15-M: esperanzas frustradas
Diez a?os despu¨¦s, persiste la precariedad juvenil y la desconfianza en los partidos
El d¨¦cimo aniversario del 15-M debe servir a la sociedad espa?ola como sonoro recordatorio de que los problemas sociales que el emblem¨¢tico movimiento coloc¨® en la agenda pol¨ªtica siguen vigentes. Algunos de ellos, desgraciadamente, incluso han empeorado. El fracaso de Espa?a al ofrecer un horizonte razonable de expectativas materiales y emocionales a la juventud es un hecho end¨¦mico dif¨ªcil de explicar ¡ªimposible de comprender para quienes lo sufren¡ª. Aunque es necesario alejarse de posiciones fatalistas o condescendientes, lo cierto es que tras diez a?os de cambios pol¨ªticos profundos en el sistema, que acabaron con el bipartidismo y renovaron generacionalmente a toda la c¨²pula del poder pol¨ªtico ¡ªincluida la Monarqu¨ªa¡ª, el pa¨ªs a¨²n no se ha tomado en serio este desaf¨ªo.
A pesar de que los reclamos de los indignados se articularon especialmente en torno a demandas de profundizaci¨®n democr¨¢tica, su expresi¨®n generacional visibiliz¨® la precariedad de una juventud muy marcada por la gran recesi¨®n de 2008. La crisis del coronavirus vuelve a golpear con especial crudeza sus expectativas. Si el 15-M hace diez a?os levant¨® acta del hecho de que los j¨®venes vivir¨ªan peor que sus padres y de que la movilidad y el ascenso social resultaba muy dif¨ªcil para ellos, la situaci¨®n actual es en varios aspectos peor que entonces. Esta cicatriz se resume en que cuatro de cada diez j¨®venes est¨¢ desempleado; el resto, en gran parte, son subempleos o trabajos a tiempo parcial. Sus sueldos son m¨¢s bajos que hace una d¨¦cada y el porcentaje de j¨®venes que vive con sus padres tampoco ha dejado de crecer desde 2010. Espa?a no ha atendido adecuadamente esta lacra.
En el apartado del sistema de partidos s¨ª se han producido cambios, aunque lamentablemente con un balance de conjunto insatisfactorio. El estallido del movimiento propici¨® una transformaci¨®n del marco pol¨ªtico y la canalizaci¨®n de un descontento social, en su d¨ªa encauzado institucionalmente sobre todo por Podemos y su l¨ªder Pablo Iglesias. Podemos promovi¨® una nueva reflexi¨®n sobre la democracia y el deterioro de sus instituciones, y abri¨® la ventana de oportunidad para la entrada de otro partido en la escena nacional como Ciudadanos, m¨¢s vinculado a las ¨¦lites. La formaci¨®n de Albert Rivera adopt¨® la bandera de la regeneraci¨®n pol¨ªtica, transparencia, y democracia interna de los partidos. Pero tanto ¨¦l como Iglesias dirigieron sus formaciones con mano de hierro; aunque consiguieron exportar a las fuerzas pol¨ªticas tradicionales mecanismos como elecciones primarias o dispositivos similares para la selecci¨®n de sus ¨¦lites, es dudoso que esos instrumentos hayan sido ¨²tiles en lo que se propon¨ªan, esto es, incrementar la calidad democr¨¢tica de los mismos.
Ambos partidos han sido ¨²tiles para dar repercusi¨®n a malestares justificados, como la denuncia de procesos endog¨¢micos de selecci¨®n de ¨¦lites, el tap¨®n generacional que imped¨ªa el acceso a nuevos liderazgos, la par¨¢lisis de un sistema pol¨ªtico ante el aumento de la desigualdad y de la extendida corrupci¨®n. Pero, desafortunadamente, se han logrado avances solo parciales en estas ¨¢reas.
A la vez, el sistema hoy est¨¢ m¨¢s polarizado, en parte por el cruce de caminos entre democracia y populismo que Podemos activ¨® de forma irresponsable, y la incomprensible negativa de Rivera a ejercer como partido de centro. No solo: diez a?os despu¨¦s de la aparici¨®n de esa demanda de regeneraci¨®n y nueva representaci¨®n, el 90% de los espa?oles dice desconfiar de los partidos pol¨ªticos, seg¨²n el Eurobar¨®metro. Una se?al muy grave.
El 15-M supuso un punto de inflexi¨®n en la vida pol¨ªtica de este pa¨ªs. Pero el cambio que impuls¨® ha fallado, en gran medida, en la tarea de atender reivindicaciones leg¨ªtimas. Har¨¢ bien el sistema en reconsiderar esos fallos, esa desconfianza hacia la pol¨ªtica, ese abandono de las generaciones j¨®venes. Por sentido de justicia hacia los m¨¢s desfavorecidos y por el bien y la estabilidad del sistema.
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