En Viladrau con Thoreau
Literatura de la naturaleza en el Montseny con el tel¨®n de fondo de la pol¨¦mica por una carretera
¡°Cuando los dientes de le¨®n dejan la marca de abril en los prados de Wisconsin, es hora de estar atento a escuchar la prueba definitiva de la primavera¡±. Gran arranque, s¨ª se?or. Me gustar¨ªa haberlo escrito yo, pero es de Un a?o en Sand County (Errata Naturae), un gran cl¨¢sico del ecologismo de Aldo Leopold (1887-1948), que era de Iowa y, por lo tanto, estaba m¨¢s cerca para apreciar c¨®mo viene la primavera en Wisconsin. Leopold tambi¨¦n escribi¨® ¡°hay quien puede vivir en lo salvaje y quien no puede¡±, ¡°s¨®lo la monta?a ha vivido lo suficiente para escuchar con objetividad el aullido de un lobo¡± o ¡°?qu¨¦ insulso ser¨ªa el mundo si lo supi¨¦ramos todo de los gansos!¡± (opiniones que suscribo). Tambi¨¦n dej¨® caer aquello tan enigm¨¢tico, digno del ant¨ªpoda Kenneth Cook, el autor de la hilarante trilog¨ªa del koala asesino, de ¡°hay dos tipos de caza, la caza normal y la del gr¨¦vol engolado, y hay dos lugares donde cazar gr¨¦voles: lugares normales y el condado de Adams¡±.
En fin, apenas desconfinado comarcalmente -y ya vuelto a confinar: visto y no visto, no me ha dado tiempo ni a desarrollar la alergia-, el desembarco en Viladrau, en el Montseny, me lanz¨® estas Pascuas a una verdadera org¨ªa de contacto con la naturaleza y al deseo irresistible de escribir mucho Nature writing, ese g¨¦nero hoy tan en boga que consiste en emocionarse po¨¦ticamente con el medio natural, cantar sus fastos y deplorar su p¨¦rdida con grandes dosis de a?oranza y melancol¨ªa. El af¨¢n de Nature writing, escritura de la naturaleza o liternatura me viene de un empacho de lecturas, desde los escritos de John Muir, Rachel Carson, o Annie Dillard a los de los mism¨ªsimos Ralph Waldo Emerson y Henry David Thoreau. Vamos es que me fluye Nature writing. De Muir he de destacar, adem¨¢s de su sensibilidad al extra?o y afligido grito del colimbo, la historia de una especie de serpiente que si la cortabas en trozos, los fragmentos volv¨ªan a unirse y el bicho ¡°segu¨ªa con sus asuntos como si nada hubiera sucedido¡±, mientras que unos indios de Winsconsin (todo el mundo parece ser de Winsconsin) le contaron que cre¨ªan que ¡°si eran bravos guerreros al morir iban a una tierra feliz con caza abundante donde no hab¨ªa ni mosquitos ni cobardes¡±.
Emerson escribi¨® que en el crep¨²sculo, los ¨¢rboles se transforman en espirales de fuego sobre el fondo azulado del cielo y que las estrellas son como ¡°los c¨¢lices muertos de las flores¡±; Carson que los l¨ªquenes ¡°tienen la calidad de la tierra de las hadas¡± y Dillard, tras soltar la notable frase ¡°?qui¨¦n sabe qu¨¦ piensa la comadreja?¡± explica en Ense?ar a hablar a una piedra que una vez cazaron un ¨¢guila que llevaba el cr¨¢neo seco de uno de esos fieros must¨¦lidos que cuando muerden no sueltan la presa, enganchado por las mand¨ªbulas al cuello. Y Thoreau, ah, Thoreau: ¡°Como si pudieras matar el tiempo sin herir la eternidad¡±.
Del gran Thoreau, aparte de descubrir cosas como que ¨¦l y su hermano John se enamoraron de la misma chica, que John muri¨® de t¨¦tanos en los brazos de Henry al cortarse con una cuchilla oxidada (lo que me recuerda el accidente de mi hermano con una carretilla), y que el autor de Walden, lo que hay que ver, provoc¨® accidentalmente un fuego que quem¨® una gran parte del bosque de Concord (Massachussets), envidio adem¨¢s de sus ¨²ltimas palabras ¨C¡°alce¡± e ¡°indio¡±- su diario (publicado por Capit¨¢n Swing), en el que desgrana un entusiasmo contagioso desde la escarcha al pato joyuyo, pasando por la espada?a. ¡°En la literatura, lo ¨²nico que nos atrae es lo salvaje¡±.
Pues estaba tan ricamente yo en un prado solitario observando min¨²sculas mariposas, la primera golondrina y unos excrementos secos entremezclados de pelo gris, pensando en qu¨¦ pod¨ªa escribir con eso y la aflautada llamada de una abubilla que se contrapunteaba con el lejano tableteo estacato de un pico picapinos (en Viladrau no hay ni wapitis ni grizzlis, ni chingolos zorrunos), cuando recib¨ª un mensaje en el m¨®vil. ¡°A ver, ya est¨¢s tardando¡±. No eran Thoreau, ni Leopold, ni Muir, ni Carson, sino Jose Iglesias. No es que el otrora gran jinete de Sherpa me apremiara a escribir Nature writing, sino que me reclamaba que lo hiciera del pol¨¦mico proyecto de ampliaci¨®n de la carretera Gi-520 desde Mas Vidal hasta la entrada al pueblo, cuatro kil¨®metros de controversia. Ni espada?as, ni alces ni patos joyuyo, lo que interesa y est¨¢ en boca de todo el mundo (y en algunos casos a punto de llegar a las manos) en Viladrau en el ¨¢mbito del medio ambiente, aparte del nuevo punto de recogida de residuos, cuyo funcionamiento con una aplicaci¨®n en el m¨®vil no entiende ni Einstein, es ese plan que promueve el Ayuntamiento y que para sus partidarios significa eliminar los riesgos y obst¨¢culos que supone un trazado sinuoso y peligroso, mientras que para los que est¨¢n en contra es un injustificable atentado paisaj¨ªstico que amenaza con cargarse una de las se?as de identidad del pueblo, su carretera de acceso.
Es cierto que llegar a Viladrau sin marearte ser¨ªa como suprimir el pa de pessic y la coca del Montseny de la pasteler¨ªa Font. O que el agua de las Paitides saliera con gas. Y que generaciones enteras de locales y veraneantes han aprendido a conducir sobreviviendo a esa carretera (probablemente no tendr¨ªamos un Zanini sin ella), estrecha y exigente sin duda, pero muy hermosa. La carretera de los tantos rallies, por la que ¨ªbamos a pescar cangrejos en bicicleta con Titi Estabanell, donde atrapamos un zorro vivo con May y Jorge Tr¨ªas y en la que rescatamos a Ramon Malet cuando le hizo perla la Lobito de Emilio Canals. Yo mismo, por volver al Nature writing, he a?adido mucho peligro a esa v¨ªa con mi inveterada costumbre de detenerme ante los sapos y otros batracios que la cruzan imprudentemente por las noches, para rescatarlos, y de hecho siempre que veo alguna criatura interesante atravesarla. Tambi¨¦n es verdad que si la carretera es m¨¢s ancha los sapos y erizos tardar¨¢n m¨¢s en cruzarla, aunque los ver¨¢s mejor.
La pol¨¦mica no est¨¢, me temo, en la suerte de los sapos, sino en temas m¨¢s acuciantes. Como el modelo que se quiere para Viladrau, ?un pueblo anclado en la tradici¨®n, la memoria e incluso la nostalgia, o que apuesta por una modernizaci¨®n radical, sin vuelta atr¨¢s? ?Paisaje y respeto al medioambiente y la historia o seguridad, progreso y apertura a nuevos visitantes, cuyo flujo aumentar¨ªa seguramente con un acceso m¨¢s f¨¢cil al pueblo? El debate est¨¢ servido. He de confesar que a m¨ª me apena que se vaya a desfigurar la carretera, pero yo soy un nost¨¢lgico irredento y a duras penas puedo ya soportar que se haya cerrado la mercer¨ªa Font o que cambie de manos y men¨² la Barita, que reabren en junio (soy capaz de llorar por la trucha amb ametlles). Por no hablar de los tiempos en que la basura era la basura.
Hay un elemento a?adido en el asunto, que es los licuados. La ya pol¨¦mica por s¨ª misma planta de l¨ªquidos vegetales -hay quejas vecinales por ruido y por la contaminaci¨®n visual que produce la gran instalaci¨®n a la entrada del pueblo- es un factor en la ecuaci¨®n: la nueva carretera ha de facilitar el paso hacia la carretera de la Fullaca (ya ampliada en su d¨ªa) y el Eix de los enormes camiones cisterna que circulan incesantemente desde y hacia la f¨¢brica de Liquats Vegetals; y si les parece que la visi¨®n de un sapo (y no digamos un jabal¨ª) puede darle emoci¨®n al trayecto tendr¨ªan que encontrarse de cara en una curva cerrada una cuba de Yosoy ...
El Ayuntamiento ha realizado una consulta no vinculante y la ha ganado (77 votos contra 68). La participaci¨®n, denuncia la oposici¨®n al proyecto, ha sido muy baja (15,30 % del censo de 948 personas) y todo el proceso se ha llevado con discutibles premura, sigilo y falta de informaci¨®n. Los cr¨ªticos advierten que la ampliaci¨®n de la carretera, que adem¨¢s cuesta un congo, hipotecar¨¢ el futuro de Viladrau por d¨¦cadas sino para siempre y apuntan que la ruta a Cadaqu¨¦s tambi¨¦n tiene curvas, qu¨¦ pasa. Los partidarios no son menos vehementes y ven una oportunidad para salir de un impasse hist¨®rico. Hay peque?as rencillas personales, intereses privados, miedos y leg¨ªtimas aspiraciones en los dos bandos. Y la carretera, mientras empiezan los sondeos (en mayo), espera en medio del bosque que contiene la respiraci¨®n. Ya nunca sabes cu¨¢ndo pasar¨¢s por ¨²ltima vez. Thoreau: ¡°Las cosas no cambian; nosotros cambiamos¡±.
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