La sombra alargada de la amnesia
Lo ¨²nico que se pretende pidiendo la incorporaci¨®n del famoso edificio de Jefatura, de Via Laietana, al Memorial Democr¨¢tico es simplemente recuperar una parte siniestra de la historia de este pa¨ªs
¡°Ha sido y es un v¨ªnculo de servicio p¨²blico desde el que varias generaciones de polic¨ªas han contribuido y contin¨²an contribuyendo a fortalecer la democracia¡±. El v¨ªnculo es el edificio de la Jefatura de Polic¨ªa del n¨²mero 43 de la Via Laietana, que desde Catalu?a se viene reclamando desde los a?os noventa para convertirlo en sede del Memorial Democr¨¢tico. Y el autor de estas palabras es Rafael P¨¦rez Ruiz, magistrado y secretario de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior. Habr¨ªa que saber c¨®mo cuenta el autor las generaciones ¡ªvarias, nos lleva muy lejos¡ª y qu¨¦ entiende por fortalecer la democracia. ?Las cargas del 1 de Octubre corresponden a este principio?
P¨¦rez Ruiz naci¨® en 1981. Podr¨ªa tener la atenuante de la juventud, pero resulta que es hijo de un abogado laboralista, implicado en pol¨ªtica con el partido andalucista, y que cabe sospechar que algo le deber¨ªa explicar de lo que pasaba en Espa?a durante el franquismo. En cualquier caso, para su informaci¨®n, la tristemente famosa Brigada Pol¨ªtico Social franquista se instal¨® en el edificio (que antes hab¨ªa sido sede de la Comisar¨ªa de Orden P¨²blico de la Rep¨²blica) en 1941, y m¨¢s tarde en aquel territorio reinar¨ªan los hermanos Antonio Juan y Vicente Creix, s¨ªmbolos de la represi¨®n franquista, que campaban por sus s¨®tanos d¨®nde la tortura era pr¨¢ctica habitual. Los que vivimos la Barcelona de los 60 tenemos una buena lista de amigos y conocidos que pasaron por all¨ª. Un icono de la brutalidad de la dictadura que Rafael P¨¦rez Ruiz considera un baluarte de la democracia. Y el ministerio guarda silencio.
Pasemos de la an¨¦cdota a la categor¨ªa. Lo que las palabras de P¨¦rez Ruiz confirman es uno de los problemas estructurales de la transici¨®n democr¨¢tica: de la apuesta pol¨ªtica por la amnist¨ªa se dedujo una impl¨ªcita obligaci¨®n de amnesia y as¨ª se fue corriendo un tupido velo sobre el cruel pasado con el que se pretend¨ªa romper. No era f¨¢cil en el tardofranquismo hacer una evaluaci¨®n correcta de las relaciones de fuerzas a la hora de afrontar el cambio. El ruido de sables fue un acompa?amiento de fondo permanente. ?D¨®nde estaban los l¨ªmites de lo posible? El peso del franquismo en el aparato de Estado era enorme. La amnist¨ªa se entendi¨® como paso inevitable de un proceso de reconciliaci¨®n presidido por un imperativo: el tab¨² de la guerra civil, aunque fuera al precio de situar en el mismo plano a v¨ªctimas y verdugos. Se construy¨® un amplio consenso en torno a la amnist¨ªa y sobre ella se edific¨® la transici¨®n. Y resulto ¨²til aunque, como todos sabemos, el cambio no fue tan incruento como a veces se dice.
Si la amnist¨ªa fue una decisi¨®n pol¨ªtica concertada y aceptada por la mayor¨ªa de actores pol¨ªticos y de la ciudadan¨ªa, en ning¨²n lugar estaba escrito que esta tuviera que ir acompa?ada de la amnesia. Y, sin embargo, una especie de extra?o pudor se impuso a la hora de mirar y explicar el pasado. Que se perdonaran las responsabilidades judiciales no era raz¨®n suficiente para olvidar los hechos en el silencio y la oscuridad. Y esta censura colectiva, con una amplia conformidad de los poderes p¨²blicos, favorece juicios cargados de frivolidad e ignorancia como el de P¨¦rez Ruiz que estamos comentando. Simplemente, hace tiempo que se tendr¨ªa que haber levantado el velo que desdibuja el recuerdo del pasado. Y lo ¨²nico que se pretende pidiendo la incorporaci¨®n del famoso edificio de Via Laietana, 43, hoy estaci¨®n obligatoria de toda manifestaci¨®n reivindicativa, al Memorial Democr¨¢tico es simplemente recuperar una parte siniestra de la historia de este pa¨ªs. Y con ello el reconocimiento de los que lo sufrieron.
El futuro se teje sobre los caminos trazados por la historia. Negar el pasado sirve de poco. El recuerdo de lo que pas¨® es ¨²til para defender el presente y para construir el ma?ana. En Madrid, el equivalente de Via Laietana, el edificio de la Direcci¨®n General de Seguridad, d¨®nde los s¨®tanos hab¨ªan sido espacio de tortura y abuso permanente, fue recuperado, en 1985, por Joaqu¨ªn Leguina, como sede de la presidencia de la Comunidad. Y hoy casi nadie se acuerda de lo que ocurr¨ªa all¨ª. Otra manera de enterrar el pasado.
En Via Laietana lo ¨²nico que se pretende es construir un lugar de memoria, de informaci¨®n, de recuerdo y de reconocimiento. Y no hay manera: uno tras otro los gobiernos se resisten. Y la amnesia sigue extendiendo su sombra alargada para alimentar los tab¨²s de la transici¨®n.
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