Lo que nunca muere
El d¨¦ficit de inversiones del Estado en Catalu?a se ha mantenido en el tiempo porque nadie ha tenido el valor de cambiar la tendencia que empez¨® a percibirse a finales de los ochenta
¡°Desde hace m¨¢s de una d¨¦cada se est¨¢ produciendo un fuerte proceso de concentraci¨®n de los centros de decisi¨®n econ¨®mica. En el caso de nuestro pa¨ªs, las pol¨ªticas estatales son un factor determinante de esta tendencia a la centralizaci¨®n¡±. P¨¢rrafo perfectamente vigente a pesar de haber sido redactado hace 20 a?os. Octubre de 2001. Un alarmado Cercle d¡¯Economia a?ad¨ªa que, de mantenerse en el tiempo, ¡°acabar¨¢ generando desequilibrios econ¨®micos territoriales y p¨¦rdidas de capacidad de crecimiento de la econom¨ªa en su conjunto¡±. Y aqu¨ª estamos.
La publicaci¨®n esta semana del nivel de inversiones del Estado el a?o pasado ha evidenciado el cumplimiento de aquel pron¨®stico. Catalunya ha visto ejecutado solo el 35% de lo previsto mientras Madrid se beneficiaba del 184%. Y, aunque el ministerio m¨¢s se?alado intente paliar el efecto con porcentajes relativos y curvas coloreadas, lo cierto es que esta corriente se ha mantenido en el tiempo porque nadie ha tenido el valor de cambiar la tendencia que empez¨® a percibirse a finales de los ochenta y se encumbr¨® con la presidencia de Aznar. Fue entonces cuando los diferentes agentes socioecon¨®micos catalanes que hab¨ªan aplaudido el cambio pol¨ªtico empezaron a alzar su voz disgustada. Siguieron en marzo de 2007 en un celebrado acto donde se reclam¨® la descentralizaci¨®n de la gesti¨®n del aeropuerto del Prat, que hoy sigue pendiente. Tiempos de gobierno del tripartito cr¨¦dulo con las siempre et¨¦reas promesas de Zapatero.
Pero a¨²n sonre¨ªan las euf¨®ricas burbujas que empezar¨ªan a explotar meses m¨¢s tarde hasta constatar la tozuda realidad por dictado de Bruselas y choque con la crisis mundial. ?pocas aquellas de los ¨²ltimos estentores de la gran fantas¨ªa, cuando exist¨ªa todav¨ªa una confianza desorbitada en la capacidad y la potencia de Catalunya que ahora se ha visto directamente proporcional a su progresiva desinflamaci¨®n tras el estr¨¦pito del proc¨¨s. Cuando el gran capital que se quiso mediador y acab¨® frustrado, abandon¨® el barco a su suerte y cambi¨® su mirada acusadora porque ya ten¨ªa un culpable f¨¢cil. Y hete aqu¨ª que ahora tiene que volver a su propio redil para asumir que su voz no se escucha porque su fuerza ha menguado.
Es el mundo de ayer que acumula decenios de leg¨ªtimas aspiraciones a una bicapitalidad que nunca se asom¨® al balc¨®n por mucho que la parte m¨¢s entusiasta del p¨²blico lo reclamara. De un nivel de inversiones acorde con el equilibrio territorial equivalente a su valor de aportaci¨®n. Para que todo respondiera a la l¨®gica del mercado y sus cualidades, a las esperanzas de la ciudadan¨ªa y sus necesidades. Para que todos gan¨¢ramos si el Estado ganaba y el reparto fuera ecu¨¢nime una vez el territorio consiguiera ser homog¨¦neo en prestaciones y equilibrado en servicios. Tampoco.
No hace falta recordar el recurso a los agravios comparativos, hoy universalizados, convertidos en una suerte de nacionalismos impostados de regiones sin naci¨®n y naciones sin concepto. Y de aquel clamoroso desprop¨®sito que gritaba ¡°Espanya ens roba¡± hoy nos llega el l¨®gico ¡°Catalunya s¡¯indigna¡± para satisfacci¨®n del independentismo durmiente.
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