Copas que pasan de una generaci¨®n a otra
El bar del Club Viladrau, en el Montseny, nacido en 1956 y ahora en etapa nueva, ha tenido una continuidad asombrosa
En el bar del Club Viladrau todav¨ªa puedes acodarte en la barra de tu primera borrachera, pongamos que un verano de hace medio siglo. No es algo para presumir, desde luego. Pero el recuerdo trae a la boca junto a un desagradable gusto ¨¢cido un curioso sabor de nostalgia.
El caso viene a cuento porque es paradigm¨¢tico de una de las funciones que ha tenido hist¨®ricamente el bar del club: poner en contacto a la juventud con la bebida, generaci¨®n tras generaci¨®n, pas¨¢ndose el testigo en forma de vaso una a otra. En el mejor de los casos, el bar, ¨¢mbito de farras inolvidables, ha servido en ...
En el bar del Club Viladrau todav¨ªa puedes acodarte en la barra de tu primera borrachera, pongamos que un verano de hace medio siglo. No es algo para presumir, desde luego. Pero el recuerdo trae a la boca junto a un desagradable gusto ¨¢cido un curioso sabor de nostalgia.
El caso viene a cuento porque es paradigm¨¢tico de una de las funciones que ha tenido hist¨®ricamente el bar del club: poner en contacto a la juventud con la bebida, generaci¨®n tras generaci¨®n, pas¨¢ndose el testigo en forma de vaso una a otra. En el mejor de los casos, el bar, ¨¢mbito de farras inolvidables, ha servido en ese sentido para aprender a beber con prudencia y a ser conscientes ¡ªa trav¨¦s de la experiencia propia y ajena¡ª de los peligros del alcohol; en el peor, para dar pie a espect¨¢culos lamentables y contribuir a estropear vidas y familias. Ese car¨¢cter recurrentemente inici¨¢tico del bar del Club Viladrau, que est¨¢ grabado en sus genes (si la barra hablara¡), es consustancial a muchos establecimientos similares, pero en pocos casos, dadas las caracter¨ªsticas endog¨¢micas del estiueig en el lugar, ha habido tanta continuidad.
Cuando uno piensa en los bares de su vida (bares, qu¨¦ lugares) salen muchos, el Friends, el Zig-Zag, el antiguo bar de la plaza de Sarri¨¤¡, pero la mayor¨ªa ya no existen. El bar del club, inseparable del voluntarioso espacio de discoteca denominado tradicionalmente el Psicod¨¦lico, lo que da medida de su solera, sigue ah¨ª (aunque la emblem¨¢tica barra ha cambiado de formato y sitio en la reconstrucci¨®n de 2007 tras el incendio que destruy¨® el edificio el 28 de marzo de 2006). Permanece el bar plet¨®rico en la memoria, lleno de recuerdos indelebles: guardias civiles con tricornio, sufridos municipales (el Chirri, el N¨²?ez¡) y mossos tratando de que se cerrara a su hora sin encontrar responsable alguno (d¨®nde est¨¢n las llaves, matarile); la b¨²squeda desesperada de las fichas de la luz de la pista de tenis en pleno partido, las ajadas barajas y domin¨®s, las botellas de whisky personalizadas, la mezcla de edades, las tajas ¨¦picas, los taburetes de los que hemos visto caer a tantos (igual que hemos observado, incr¨¦dulos, c¨®mo se lanzaban de cabeza algunos y algunas desde la barra en la efervescente fiesta de la espuma). Un lugar que el Dylan Thomas de los 18 tragos en la taberna White Horse, Bukowski y el Jack Torrance de El resplandor reconocer¨ªan. Puro acervo de bar: entre las copas, alegr¨ªas y penas, confesiones, declaraciones de amor, rupturas, amistades reafirmadas y traicionadas, alg¨²n pu?etazo; incluso momentos (que no vamos a desvelar) de intensa incandescencia er¨®tica. Qu¨¦ mejor sitio para ver pasar toda la vida
El bar del club es indisociable de veranos de gloria e inviernos de larga melancol¨ªa envueltos en canciones de Melanie, y de entra?ables personajes: Pep Bofill (presto al p¨®ker, a los juegos parapsicol¨®gicos y a la alta cultura); May Clapers, que fue nuestro padre nocturno; Jordi Trias, que una noche de fiesta convirti¨® el agua en sangre (vertiendo gamberramente anilina en el dep¨®sito mientras yo le aguantaba la escalera). Maria Beleta, Luis Fita, Arturo Garrid, Tato¡ Aqu¨ª cada generaci¨®n a?adir¨¢ sus nombres de referencia.
El bar del Club Viladrau, cuyo h¨²medo patrimonio se complementa con la piscina, abri¨® pr¨¢cticamente al mismo tiempo que el propio club, en 1956. Como un Jekyll y Hyde de los bares ha tenido siempre dos vidas paralelas, la de los desayunos, aperitivos, comidas y cenas y la notablemente m¨¢s movida, y a menudo canalla, de las noches y madrugadas. Tras la barra ¡ªcomo delante¡ª se ha sucedido gente de muy variado car¨¢cter. Ha habido ¨¦pocas muy buenas como las del a?orado Eudald Formatg¨¦ (que luego fue alcalde de Viladrau) y su esposa Montse Bancells, o la de Fina Codina y su marido Manel Bastias; y, en el otro extremo, algunas de notables descerebrados que han sintonizado con lo peor de la clientela. La sucesi¨®n en el servicio de bar y restaurante ha producido otros nombres que han marcado ¨¦poca: Toni, Pau Robles (desdoblado en representante de caf¨¦s Nocilla), Juan Jos¨¦ Romero (reconvertido en empresario de jardiner¨ªa), Noem¨ª Puig y su madre a las que siempre agradeceremos su Coca Club. Y as¨ª hasta llegar a Vane Vigas, que se hizo cargo hace un a?o y ha tenido que arrostrar la pandemia.
¡°El lugar es una maravilla, con las vistas de la monta?a, y nos funciona muy bien la combinaci¨®n de m¨²sica y gastronom¨ªa¡±, se?ala Vane, atareada con una fiesta mexicana y que lleva tambi¨¦n la Cerve, bar de referencia de la plaza del pueblo y su restaurante Drau. ¡°D¨ªa a d¨ªa no tira muy bien, son tiempos complicados, pero con los conciertos y actividades, siempre con las medidas anti-Covid, lo petamos¡±. Considera esencial el papel del cocinero, Dani Vives, capaz de excelentes sorpresas culinarias. Es muy consciente la Vane del peso de la historia y tradici¨®n del bar del Club Viladrau, que marcan y no siempre para bien. ¡°Es muy bestia lo que ha significado cuando la gente del pueblo no pod¨ªamos entrar, pero las cosas han cambiado mucho, hay camino por recorrer a¨²n, pero a m¨ª me gustar¨ªa que acabara siendo el punto de encuentro de todos, sin distinciones¡±.
El bar, pues, toma nuevas sendas; otras generaciones alzan simb¨®licamente (y no tanto) sus vasos para sumarse a la tradici¨®n y la fiesta. Y en medio de todo, ah¨ªta de recuerdos, la barra sigue lanzando su reclamo de vieja sirena.