Viaje a la Barcelona contracultural de los setenta
Un recorrido por los s¨ªmbolos del ¡®underground¡¯ catal¨¢n que sacudieron la d¨¦cada de transici¨®n entre el franquismo y la democracia
En la d¨¦cada de los setenta se urdi¨® un complot desde los m¨¢rgenes de Barcelona. Era el plan de una generaci¨®n para subvertir la sociedad espa?ola del tardofranquismo. Cuanta m¨¢s tolerancia mostraba el r¨¦gimen, m¨¢s ruido del cambio llegaba desde los rincones escondidos de la ciudad. J¨®venes aventureros y libertarios, sin miedo a poner a prueba los l¨ªmites de la creaci¨®n y del pensamiento, proyectaron ¡°una visi¨®n alternativa en una sociedad ro?osa y carca¡±, afirma el escritor David Castillo en uno de los cat¨¢logos m¨¢s destacados de este 2021. Se trata de ...
En la d¨¦cada de los setenta se urdi¨® un complot desde los m¨¢rgenes de Barcelona. Era el plan de una generaci¨®n para subvertir la sociedad espa?ola del tardofranquismo. Cuanta m¨¢s tolerancia mostraba el r¨¦gimen, m¨¢s ruido del cambio llegaba desde los rincones escondidos de la ciudad. J¨®venes aventureros y libertarios, sin miedo a poner a prueba los l¨ªmites de la creaci¨®n y del pensamiento, proyectaron ¡°una visi¨®n alternativa en una sociedad ro?osa y carca¡±, afirma el escritor David Castillo en uno de los cat¨¢logos m¨¢s destacados de este 2021. Se trata de Underground y contracultura en la Catalu?a de los 70, un libro que recoge el material art¨ªstico e intelectual de la exposici¨®n hom¨®nima organizada este a?o en el Palau Robert, en Barcelona.
Pepe Ribas, coordinador de la revista Ajoblanco y comisario de la exposici¨®n, encabeza la lista de protagonistas de aquel momento que escriben e ilustran el cat¨¢logo. Fue una revoluci¨®n que triunf¨®, explicaba Ribas en una entrevista del pasado agosto en EL PA?S, porque muchas de las transformaciones sociales que se han producido en democracia fueron puestas en pr¨¢ctica en aquel momento. El feminismo, el ecologismo, una familia que quiere romper con el patriarcado violento, identidades sexuales diversas¡
Si bien la semilla de todo aquello pod¨ªa encontrarse en el movimiento hippy, la contracultura de los setenta lo lleva a la trinchera, al frente del combate, la ciudad, tal y como se?alaba el escritor Juli¨¤ Guillamon en las primeras p¨¢ginas de La ciutat interrompuda: ¡°En los primeros a?os de la d¨¦cada de los setenta muchos de los protagonistas del peregrinaje a Formentera e Ibiza vuelven a Barcelona y dejan atr¨¢s su pasado hippy. All¨ª coinciden con una nueva generaci¨®n que ha hecho de la ciudad su espacio natural. Entre 1973 y 1975 la ciudad se convierte en un centro en el que se experimenta en todos los campos de la creaci¨®n¡±.
El cat¨¢logo y la exposici¨®n finalizan con la eclosi¨®n del punk en la d¨¦cada de los ochenta. Este movimiento musical, resum¨ªa Ribas, es underground pero no es contracultural porque es ¡°nihilista¡±, es una revuelta del yo contra un sistema que deja a los j¨®venes de extrarradio sin oportunidades: en el punk no se daba una propuesta de alternativa social.
EL PA?S ha seleccionado ocho iconos que sintetizan aquella subversi¨®n en la d¨¦cada de transici¨®n entre el franquismo y la democracia. ¡°?Perdimos?¡±, se pregunta Castillo en el cat¨¢logo; su respuesta es que no: ¡°La revoluci¨®n se hizo, pero de manera privada. Las costumbres cambiaron extraordinariamente, y tan r¨¢pido que nadie lo percibi¨® porque el cambio estaba enfrente mismo¡±.
¡®California Trip¡¯
Al principio fue un libro. Kair¨®s, la editorial de ensayo de Salvador P¨¢niker, public¨® en 1970 California Trip, de Mar¨ªa Jos¨¦ Ragu¨¦, ¡°la biblia de la contracultura espa?ola¡±, dijo Ribas en 2019 a El Mundo con motivo de la defunci¨®n de la autora, cr¨ªtica de teatro del diario. California Trip es una selecci¨®n de encuentros de la escritora con referentes de movimientos culturales, sociales y pol¨ªticos en Estados Unidos. Ragu¨¦ y Luis Racionero, por entonces su marido, se instalaron durante dos a?os en San Francisco. De all¨ª obtuvo Ragu¨¦ testimonios como el del poeta Allen Ginsberg: ¡°Estamos condicionados por un c¨ªrculo de dinero, m¨¢quina, coche, banco, televisi¨®n, familia, oficina, avi¨®n que no nos deja ver el c¨ªrculo de la existencia¡±.
Las voces y las reflexiones que traslad¨® California Trip a Espa?a sirvieron de combustible para la transformaci¨®n que deb¨ªa producirse. Ragu¨¦ aportaba ecos del futuro, como estas l¨ªneas del primer cap¨ªtulo: ¡°A diferencia de las revoluciones del pasado, la metamorfosis que estamos viviendo no tendr¨¢ ni l¨ªderes carism¨¢ticos ni doctrinas estridentes, pero su impacto ser¨¢ m¨¢s profundo y m¨¢s sutil. Los generadores de estos cambios son los computers, y los nuevos medios electr¨®nicos de comunicaci¨®n que est¨¢n alterando las costumbres, la estructura social y los valores de nuestra cultura¡±.
Las comunas
La d¨¦cada empez¨® con el empuje de varias comunas urbanas donde coincidieron referentes de la vanguardia contracultural. Beb¨ªan de esta vida comunitaria ya consolidada en zonas rurales y, sobre todo, en las Islas Baleares. Pero la elecci¨®n de Barcelona como espacio de combate underground significaba que la experiencia ten¨ªa que ganar relevancia en la ciudad. En 1969 destacaba la comuna que hab¨ªan fundado en el Tibidabo el m¨²sico Pau Riba y Merc¨¨ Pastor. La polic¨ªa la cerr¨® en 1970 y el matrimonio se desplaz¨® a Formentera.
El mundo tambi¨¦n giraba en la Casa Full¨¤, el edificio dise?ado por unos j¨®venes arquitectos ?scar Tusquets y Llu¨ªs Clotet. Concebido como un edificio experimental para que los vecinos socializaran entre ellos, por la Casa Full¨¤, en el barrio del Guinard¨®, pasaron nombres de la cultura como Pau Maragall, Joan Brossa, Marta Pessarrodona, Anna Briongos, Vict¨°ria Combalia o V¨ªctor Jou. En la calle de Comer? hubo en 1974 la comuna de El Rrollo enmascarado, c¨®mic prohibido por las autoridades franquistas. Sus creadores all¨ª viv¨ªan, organizaban sus saraos y trabajaban en comuni¨®n. Estaban Nazario, los hermanos Farriol y Javier Mariscal como nombres destacados. Despu¨¦s trasladaron brevemente a un caser¨ªo alquilado por Mariscal en Ibiza. ¡°Con la colecci¨®n de discos de los hermanos Farriol y Enric Segura, mientras trabaj¨¢bamos pod¨ªamos escuchar a todo trapo la m¨²sica m¨¢s moderna¡±, recuerda Nazario en el cat¨¢logo: ¡°Los d¨ªas y las noches se suced¨ªan con el ¨²nico horario de las comidas, los bailes en el Bar London o en el Caf¨¦ de la ?pera y, luego, en Zeleste, donde consegu¨ªamos algunos cuartos ideando escenograf¨ªas para actuaciones¡±.
Zeleste
En la comuna de la Casa Full¨¤ concibi¨® el futuro empresario V¨ªctor Jou la idea de Zeleste. Jou y sus compa?eros quer¨ªan reproducir las salas de m¨²sica de Londres en las que los m¨²sicos tocaban cerca del p¨²blico y se facilitaba la interacci¨®n. R¨¢pidamente la Sala Zeleste de la calle de Argenteria, en el barrio del Born, se convirti¨® en el espacio de referencia de la creaci¨®n musical del momento con Jaume Sisa, Pau Riba, la Companyia El¨¨ctrica Dharma o Gato P¨¦rez al frente. Fue el Gato quien bautiz¨® el movimiento en Zeleste como ¡°m¨²sica layetana¡±, un corriente colectivo con m¨²ltiples estilos: del jazz al nuevo folk o a la psicodelia, del rock progresivo a la rumba.
Zeleste fue tambi¨¦n discogr¨¢fica con Edigsa, responsables de lanzar discos emblem¨¢ticos como el retorno de Sisa, Qualsevol nit pot sortir el sol, en 1975. El m¨ªtico ¨¢lbum se present¨® en 1974 en Zeleste acompa?ado por el colectivo de dibujantes de El Rrollo, que ilustraron el ¨¢lbum con el c¨®mic Diploma d¡¯Honor.
Nazario
El c¨®mic fue uno de los ¨¢mbitos en los que se rompieron m¨¢s esquemas. La osad¨ªa en los contenidos y en el trazo que surgi¨® en los setenta era inaudito en Espa?a y tambi¨¦n llam¨® la atenci¨®n a nivel internacional. El incordio al franquismo y al cambio de r¨¦gimen tuvo como abanderados a revistas como Por favor o El Papus, pero quienes fueron m¨¢s lejos fueron los underground y entre ellos Nazario Luque fue el paradigma. Quiz¨¢ su creaci¨®n m¨¢s ic¨®nica es la portada para la revista Comix de 1976 dedicada a Take on the wild side de Lou Reed. Un hombre con aspecto de cyborg y chupa de cuero mir¨¢ndote de cara en una calle de mala muerte. La ilustraci¨®n era tan potente que Reed la utiliz¨® [sin permiso] para la portada del ¨¢lbum Live: Take no prisoners.
Nazario llev¨® al l¨ªmite el sistema en multitud de ocasiones, como con el c¨®mic La Pira?a Divina, secuestrado por la justicia, que llev¨® el fin del franquismo a los extremos de libertad de expresi¨®n que requer¨ªa la llegada de la democracia. Era el verano de 1975 y el propio Nazario se encarg¨® de vender copias autoeditadas en el festival Canet Rock. En La Pira?a Divina aparece San Reprimonio, del que el Vaticano conserva su falo en Roma, que cada s¨¢bado por la noche eyacula milagrosamente.
Nazario describe en el cat¨¢logo de la exposici¨®n del Palau Robert el ambiente del que sal¨ªan aquellos misiles contra la sociedad ¡°ro?osa y carca¡± que apuntaba Castillo, el de la comuna de dibujantes de la calle del Comer?: ¡°Viv¨ªamos pr¨¢cticamente de noche, dibuj¨¢bamos colocad¨ªsimos de marihuana, centraminas, bustaids y minilips, cosa que provocaba histerismos, carreras, alucinaciones y locas creaciones que se esfumaban al d¨ªa siguiente con la resaca¡±.
Del LSD a la hero¨ªna
¡°?Quieres saber cuando es que veo / entre una grisura casi espectral / una vaga luz que se enciende con suavidad. / Y mil nubes de colores / que pueden tocarse con las manos / mil efectos de agua y luz mil tonalidades suaves, / como en un film de Hollywood?¡±. Al mat¨ª a trenc d¡¯alba fue en 1969 la primera canci¨®n psicod¨¦lica catalana, asegura Underground i contracultura. El autor, Pau Riba, describ¨ªa un viaje con LSD. Las drogas fueron una parte indisociable de la revuelta contracultural, como lo hab¨ªa sido del movimiento hippy. Pero la experimentaci¨®n fue m¨¢s lejos.
El LSD fue la sustancia psicod¨¦lica que transform¨® la creaci¨®n en los sesenta y que abri¨® las puertas a la b¨²squeda de nuevas sustancias en los setenta. En el cat¨¢logo coordinado por Ribas se habla del LSD como ¡°el sacramento¡± que permit¨ªa ¡°que lo que empieza en el individuo se proyecte en todo lo que le rodea¡±. El libro presenta a un personaje clave en este viaje, el artista y activista Dami¨¤ Escuder: ¡°Para la cultura del LSD y el hipismo en Catalu?a fue importante la aportaci¨®n de Escuder en las revistas Serra d¡¯Or y Pres¨¨ncia. Escuder fue el gur¨² de Pau Riba, Sisa y Pau Malvido¡±.
La influencia de las drogas en la d¨¦cada de los setenta concluy¨® con la sacudida de la hero¨ªna. ¡°No era una sustancia m¨¢s¡±, subraya Underground y contracultura en la Catalu?a de los 70: ¡°Algunos la vieron como una droga contrarevolucionaria que representaba el nihilismo. Otros la consideraban una sustancia extrema y transgresora; quiz¨¢ por ello la utilizaron como b¨¢lsamo para mitigar la ansiedad por las m¨²ltiples decepciones, entre las que se contaban la imposibilidad de crear una alternativa real.
Ajoblanco
La proliferaci¨®n de ideas y experiencias cataliz¨® en un rico ecosistema de revistas contraculturales. De todas, Ajoblanco fue la que alcanz¨® m¨¢s quorum e influencia intelectual. El n¨²mero uno de la revista aparec¨ªa en 1974 con un equipo formado por Pepe Ribas, Toni Puig, Ana Castellar, Quim Monz¨®, Luis Racionero, Albert Abril, Claudi Monta?¨¢ y los dise?os de Cesc Serrat. ¡°1. Porque no queremos una cultura de imbecilistas. 2. Porque ya estamos hartos de divinidades, sacerdocios y ¨¦lites industrial-culturalistas. 3. Porque queremos intervenir, provocar, facilitar y usar de una cultura creativa. 4. Porque todav¨ªa somos utopistas¡±. Estos eran los primeros puntos del manifiesto fundacional de Ajoblanco.
Aquel 1974 naci¨® Star, la otra revista de peso de la ¨¦poca. Fundada y dirigida por Juanjo Fern¨¢ndez hasta su desaparici¨®n en 1980, Star sufri¨® m¨²ltiples sanciones por su radicalidad de estilo y tem¨¢tica. En Star se public¨® Nosotros los malditos, una serie de art¨ªculos de Pau Maragall ¡ªo Pau Malvido, su nombre creativo¡ª que levantaron una suerte de acta notarial de la contracultura en Barcelona. ¡°Ahora que las revistas hablan tanto de los movimientos juveniles, de los hippies, de los anarquistas y de los comuneros, nosotros, que ya tenemos m¨¢s de 25 a?os y que formamos parte de las primeras tribus barcelonesas de hippies y freaks, queremos explicar algunas cosas para vacilar a propios y extra?os¡±. As¨ª comenzaba el primer texto de Nosotros los malditos.
La utop¨ªa libertaria
Barcelona, afirma el artista Juan Bufill, fue en 1977 ¡°la capital mundial de la utop¨ªa libertaria¡±. Recuerda Bufill en el cat¨¢logo que unas 300.000 personas participaron en julio de aquel a?o en un mitin de la CNT en la monta?a de Montjuic. ¡°Pero la vieja guardia anarquista est¨¢ en otro planeta, en otra ¨¦poca¡±, dice Bufill. Pocos d¨ªas m¨¢s tarde se celebrar¨ªan las Jornadas Libertarias, con la CNT formando parte de la organizaci¨®n, pero tambi¨¦n otros colectivos como Ajoblanco. En el desaparecido teatro Sal¨®n Diana y el parque G¨¹ell, entre otros espacios, durante cuatro d¨ªas se sucedieron debates y expresiones art¨ªsticas, en un ambiente revolucionado de ruptura con el franquismo. Participaron nombres como Noam Chomsky y Daniel Cohn-Bendit, Sisa y Fernando Fern¨¢n G¨®mez.
¡°La liberaci¨®n extrema¡± de las jornadas libertarias, en palabras de Bufill, eran la culminaci¨®n de la recuperaci¨®n de los ateneos libertarios de barrio, ¡°una cultura que investiga la realidad para transformarla, basada en pedagog¨ªa activa y antiautoritaria y que tiende a suprimir la divisi¨®n entre trabajo manual e intelectual¡±, anotaba Javier Losilla en Ajoblanco. ¡°Las asociaciones de vecinos desconf¨ªan¡±, asegura el cat¨¢logo, ¡°porque pierden el control y ven peligrar la hegemon¨ªa comunista¡±.
Las Ramblas
Las Ramblas fueron el ¨¢gora de la contracultura barcelonesa, la arteria donde se hizo visible el pulso al sistema. ¡°Ir a La Rambla se convirti¨® en un ritual, all¨ª conflu¨ªa todo¡±, evoca uno de los componentes de Ajoblanco, Fernando Mir: ¡°Era el sitio donde quedar, encontrarse, hacer planes, hablar de proyectos muchas veces desmesurados, establecer contactos, conseguir empleos, ligar¡±. Era en Las Ramblas donde Nazario, Oca?a y Guijarro fueron detenidos y agredidos por la polic¨ªa en 1978 por una de sus celebres performances callejeras; es donde el dibujante Pepichek desafiaba la censura en 1974 en Pauperrimus comix; tambi¨¦n es donde el desencanto con los primeros pasos hacia la democracia desembocaba en manifestaciones y enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.
La d¨¦cada conclu¨ªa con unas Ramblas que dieron paso a un paisaje delictivo y a un ambiente de desconfianza. La experiencia libertaria, esta es la conclusi¨®n de Underground y contracultura, termina precisamente con la llegada de la democracia y el triunfo del individuo frente la utop¨ªa colectiva. Tamb¨¦ fue en los aleda?os de Las Ramblas donde muri¨® Pau Maragall, en 1994, de una sobredosis de hero¨ªna. Maragall fue uno de los motores, y al mismo tiempo v¨ªctima, de un movimiento que cambi¨® Espa?a; un pa¨ªs, como escribi¨® ¨¦l, en el que, frente a una dictadura moribunda, la sociedad ¡°se ve¨ªa obligada a pasar de alguna manera de todo. A pasar de todo calladamente, en cualquier rinc¨®n¡±. Hasta que el peque?o de los Maragall y su generaci¨®n apretaron el acelerador.