El absentismo creci¨® entre los alumnos gitanos de Catalu?a por la pandemia
¡°No podemos condenarles al fracaso escolar¡±, afirma el director de una escuela
De los 650 alumnos del instituto escuela Antaviana de Barcelona, casi un centenar son de etnia gitana. Gracias a un intenso trabajo antes de la pandemia, el centro hab¨ªa logrado que casi desapareciera el absentismo cr¨®nico de este colectivo. Pero el coronavirus lo cambi¨® todo. Durante el confinamiento, esos alumnos no pod¨ªan seguir las clases telem¨¢ticas por la precariedad de su entorno. Y, con el reinicio de las clases, hubo muchas reticencias. ¡°Son familias protectoras y con miedo; en muchas muri¨® alg¨²n familiar o hay personas de riesgo¡±, explica el director, Francesc Freixenet.
Con el tiempo y un trabajo constante para que las familias recuperasen la confianza, muchos alumnos volvieron al aula progresivamente. Con todo, el centro admite que a¨²n hay unas 80 familias que se ausentan de forma intermitente. Y, lo peor, una quincena de alumnos no ha vuelto desde el inicio de la pandemia, hace dos a?os. Este y otros centros piden m¨¢s recursos para atajar el problema. ¡°No hay que tener miedo a hablar de ello. Faltan medidas para asegurar que estos ni?os tengan los mismos derechos, no podemos condenarlos al fracaso escolar¡±, exige Freixenet.
Las estad¨ªsticas sobre absentismo escolar son uno de los agujeros negros del sistema: no se publican oficialmente y es dif¨ªcil tener datos detallados. El Departamento de Educaci¨®n ha dejado de pedir los datos a los centros este a?o ¡°para no cargarlos con m¨¢s tareas administrativas¡±. En el curso 2018-19, antes de la pandemia, el absentismo fue del 3,23% en educaci¨®n infantil y del 1,24% en primaria. En noviembre de 2020, el entonces consejero, Josep Bargall¨®, admiti¨® en el Parlament que hab¨ªa crecido un 20% y estaba focalizado en alumnos ¡°de grupos sociales¡± concretos y en familias vulnerables. El Consorcio de Educaci¨®n de Barcelona, por su parte, solo recopila los casos en que las faltas superan el 50%; as¨ª, seg¨²n sus datos, en el curso pasado se registr¨® un 0,47% de este absentismo muy grave, casi el doble que el del curso anterior a la pandemia (0,28%).
M¨¢s all¨¢ de las cifras, los centros que concentran un elevado porcentaje de alumnado de etnia gitana alertan de que la pandemia se ha cebado en este colectivo. Un instituto escuela de L¡¯Hospitalet ¡ªque prefiere mantener el anonimato para evitar la estigmatizaci¨®n¡ª con un 65% de alumnado gitano se?ala que del casi 15% de absentismo intermitente de antes de la pandemia ha llegado al 20% actual, aunque pasando por picos del 40 y del 50% cuando los contagios, y el miedo a ellos, se dispararon. Cinco de sus alumnos no han vuelto en dos a?os. Algo parecido vivieron en el instituto escuela El Til¡¤ler de Barcelona. Del 15% de absentismo antes del coronavirus, iniciaron el curso pasado con un 70%, que redujeron al 12% al principio del vigente y al 7% ahora.
¡±El confinamiento produjo una desconexi¨®n de muchas familias gitanas y, en el reinicio de las clases, el absentismo aument¨®¡±, explica Miguel Jim¨¦nez, responsable de educaci¨®n de la fundaci¨®n Secretariado Gitano de Catalu?a. Jim¨¦nez ve dos motivos: ¡°El miedo, debido al fallecimiento o a la existencia de personas vulnerables en el seno familiar; y la desinformaci¨®n o la informaci¨®n contradictoria sobre el virus que hizo que, ante la duda, los padres no llevaran a sus hijos a la escuela¡±. ¡°Algunos alumnos que asist¨ªan a clase se convirtieron en absentistas tras el confinamiento porque no pudieron seguir las clases telem¨¢ticamente y al volver se sintieron desconectados y les costaba seguir¡±, a?ade Miguel ?ngel Franconetti, de la fundaci¨®n Pere Closa, que se dedica a la promoci¨®n del pueblo gitano.
El p¨¢nico al virus llev¨® a los padres de Rosario Cort¨¦s, estudiante de 4? de ESO de El Til¡¤ler, a no dejarla volver inmediatamente. ¡°Ten¨ªan miedo porque hubo dos muertes en la familia. Pero despu¨¦s de tres semanas, vieron que todo iba bien y me dejaron volver¡±, explica la joven, que planea continuar con la FP para ser enfermera pedi¨¢trica, y asegura que su familia la anima a seguir. A su compa?ero de clase Caramelo Gon?alves le cost¨® m¨¢s volver. ¡°Me dijeron: o la salud o los estudios. Y elegimos la salud¡±, cuenta en el patio, siempre con la mascarilla puesta, como su compa?era. Gracias a la intervenci¨®n del promotor de la escuela, en dos meses hab¨ªa vuelto a clase. Quiere ser profesor de primaria.
El promotor
Las escuelas organizaron visitas para que las familias pudieran ver las medidas de seguridad que estaban aplicando y ganaran tranquilidad. Pero la figura del promotor tambi¨¦n jug¨® un papel esencial. Son miembros del colectivo gitano que ejercen de mediadores y dan apoyo a alumnos, familias y profesores: ¡°Con los estudiantes se hace un trabajo de orientaci¨®n, de apoyo emocional, y se les anima a seguir con los estudios. Con las familias se habla para que conf¨ªen en la escuela y se les haga part¨ªcipes. Y a los profesores se les orienta en cultura gitana para que les sea m¨¢s f¨¢cil acercarse a estos alumnos¡±, explica Isaac Heredia, el promotor de El Til¡¤ler, uno de los 30 que la Fundaci¨®n Pere Closa ha desplegado en 150 centros gracias a un convenio con la Generalitat. La clave es que son un referente para los j¨®venes. ¡°Es un privilegio contar con Isaac. Ves que ¨¦l ha cumplido sus sue?os y eso te motiva¡±, resalta Caramelo.
Los centros piden dar m¨¢s visibilidad al problema del absentismo y reclaman recursos. ¡°Estos alumnos tienen que lograr su lugar en la sociedad porque son el futuro¡±, a?ade Domi Vi?as, directora de El Til¡¤ler. Los j¨®venes tambi¨¦n saben que no les espera un camino f¨¢cil. ¡±Es una lucha doble porque siempre va a haber alguien que te diga que no vas a poder¡±, incide Rosario Cort¨¦s.
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