Carlos Ruiz Zaf¨®n, la persona entre las brumas
El homenaje del Ayuntamiento de Barcelona al a?o de su muerte perfila al ser humano tras el abrumado escritor por el ¨¦xito de ¡®La sombra del viento¡¯
El calor h¨²medo y un cielo gris propenso a ponerse ese ¡°manto fantasmal del vapor¡±, como defini¨® una vez y que tanto le gustaba. S¨®lo faltaba, pues, la niebla, su gran palabra fetiche, para que hoy fuera un d¨ªa t¨ªpicamente zafoniano. Imposible mejor decorado f¨ªsico y an¨ªmico el que se ha encontrado el Ayuntamiento de Barcelona para recordar la figura de Carlos Ruiz Zaf¨®n (1964-2020), a casi un a?o exacto de la muerte del autor de La sombra del viento, el 19 de junio del a?o pasado. Y acorde a ello, el acto permiti¨® distinguir en algunos momentos, entrever casi entre brumas, a la persona tras el autor, junto a Eduardo Mendoza, m¨¢s identificado hoy con la capital catalana en medio mundo y que m¨¢s la ha internacionalizado. Por ello, un acto ¡°justo, necesario y deseable; Barcelona, parad¨®jicamente, no quiere olvidar los libros ni a sus autores m¨¢s queridos y universales, como ¨¦l¡±, dijo la alcaldesa Ada Colau, jugando con el nombre de a famosa tetralog¨ªa del escritor.
¡°Era consciente de que se hab¨ªa convertido en un personaje de dimensiones muy grandes; quiz¨¢ no estaba abrumado o angustiado por ese ¨¦xito, pero de eso era muy consciente y tuve la suerte de poder estar con ¨¦l sin que se viera obligado a estar a la altura de s¨ª mismo¡±, ha recordado precisamente Mendoza, a tenor de la segunda vez que Ruiz Zaf¨®n, acompa?ado de su esposa, Mari Carmen Bellver (presente en el acto), le visit¨® en Londres. ¡°No ¨¦ramos ni colegas ni rivales; ya estaba en la cuarta entrega de El cementerio de los libros olvidados y tanto ¨¦l como yo consider¨¢bamos que ten¨ªamos la labor literaria hecha¡±, recuerda Mendoza, que a¨²n hoy cree verle en la ventana del apartamento que alquil¨® frente al suyo, salud¨¢ndose, o ¡°caminando por Londres buscando dragones, iconograf¨ªa popular inglesa en la que nunca me fij¨¦; y ahora soy yo quien no puedo ir por las calles sin hacerlo¡±.
Le recuerda el autor de La ciudad de los prodigios como un hombre de ¡°una memoria muy inteligente¡±. Y ¡°combativo¡±. En ello coincide con el periodista Josep Cun¨ª, amigo con el que compart¨ªa ¡°platos de pasta italiana en sus restaurantes predilectos de Barcelona o Los ?ngeles¡± y, desde la lontananza, correos electr¨®nicos donde ¡°comentaba enfurecido la actualidad de la pol¨ªtica catalana y espa?ola¡± que segu¨ªa en pleno ¡°caligulismo de Trump¡±, como, siempre certero y un punto c¨¢ustico en sus descripciones, le escribi¨® el autor.
Ese mismo Ruiz Zaf¨®n, sin embargo, era capaz de ¡°hablar un buen rato de orqu¨ªdeas¡±, las que ten¨ªa su agente literaria, Antonia Kerrigan, en su oficina, un rinc¨®n del cual el escritor utilizaba como despacho o cabeza de playa cuando pasaba por Barcelona. Kerrigan, ¡°una hu¨¦rfana de Carlos, pero sus libros siguen y se convertir¨¢n en cl¨¢sicos¡±, describe y vaticina, admite que no era la primera que le¨ªa los manuscritos de Ruiz Zaf¨®n, sino su esposa Mari Carmen, ¡°a nation of two¡±, una naci¨®n de dos, como el escritor defin¨ªa su matrimonio, seg¨²n desvela Emili Rosales, su editor en Planeta.
Dif¨ªcil saber entre qu¨¦ personajes se escond¨ªa el autor, cree Rosales, pero en cambio era f¨¢cil encontrarle en su casa, ¡°escuchando m¨²sica, fan incondicional del gran compositor John Williams, al que conoc¨ªa¡±, dice su editor. ¡°Intenta ver una pel¨ªcula sin escuchar su m¨²sica y ver¨¢s que no es nada¡±, le coment¨® Ruiz Zaf¨®n una vez. Y quiz¨¢ por ello ¨¦l mismo compuso melod¨ªas para sus novelas, que sonaron en alg¨²n momento durante el acto en el Sal¨® de Cent del Consistorio y que bien escucharon unas 350 personas que se conectaron por streaming, desde Italia a Guatemala, pasando por Chicago. Una banda sonora para un amante de los libros de arquitectura y de Historia, ¡°un gran relator a partir de una an¨¦cdota nimia ocurrida ese mismo d¨ªa¡±, tambi¨¦n un ¡°imitador irreverente¡±, si bien ¡°reservado, pero tras ello, anidaba una inmensa persona¡±.
¡°Creo que nada sucede por casualidad; las cosas tienen un plan secreto, aunque no lo sepamos¡±. Esa frase casi m¨ªtica de La sombra del viento es la que Jos¨¦ Creuheras, presidente del Grupo Planeta, cree ligada al sino del ¨¦xito de Ruiz Zaf¨®n, que no gan¨® con ese libro el premio Fernando Lara, pero que fue editado, ha recordado, por la insistencia de un miembro del jurado, Terenci Moix. ¡°?l logr¨® sumar a millones de lectores a ese plan secreto¡±, ha dicho Creuheras. Al supuesto plan no es ajeno el h¨¢bil ¡°c¨®ctel de sue?os, historias de la ciudad y los mitos literarios que planteaba¡± y que ofrecen sus obras, cree Sergi Doria, de los primeros periodistas que apost¨® por ¨¦l y que acabar¨ªa elaborando la gu¨ªa de los parajes barceloneses que cruzan sus novelas. Una ciudad que Ruiz Zaf¨®n quer¨ªa ¡°cosmopolita y abierta, como reivindic¨® en el preg¨®n de las Fiestas de la Merc¨¨ de 2004; el alcalde Joan Clos nos subi¨® luego a la azotea y ah¨ª, ante la ciudad y los fuegos artificiales, se sinti¨® reconocido y querido por ella¡±, ha evocado Sergio Vila-Sanju¨¢n, otro de los periodistas que apost¨® tempranamente por ¨¦l.
Ruiz Zaf¨®n y la tetralog¨ªa ¡°que ten¨ªa toda en la cabeza y que tard¨® 18 a?os en hacer¡±, recuerda Rosales, son tambi¨¦n n¨²meros (m¨¢s de 40 millones ejemplares en todo el mundo, medio centenar de traducciones, el autor espa?ol m¨¢s vendido tras el Quijote de Cervantes), ¡°pero no lo explican todo: cuando se escriba la historia editorial del siglo XXI, el sello Planeta ir¨¢ ligado a La sombra del viento y eso, como editor, es el mejor honor que podemos tener¡±, ha sentenciado Creuheras.
Los lectores de aquel plan secreto tambi¨¦n intervinieron a trav¨¦s de unos v¨ªdeos, reclamando que alguna biblioteca lleve el nombre del escritor o que se le ponga tambi¨¦n a un cementerio d ellos libros olvidados que la ciudad deber¨ªa construir. Pero el mejor homenaje lo ha hecho una joven lectora: ¡°Hay momentos de mi vida que puedo explicar a partir de frases de sus libros¡±. Y eso es m¨¢s que literatura: es una persona entre las brumas de la lectura.
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