidades de 2010, un veterano diplom¨¢tico franc¨¦s, St¨¦phane Hessel, public¨® Indignez-vous, un libro que tuvo un inesperado ¨¦xito de ventas y dio nombre a la revuelta de los indignados que, en 2011, se propag¨® por toda Europa. En Espa?a, la fecha del 15-M, en que se convocaron manifestaciones en 58 ciudades y miles de manifestantes acamparon en la Puerta del Sol de Madrid, ha quedado como momento fundacional de aquella movida. En Barcelona, la plaza de Catalunya ser¨ªa ocupada el 27 de mayo. Y el 15 de junio tendr¨ªa lugar el cerco del Parlament. Eran los efectos de la crisis econ¨®mica de 2008 que puso en evidencia los estragos de la revoluci¨®n neoliberal y sus consecuencias demoledoras sobre las nuevas generaciones. El paro alcanz¨® en Espa?a el 21%. Y el 43% de los j¨®venes no ten¨ªan acceso al trabajo. Se desmoronaba una sociedad sometida a control por la v¨ªa de la indiferencia en una cultura que pretend¨ªa reducir el ciudadano a simple sujeto econ¨®mico. Se cerraba el ciclo abierto en 1979 con el acceso de Margaret Thatcher al poder en el Reino Unido y la publicaci¨®n de La condici¨®n posmoderna de Jean Fran?ois Lyotard.
En Europa, la izquierda griega de Syriza fue literalmente asfixiada por la Uni¨®n EuropeaEn Europa, la izquierda griega de Syriza fue literalmente asfixiada por la Uni¨®n Europea
Aquellas movilizaciones hay que enmarcarlas por tanto en un contexto de crisis global, en el que se integran tambi¨¦n fen¨®menos como las primaveras ¨¢rabes, que si fueron capaces de tumbar alg¨²n Gobierno, no han tenido, en general los efectos transformadores que se esperaban. En Europa, la izquierda griega (Syriza), llegada al poder en el momento m¨¢s extremo de las medidas radicales de austeridad, fue literalmente asfixiada por la Uni¨®n Europea.
En Espa?a, mientras los movimientos derivados del 15-M se mantuvieron al margen de la pol¨ªtica institucional, aunque algunos poderes las ve¨ªan con recelo, se asumieron como parte del paisaje social. La sorpresa lleg¨® cuando ocurri¨® algo que no estaba en el guion: Podemos desafi¨® a los partidos convencionales disput¨¢ndoles el poder en el terreno electoral. En tiempo r¨¦cord, irrumpieron en las elecciones europeas (2014), el mismo a?o en que el independentismo catal¨¢n dio el primer aldabonazo (consulta del 9-N), conquistaron importantes cuotas de poder municipal (2015), y llegaron al Gobierno de Espa?a (2020).
Con alcald¨ªas como las de Madrid y Barcelona, de la mano de Podemos y sus aliados, el activismo de la generaci¨®n de la crisis de 2008 tocaba poder, con un PP asfixiado por los casos de corrupci¨®n y un PSOE en crisis de relevo generacional. En vez de celebrar la capacidad de integraci¨®n del sistema, los sectores conservadores pusieron a Podemos en el punto de mira. Predomina, no solo en el PP, sino tambi¨¦n en el espacio socialista una concepci¨®n muy estrecha de la democracia, como un sistema corporativo en el que dos partidos tendr¨ªan el monopolio del poder y a los dem¨¢s les corresponder¨ªa un papel estrictamente decorativo o subalterno.
El movimiento puso en evidencia el anquilosamiento del r¨¦gimen del 78 y abri¨® una agenda de renovaci¨®nEl movimiento puso en evidencia el anquilosamiento del r¨¦gimen del 78 y abri¨® una agenda de renovaci¨®n
De modo que la democracia no se valora por su capacidad inclusiva, sino todo lo contrario: por mantener a distancia a todo aquel que ose llamar a la puerta del bipolio del poder. S¨®lo la osad¨ªa ¡ªo el oportunismo t¨¢ctico¡ª de Pedro S¨¢nchez ha roto este tab¨². Y bien que se le est¨¢ reclamando desde su propia casa que vuelva al orden establecido. Del sistema de intereses simple del capitalismo industrial hemos entrado en una fase m¨¢s compleja en que es l¨®gico que suenen voces muy distintas. Pero los poderosos son, por definici¨®n, partidarios de simplificar.
Para gente formada en la cultura de la militancia y la contestaci¨®n no fue f¨¢cil el tr¨¢nsito: la distancia entre la doctrina y la vida, entre la promesa y la realidad exig¨ªa una adaptaci¨®n que no todos supieron asumir. La coincidencia entre el d¨¦cimo aniversario del 15-M y la salida de Iglesias de la pol¨ªtica invita a hablar de final de etapa. El 15-M puso en evidencia el anquilosamiento del r¨¦gimen del 78, los estragos de la crisis y abri¨® una agenda de renovaci¨®n, pero la dificultad (agravada por la pandemia) de afrontar los retos que ellos mismos se hab¨ªan marcado fue degradando su imagen. Y, como ha ocurrido en otros pa¨ªses, la demagogia de la derecha reaccionaria ha arrastrado a sectores populares que parec¨ªa que deb¨ªan ser sensibles a sus mensajes. Si la izquierda quiere sobrevivir al fin del ciclo abierto el 15-M ha de ser desde una cultura del cuidado y la atenci¨®n, es decir, del trato a los ciudadanos como sujetos y no como s¨²bditos, que es lo que distingue a la democracia del autoritarismo. Saber escuchar y pasar del adoctrinamiento al reconocimiento. Feminismo y ecologismo saben algo de ello.
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