Cargos y partidos
Muchos creemos que habr¨ªa que profesionalizar la gesti¨®n p¨²blica m¨¢s. Una medida ser¨ªa que las direcciones generales estuvieran ocupadas por funcionarios seleccionados por concurso de m¨¦ritos
Hay muchos motivos para llegar a un acuerdo de gobierno, al menos medio millar. En Catalu?a hay unos 500 cargos p¨²blicos cuyos nombramientos dependen del Govern: consellers, secretarios generales, directores generales, delegados, asesores o directivos de empresas o agencias p¨²blicas. Suponen m¨¢s de 50 millones de euros en sueldos, pero su importancia real es muy superior, pues un director general ¡ªyo lo fui¡ª tiene una capacidad de gesti¨®n considerable y una influencia innegable en los sectores p¨²blico y privado sobre los cuales proyecta su actividad ¡ªen mi caso fueron las asociaciones y las fundaciones catalanas. Muchos creemos que habr¨ªa que profesionalizar la gesti¨®n p¨²blica mucho m¨¢s de lo que ya lo est¨¢. Una medida obvia ser¨ªa que las direcciones generales de los departamentos estuvieran ocupadas por funcionarios seleccionados por concurso de m¨¦ritos. Ocurre en pa¨ªses como Italia, una naci¨®n sobre la que a veces se dice que funciona sola, a pesar de la inestabilidad de sus gobiernos. Funcionar lo hace, pero no sola: sus funcionarios no dependen del gobierno de turno porque gestionan niveles equivalentes a los de nuestras direcciones generales.
Ning¨²n partido pol¨ªtico catal¨¢n tiene inter¨¦s sincero en limitar su poder sobre las administraciones p¨²blicas
Esto mismo tambi¨¦n lo ha propuesto recientemente el Institut Ostrom Catalunya (www.institutostrom.org), un think tank progresista integrado, junto con casi otros 500 de similar buen nivel, en Atlas Network (www.atlasnetwork.org). Ostrom lo ha hecho en un manifiesto muy sensato titulado Per la professionalitzaci¨® de la direcci¨®n p¨²blica (http://professionalitzem.cat). Sus promotores, 30 hombres y (solo) 4 mujeres, quieren alinear a Catalu?a con los mejores sistemas de servicios p¨²blicos del mundo. Es un objetivo te¨®ricamente sencillo de conseguir: a diferencia de una reforma electoral, subir un escal¨®n o dos en la profesionalizaci¨®n de la direcci¨®n p¨²blica solo exige un cambio legal. Casi se consigui¨® en 2015 con el proyecto de ley de ordenaci¨®n del sistema de direcci¨®n p¨²blica profesional de la Generalitat de Catalunya, pero no cuaj¨® y el proyecto se malogr¨®. Y es que, en realidad, ning¨²n partido pol¨ªtico catal¨¢n tiene inter¨¦s sincero en limitar su poder sobre las administraciones p¨²blicas. Ninguno.
Francia es el pa¨ªs que tradicionalmente modela nuestras formas peninsulares de hacer las cosas. Tiene m¨¢s de cinco millones y medio de funcionarios p¨²blicos que se rigen por un mismo estatuto general, aunque hay dos grandes reg¨ªmenes propios para los magistrados y los militares. Es un sistema muy centralizado, pero funciona secularmente bien. El Banco Mundial publica anualmente un ¨ªndice de efectividad de los gobiernos y en ¨¦l se punt¨²a a Francia con 1,38, a Espa?a con 1, y a Portugal con 1,15 (?atenci¨®n!); arriba se sit¨²an esperablemente los pa¨ªses escandinavos, con puntuaciones superiores a 1,80; Estados Unidos y Gran Breta?a se acercan, pero no llegan, a 1,50. Como el ¨ªndice se construye para Estados, no hay uno para Catalu?a, aunque no es osado suponer que se acerca al espa?ol. La pregunta es si lo iguala o lo supera. Mi intuici¨®n es que supera a bastantes comunidades aut¨®nomas, pero que no iguala a los grandes cuerpos de la Administraci¨®n Central del Estado. A la Generalitat de hoy y ahora le queda peque?a la estructura constitucional y legal de las comunidades aut¨®nomas establecida por la Constituci¨®n, pero le viene grande la ambici¨®n de convertirse en un Estado. El hiato puede irse cubriendo con seriedad y derecho administrativo bien trabado. El refuerzo de la profesionalizaci¨®n de la Administraci¨®n catalana ser¨ªa un paso en la buena direcci¨®n: antes que un Estado ideal podemos exigir una Administraci¨®n realmente fuerte, competente e independiente de la pol¨ªtica, sujeta solo a la ley y al derecho.
Nadie en su sano juicio se plantea cambiar de gerente en el hospital Vall d¡¯Hebr¨®n a cada cambio de gobierno
En Catalu?a, una entidad p¨²blica de referencia es, entre muchas otras, el Hospital Universitari Vall d¡¯Hebron, situado al pie de la Sierra de Collserola. Con un equipo de 7.000 profesionales, 1.146 camas, 45 quir¨®fanos y un presupuesto anual de 563 millones de euros, cubre todas las especialidades y es puntero en una veintena de ellas. Sus m¨¦dicos residentes provienen, casi mitad y mitad, de Catalu?a y del resto del Estado. Es una organizaci¨®n digna de ser destacada. Pero nadie en su sano juicio se plantea que, a cada cambio de gobierno en Catalu?a, tocara poder cambiar a su gerente o a su director asistencial. Y esto, que nos parece natural en una organizaci¨®n hospitalaria como la mencionada, tambi¨¦n deber¨ªa serlo en el tejido de las direcciones generales que estructuran nuestra Administraci¨®n. As¨ª son las reformas profundas.
Pablo Salvador Coderch Catedr¨¢tico em¨¦rito de derecho civil Universitat Pompeu Fabra
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