La lengua como mecha
Habr¨¢ que insistir: no hay conflicto ling¨¹¨ªstico en las escuelas. No hay persecuci¨®n por defender el castellano. El catal¨¢n, como lengua minorizada por los efectos de la globalizaci¨®n comunicativa, est¨¢ de nuevo en retroceso
Que el ruido no nos haga, adem¨¢s de sordos, ciegos. Cuando la esfera p¨²blica se llena de griter¨ªo y de hip¨¦rbole la moderaci¨®n y la cordura suelen quedar sepultadas por los decibelios y la neblina de relatos distorsionados acaba ocultando la realidad de las cosas. Eso es lo que est¨¢ ocurriendo con el debate de la lengua, ese instrumento que deber¨ªa servir para comunicarnos y que en la pol¨ªtica catalana y espa?ola se utiliza para zarandearnos. Pero habr¨¢ que insistir: no hay conflicto ling¨¹¨ªstico en las escuelas. No hay enfrentamiento entre padres. No hay persecuci¨®n por defender el castellano. No hay apartheid en Catalu?a. No los hay, por mucho que ese sea el relato que intentan imponer ciertos medios prestos siempre a alimentar el anticatalanismo en defensa de los intereses electorales del tridente de la derecha.
Lo que hay son unas fuerzas pol¨ªticas que llevan a?os intentando prender un incendio social en Catalu?a utilizando la lengua y la mentira sobre la lengua como mecha, unos tribunales que se arrogan la funci¨®n del legislador y unas minor¨ªas independentistas ahora frustradas y radicalizadas que insensatamente est¨¢n cayendo en la provocaci¨®n. Y mientras tanto la salud del catal¨¢n se deteriora. Los ¨²ltimos datos sobre el retroceso del uso social indican que ese supuesto totalitarismo ling¨¹¨ªstico, que seg¨²n los detractores de la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica se ejerce en Catalu?a, no debe ser tal a la vista de los resultados. Y el hecho de que, pese a todo el arsenal pol¨ªtico y jur¨ªdico puesto a su disposici¨®n, apenas unas ochenta familias hayan pleiteado para exigir el biling¨¹ismo en el aula confirma que, en la realidad, ni de lejos hay tanto descontento como se proclama.
Deber¨ªamos escapar del marco mental de la confrontaci¨®n e ir a lo que importa, y es que el catal¨¢n, como lengua minorizada por los efectos de la globalizaci¨®n comunicativa y la llegada de nuevos contingentes migratorios de habla castellana, est¨¢ de nuevo en retroceso. Y que hay que seguir protegi¨¦ndolo asegurando que todos los escolares alcancen plenas competencias en ambas lenguas y dominen adem¨¢s un idioma extranjero. Lo importante es siempre el resultado final. En cada nuevo contexto se pueden discutir las f¨®rmulas m¨¢s id¨®neas para que el resultado sea un biling¨¹ismo competente, pero ese es un debate que deber¨ªamos confiar a los expertos.
La inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica ha concitado en Catalu?a el mayor consenso. La ley de normalizaci¨®n de 1983 se aprob¨® con una sola abstenci¨®n y la Ley de Pol¨ªtica Ling¨¹¨ªstica de 1998 obtuvo el 80% de los votos del Parlament. Es una f¨®rmula de ¨¦xito reconocida internacionalmente que ha permitido que el catal¨¢n siga vivo y ha asegurado la igualdad de oportunidades al garantizar que escolares de origen inmigrante pudieran alcanzar las competencias ling¨¹¨ªsticas necesarias para integrarse plenamente. Pero todo evoluciona. Tambi¨¦n la realidad a la que sirve.
Antes de que las recientes sentencias fijaran un 25% de materias en castellano ya se hab¨ªa planteado la necesidad de revisar y flexibilizar la metodolog¨ªa de aprendizaje en funci¨®n del contexto socioling¨¹¨ªstico. Un extenso documento de 74 p¨¢ginas publicado por el Departamento de Educaci¨®n en octubre de 2018 bajo el mandato de Josep Bargall¨®, de ERC, propon¨ªa que ¡°las lenguas curriculares (catal¨¢n, castellano y extranjeras) se traten como lenguas de aprendizaje y como veh¨ªculo de contenidos durante el tiempo lectivo y escolar de acuerdo con los proyectos ling¨¹¨ªsticos de cada centro¡±.
El documento defend¨ªa el catal¨¢n como lengua propia y vehicular de la educaci¨®n y la inmersi¨®n en catal¨¢n en aquellos lugares donde el castellano fuera la lengua predominante. Pero tambi¨¦n preve¨ªa que ¡°en los contextos en los que el castellano no tiene esa fuerza social y no es la primera lengua de buena parte de los alumnos habr¨¢ que hacer un enfoque did¨¢ctico pr¨®ximo al que utilizamos con las segundas lenguas (inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica en el caso del catal¨¢n). Si el n¨²mero de horas de exposici¨®n a esta lengua no fuera suficiente para alcanzar, al acabar el sistema educativo, el mismo nivel de catal¨¢n y de castellano, el centro decidir¨¢, en su proyecto ling¨¹¨ªstico, incorporar bloques de contenidos curriculares en castellano y planificar¨¢ actividades que potencien la expresi¨®n oral de los alumnos¡±.
Ser¨¢ interesante ver el resultado del informe que ha encargado el consejero Gonz¨¢lez Cambray sobre el uso real de cada lengua en los centros educativos. La intransigencia, sea del lado que sea, va en contra de los intereses de los alumnos. Excluir cualquier posibilidad de ofrecer materias en castellano, como sostienen quienes en su d¨ªa arremetieron contra el documento de Bargall¨® y ahora llaman a tomar la direcci¨®n de los centros y a desobedecer las sentencias, perjudica a los alumnos de las zonas con predominio catalanoparlante. Y quienes de forma intransigente recurren a los tribunales para acabar con la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica, perjudican a los escolares de las zonas con fuerte presencia del castellano. Y en medio de esta guerra, lo peor que le puede pasar al catal¨¢n es quedar emparedado en dos intransigencias y que sean los tribunales los que acaben decidiendo la pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica.
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