Repensar la ciudad de los cinco millones
La Barcelona extensa ya no se limita a la primera corona urbana: el gran reto es ahora lograr un modelo de gobernanza y una planificaci¨®n estrat¨¦gica que abarque los 199 municipios de la regi¨®n metropolitana
La ciudad es algo m¨¢s que unas instituciones y unos l¨ªmites administrativos. Es el conjunto de relaciones e interdependencias econ¨®micas, sociales y culturales que se generan en un territorio y desde este punto de vista, la metr¨®polis de Barcelona hace tiempo que desbord¨® los estrechos l¨ªmites de su t¨¦rmino municipal para abarcar una realidad urbana cada vez m¨¢s extensa e interdependiente. Hasta hace poco el marco de referencia de la Barcelona extensa eran los 126 municipios del ?rea Metropolitana, pero este l¨ªmite ha saltado tambi¨¦n por los aires. Ahora esa red de interdependencias es una regi¨®n metropolitana que abarca 199 municipios de nueve comarcas y suma 5.420.709 habitantes.
Esa es la potencia con la que Barcelona se proyecta al mundo en un momento de concentraci¨®n acelerada de la poblaci¨®n en grandes conurbaciones. El 60% de la poblaci¨®n mundial, unos 2.600 millones de personas, vive ya concentrada en m¨¢s de 2.000 ¨¢reas metropolitanas y se estima que en 2035 ser¨¢n 3.400 millones. En este contexto, Barcelona no deja de ser una metr¨®polis peque?a. Cada vez m¨¢s peque?a, de hecho, seg¨²n los datos aportados por el ge¨®grafo Oriol Nel.lo en unas jornadas de la Fundaci¨®n Catalunya Europa sobre la proyecci¨®n internacional de Barcelona. En 1970, con 3,5 millones de habitantes, la regi¨®n metropolitana de Barcelona era la n¨²mero 28 del mundo en poblaci¨®n; en el 2.000, con 4,4 millones, la 55 y en 2015, con m¨¢s de 5 millones, era ya la n¨²mero 70.
En este mundo interdependiente, el peso demogr¨¢fico no lo es todo pero cuenta mucho. La ciudad act¨²a como im¨¢n demogr¨¢fico porque ejerce como polo de oportunidades. Pero dif¨ªcilmente puede haber proyecci¨®n internacional sin progreso interno. Richard Florida, uno de los gur¨²s de la competitividad econ¨®mica, se?alaba hace una d¨¦cada que la clave del ¨¦xito de una ciudad global eran el talento, la tecnolog¨ªa y la tolerancia. Eso es lo que permit¨ªa que florecieran unas clases creativas capaces de dinamizar la econom¨ªa. Barcelona cumple los tres requisitos, pero como pusieron de manifiesto muchos otros autores, y el mismo Florida acab¨® reconociendo, no son suficientes para progresar. Se puede ser una ciudad puntera tecnol¨®gicamente, creativa y emprendedora, pero invivible por la contaminaci¨®n, la inseguridad o la desigualdad. Para decirlo en t¨¦rminos simples: la cohesi¨®n social es m¨¢s importante para generar bienestar y riqueza que tener una ¨¦lite muy emprendedora.
Barcelona necesita repensarse como metr¨®poli para afrontar los retos que tiene por delante, que pueden resumirse en una creciente segregaci¨®n social y territorial, con barrios y municipios que concentran tasas peligrosas de vulnerabilidad y procesos de gentrificaci¨®n que ya no se limitan al n¨²cleo central. Repensar la ciudad extensa es lo que intenta el Plan Estrat¨¦gico Metropolitano de Barcelona con el documento Compromiso Metropolitano 2030. Lo m¨¢s interesante de esta iniciativa es la metodolog¨ªa: un proceso de deliberaci¨®n en el que han participado todos los actores posibles para definir una serie de objetivos trasversales que tengan capacidad transformadora, siguiendo el modelo de planificaci¨®n estrat¨¦gica basado en misiones de la economista Mariana Mazzucato, fundadora del Institute for Innovation and Public Purpose de l¡¯University College de Londres.
El documento formula ocho misiones que tienen como objetivo com¨²n reducir las desigualdades sociales y territoriales y afrontar la emergencia clim¨¢tica. Para poder cumplir cada una de esas misiones hay que cambiar muchas cosas. Por ejemplo, la primera misi¨®n -que el tejido econ¨®mico dedique un m¨ªnimo del 1,2% del PIB a inversi¨®n privada en Investigaci¨®n y Desarrollo- exigir¨¢ aunar muchas voluntades, tanto p¨²blicas como privadas. Con la segunda misi¨®n, que propugna un salario m¨ªnimo metropolitano digno, se trata de garantizar que ese desarrollo se haga con mayor justicia social. Lo mismo ocurre con la misi¨®n de reducir un 45% de las emisiones de efecto invernadero: alcanzar ese objetivo exige m¨¢s energ¨ªas renovables y menos combustibles f¨®siles, es decir, cambiar el modelo productivo y de movilidad. Muy interesante es tambi¨¦n la misi¨®n de que el 60% de la dieta de la poblaci¨®n sea a base de alimentos de proximidad, porque eso tendr¨¢ importantes efectos sobre la salud pero tambi¨¦n sobre el comercio y la agricultura. Mucho habr¨¢ que planificar y hacer tambi¨¦n, en materia de urbanismo, de vivienda y de fiscalidad interna, para asegurar la misi¨®n de que la poblaci¨®n de rentas bajas no supere el 25% en el conjunto de los barrios vulnerables.
Para poder llevar a t¨¦rmino cualquier planificaci¨®n estrat¨¦gica, sin embargo, falta decidir algo que es fundamental y que los partidos se resisten a abordar: el modelo de gobierno metropolitano necesario para lograr esas transformaciones. Un gran elefante en la habitaci¨®n.
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