Cuando Fabi¨¤ Estap¨¦ se atrincher¨® con un cuadro barroco y otras historias del Museo del Prado en Barcelona
Un libro cataloga y estudia los avatares de las pinturas que el centro patrimonial madrile?o tiene depositados en la Universidad de Barcelona desde hace m¨¢s de un siglo
La disputa con el Museo del Prado hab¨ªa alcanzado su punto ¨¢lgido cuando el influyente economista Fabi¨¤ Estap¨¦, entonces rector de la Universidad de Barcelona (1969-1971), decidi¨® fotografiarse con el objeto del deseo. Era una declaraci¨®n de intenciones. Estap¨¦, con la mano apoyada en un escritorio de madera robusta, con gesto solemne, pone el cuerpo delante de la curiosamente llamada Mesina restitu¨ªda a Espa?a (1678), una pintura aleg¨®rica barroca de Luca Giordano, el artista m¨¢s presente en el dep¨®sito que el Museo del Prado tiene en la UB desde hace m¨¢s de un siglo. ¡°Sabedor de que la Mesina, simbolizada por una mujer, era una de las pinturas m¨¢s valiosas, literalmente se atrincher¨® con el lienzo en el propio despacho¡±, relata Ram¨®n Dilla, profesor de Historia del Arte en la UB, en uno de los art¨ªculos del libro Las pinturas de la Universidad de Barcelona (I), donde una treintena de expertos cataloga y estudia los avatares de los 56 cuadros custodiados. La historia, sin embargo, hab¨ªa empezado unos a?os antes.
El 5 de diciembre de 1968, la direcci¨®n del Prado hab¨ªa enviado una carta con la intenci¨®n de repatriar tanto la Mesina como otras obras del dep¨®sito. El tono de la misiva, cabe decir, mostraba cierto enfado. Se acusaba a la direcci¨®n de haber dispuesto de las obras sin su permiso (realizando restauraciones, envi¨¢ndolas a exposiciones...), algo que el rectorado negaba. El documento conclu¨ªa argumentando que, en ese momento, la universidad no era un ¡°centro de tranquilidad¡±. Las acciones estudiantiles durante el tardofranquismo llevaban un tiempo reproduci¨¦ndose.
En el 66, por ejemplo, hab¨ªa tenido lugar la famosa Capuchinada, una asamblea del Sindicato Democr¨¢tico de Estudiantes de la Universidad de Barcelona con centenares de asistentes que deriv¨® en el asedio ¡ªpor parte de la polic¨ªa franquista¡ª del convento de los capuchinos de Sarri¨¤, donde se concentraban. Y poco despu¨¦s de aquella carta, en el 69, un grupo de estudiantes hab¨ªa asaltado el rectorado y hab¨ªa defenestrado el busto de Franco que presid¨ªa el Paraninfo.
El objetivo de Estap¨¦, ¡°un rector sensible a los s¨ªmbolos culturales y patrimoniales de la instituci¨®n¡±, recuerda Dilla, era en todo caso una maniobra dilatoria. El 23 de octubre de 1973 el Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia emiti¨® una orden de devoluci¨®n de la Mesina, a petici¨®n de la direcci¨®n del Prado. La obra fue retornada. Pero s¨®lo un a?o despu¨¦s, cuando Estap¨¦, que durante ese tiempo hab¨ªa contribuido a implementar el Plan de Desarrollo que continu¨® el de Estabilizaci¨®n de 1959, aquel que transform¨® la econom¨ªa espa?ola, finaliz¨® su segunda etapa como rector.
Las turbulencias de aquellos a?os continuaron por un breve periodo de tiempo. Posteriormente, la colaboraci¨®n entre ambas instituciones ha sido plenamente satisfactoria, recordaron recientemente representantes de ambas instituciones durante la presentaci¨®n del mencionado libro, coordinado tanto por Dilla como por S¨ªlvia Canalda. En este, la Mesina representa solo un ejemplo de las permutas que ha vivido el dep¨®sito desde que la UB lo custodia en 1877, sobre todo en el edificio hist¨®rico de plaza Universitat (que este a?o cumple su 150 aniversario), salvo unos pocos cuadros en la Facultad de Medicina y en la de Econom¨ªa y Empresa. La colecci¨®n, en todo caso, siempre se ha mantenido en 56 obras.
Un museo a la vista de todos
En otras ocasiones, detalla el libro, las pinturas se han marchado por un tiempo a exposiciones, y han vuelto posteriormente. El caso m¨¢s importante es el de Cristo en la piedra fr¨ªa (1615), de Eugenio Caj¨¦s, una de los lienzos m¨¢s estudiados y solicitados en exhibiciones ¡ªcomo en Madrid o Boston¡ª en los ¨²ltimos a?os. Cuando uno entra en la biblioteca del edificio hist¨®rico de la UB, se puede observar la pintura elevada sobre las cabezas de los estudiantes, sin que apenas sea percibida.
En la misma sala, al otro extremo, est¨¢ situada otras de las obras del dep¨®sito, la de Felipe II presidiendo un auto de fe (1871), de Domingo Valdivieso y Henarejos. Es un lienzo ¡°con fines claramente propagand¨ªsticos¡±, que intentaba incentivar una nueva visi¨®n del Estado en el siglo XIX, despu¨¦s de las guerras napole¨®nicas y la Constituci¨®n liberal de 1812, seg¨²n Irene Gras, encargada de su estudio. La pieza, de tem¨¢tica hist¨®rica, representa una de las cuatro categor¨ªas en las que el libro ha dividido el dep¨®sito, junto con las pinturas religiosas (ah¨ª est¨¢ el ejemplo del Cristo en la piedra fr¨ªa); la de g¨¦neros realistas (como Hombre con mono y frutas [1660-70], atribuido a Abraham Brueghel y Guillaume Courtois); o la de mitos y f¨¢bulas, con obras como La fragua de Vulcano (1577), que ahora se atribuye a Francesco Bassano.
Este tambi¨¦n es uno de los objetivos del nuevo cat¨¢logo: el de revisar las atribuciones de las pinturas, adem¨¢s de aventurar propuestas interpretativas contempor¨¢neas, como una revalorizaci¨®n de la pintura religiosa desde un enfoque no confesional, o de aproximaciones desde la perspectiva de g¨¦nero. El libro, resultado de cuatro a?os de trabajo, tiene previsto dos vol¨²menes m¨¢s en el futuro. Por lo pronto, ya constituye una renovaci¨®n respecto al ¨²ltimo cat¨¢logo, realizado por Santiago Alcolea en 1980.
El dep¨®sito de la UB es uno de los m¨¢s grandes de Catalu?a provenientes del recinto madrile?o. En el marco del programa El Museo Del Prado Extendido (antes, El Prado disperso), el museo cuenta con m¨¢s de 3.000 obras depositadas en m¨¢s de 200 instituciones, sobre todo nacionales, adem¨¢s de en delegaciones diplom¨¢ticas en el exterior.
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