Un armisticio para el pleito catal¨¢n
La suspensi¨®n temporal pactada de las hostilidades es la mejor f¨®rmula actualmente asequible para afrontar la crisis de la autonom¨ªa catalana

Es imposible prefigurar a estas alturas cu¨¢l puede ser el contenido de un eventual acuerdo en la negociaci¨®n entablada entre los gobiernos de Pedro S¨¢nchez y Pere Aragon¨¨s. Y cuesta mucho imaginar en qu¨¦ puede consistir un substituto del refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n y la amnist¨ªa puestos sobre la mesa por los catalanes. Pedro S¨¢nchez ya ha dicho categ¨®ricamente que esas demandas no son atendibles. Pero los interlocutores no se han levantado de la mesa. Entonces, ?qu¨¦ se va a negociar?
La revuelta de 2017 tuvo un ganador y un perdedor claros, de modo que en el mejor de los casos lo que se podr¨ªa negociar, quiz¨¢, ser¨ªa alg¨²n tipo de desistimiento. Los derrotados no han dicho nunca que se rindieran, propiamente. Al rev¨¦s, si algo ha enardecido los ¨¢nimos de los ganadores ha sido la voluntad de repetir el intento exhibida por los l¨ªderes independentistas. El ¡°volveremos a hacerlo¡± proclamado por algunos de los condenados significa que aceptan que s¨ª, han sido derrotados, claro, pero tambi¨¦n implica que no ha llegado la paz. Al menos no para ellos.
No ha habido una renuncia al programa m¨¢ximo de los independentistas y ser¨ªa iluso pensar que vaya a producirse. No es lo que est¨¢ en sus proyectos, pese a que la desorientaci¨®n reine en sus filas. Su retaguardia vigila estrechamente a los negociadores y no cesa de advertirles que no la aceptar¨ªa de ninguna forma. Lo que ser¨ªa quiz¨¢s factible, buscando la met¨¢fora en los conceptos de las m¨¢ximas confrontaciones, las b¨¦licas, es un armisticio. Un armisticio es una suspensi¨®n temporal pactada de la lucha entre dos bandos. No es un tratado de paz, no es el fin de un conflicto, pero asegura el cese de las hostilidades.
La ventaja de un armisticio en este caso es que deja en primer t¨¦rmino los problemas del d¨ªa a d¨ªa. Eso es lo que persigue el presidente S¨¢nchez cuando ofrece negociar lo que ha bautizado como la agenda del reencuentro. Este planteamiento desemboca, como m¨¢ximo, en una negociaci¨®n sobre el autogobierno y su techo.
No es poco. El margen del gobierno socialista en este campo es bastante amplio, porque dispone de la caja y tras una d¨¦cada de paralizaci¨®n del desarrollo de la autonom¨ªa catalana hay bastante recorrido para una mejora. Pero la experiencia hist¨®rica reciente es contradictoria e induce a los independentistas a la desconfianza. Lo ocurrido con el Estatuto de Autonom¨ªa de 2006 est¨¢ ah¨ª. Lo pact¨® el Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero cuando Pasqual Maragall presid¨ªa la Generalitat pero luego el PP logr¨® en 2010 que el Tribunal Constitucional lo recortara. Eso produjo en Catalu?a el efecto de romper la baraja.
El actual rechazo del PP a cualquier pacto para la renovaci¨®n del Consejo General del Poder Judicial y otras instituciones centrales del Estado cierra toda perspectiva de estabilidad para una eventual elevaci¨®n del techo del autogobierno. Para que fuera sustancial tendr¨ªa que modificar algunos art¨ªculos o interpretaciones de la Constituci¨®n. Ah¨ª S¨¢nchez puede ofrecer acuerdos, pero no garant¨ªa alguna si no cuenta con la participaci¨®n del PP, que est¨¢ en las ant¨ªpodas de este planteamiento. El independentismo ha aprendido que una cosa es un Gobierno del PSOE y otra el Estado.
Un armisticio lo mismo puede durar cinco meses que cinco a?os o cincuenta, eso nunca se sabe a priori. Pero para un conflicto cuya ra¨ªz es un enconado y persistente choque de nacionalidades puede ser un buen paso. Puede crear las condiciones para encauzarlo. La recuperaci¨®n de la Generalitat en 1978, la Constituci¨®n de 1979 y el consiguiente Estatuto de Autonom¨ªa crearon la ilusi¨®n de que el antiguo pleito catal¨¢n estaba encauzado, si no resuelto. Ha durado 30 a?os. El retroceso de 2010 hizo volar aquellos pactos. Tras la crisis, toca reencauzarlo.
Vista en esta perspectiva, la mesa de di¨¢logo reci¨¦n estrenada ofrece una novedad hist¨®rica digna de ser rese?ada. Y es que la parte catalana est¨¢ dirigida por Esquerra Republicana, un partido que no form¨® parte del consenso constitucional de 1978, y desde entonces se ha movido ambigua y contradictoriamente con los pies dentro pero el alma fuera de ese marco pol¨ªtico. S¨¢nchez tiene ah¨ª una oportunidad para encauzar de nuevo el pleito catal¨¢n, ya que no resolverlo, y meter dentro del marco constitucional como protagonista del acuerdo a una vieja fuerza pol¨ªtica que hasta ahora ha predicado el antagonismo contra el sistema auton¨®mico. ERC es un mata-gigantes. En 1931 proclam¨® la Rep¨²blica. Ahora se ha alzado con la primac¨ªa en el catalanismo que Jordi Pujol retuvo durante d¨¦cadas. Paz por amnist¨ªa o algo que surta sus efectos y permita reencauzar el pleito no ser¨ªa un mal pacto
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