Auge y ca¨ªda de Laura Borr¨¤s
La condena por falsedad y prevaricaci¨®n trunca la vertiginosa carrera de la pol¨¦mica lideresa independentista
El comienzo del ocaso de la estrella de Laura Borr¨¤s tiene fecha. No fue cuando trascendieron los detalles de sus ama?os en contrataciones p¨²blicas o el d¨ªa que se trag¨® su promesa de desacatar si la Junta Electoral retiraba el esca?o en el Parlament a Pau Juvill¨¤ (CUP). El declive arranc¨® el pasado 17 de agosto, aniversario de los ataques yihadistas de Barcelona. El grito de ¡°Espa?a es un estado asesino¡± rompi¨® el minuto de silencio en La Rambla. Las v¨ªctimas quedaron sorprendidas al ver que Borr¨¤s se dejaba querer por el grupo que a¨²n defiende tesis conspiranoicas sobre los atentados. La sensaci¨®n de que la reci¨¦n suspendida presidenta del Parlament se hab¨ªa aprovechado de la situaci¨®n cal¨®. Junts, su partido, se desmarc¨®. La gira medi¨¢tica para justificarse no fue bien. Sus explicaciones, soberbias y a la defensiva, revelaron a una Borr¨¤s lejana de la simpat¨ªa sobre la que hab¨ªa cimentado su imagen.
La condena a 4 a?os y medio de c¨¢rcel y 13 de inhabilitaci¨®n compromete la luz que le queda. El Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a la declar¨® culpable de prevaricaci¨®n y falsedad documental continuada por adjudicar 18 contratos valorados en 300.000 euros a un amigo tras llegar a la presidencia de la Instituci¨® de les Lletres Catalanes. Los correos electr¨®nicos en los que Borr¨¤s le indica c¨®mo deb¨ªan ser las ofertas confirmaban la informaci¨®n que desencaden¨® toda la investigaci¨®n. Un pinchazo telef¨®nico de los Mossos en una investigaci¨®n relacionada con venta de drogas: ¡°Yo con la Borr¨¤s, con la jefa, yo facturo con la Cooperativa, y facturo unos trapis por all¨ª¡±, le revel¨ª el inform¨¢tico Isaias Herrero a un conocido en 2017.
Ella insiste en su inocencia, aunque sigue sin negar la autor¨ªa de estos mensajes. Lo atribuye todo a una persecuci¨®n ideol¨®gica y, para ello, alienta la teor¨ªa de la violaci¨®n de la cadena de custodia del contenido de su ordenador. Asegura que la justicia europea la exonerar¨¢. Los trece a?os de inhabilitaci¨®n son una ¡°invitaci¨®n a la jubilaci¨®n pol¨ªtica¡±, dijo en RAC-1 el pasado viernes, en otra gran gira medi¨¢tica que busca que sea su raz¨®n la que prevalezca sobre cualquier otra cosa. Borr¨¤s tendr¨ªa 65 a?os entonces. Sabe que su futuro pol¨ªtico fuera de las instituciones depende de que gane su relato de v¨ªctima. Librarse de la c¨¢rcel depende de un indulto que pedir¨¢ el TSJC para modular una sentencia que el mismo tribunal considera ¡°exagerada¡±, pues no hubo lucro.
El fallo trunca seis a?os de una carrera que refleja la compleja digesti¨®n del proc¨¦s. Ella es una ¡°hija del 1-O¡±, el refer¨¦ndum ilegal del 1 de octubre de 2017. El t¨¦rmino, que da nombre a uno de sus libros, identifica a parte de los independientes que el expresident Carles Puigdemont, huido ya en B¨¦lgica, eligi¨® para las listas electorales de aquel a?o.
Su paso a la primera l¨ªnea, justific¨® entonces, era su respuesta a ¡°la represi¨®n¡± contra el refer¨¦ndum. En esa at¨ªpica campa?a electoral, la telegenia, cercan¨ªa y capacidad dial¨¦ctica de Borr¨¤s, con altas dosis de histrionismo, fueron muy ¨²tiles. Su conexi¨®n inicial con parte del independentismo podr¨ªa explicarse porque a su perfil de outsider se sumaba un discurso formalmente m¨¢s refinado y culto del acostumbrado. Los cantos de sirena sobre un viaje a ?taca -como denomina rom¨¢nticamente el secesionismo al camino a la independencia- no se alejaban del enga?o vivido en 2017, pero era como si resultara bals¨¢mico que, al menos, alguien les recitara en sus intervenciones extractos de Homero.
No tard¨® en encontrarle el gusto a la pol¨ªtica. Cuando Quim Torra, en mayo de 2018, llega a president, la fich¨® para la cartera de Cultura. Con otros compa?eros de grupo parlamentario, como Francesc de Dalmases (su escudero posteriormente ca¨ªdo en desgracia tras agredir a una periodista de TV-3) o Josep Costa, formar¨¢n el war-room de Torra. Ese grupo termin¨® por ser la cara visible y aglutinadora del alma esencialista y m¨¢s frentista de Junts, opuesta a la de tradici¨®n convergente.
No lleg¨® a estar ni un a?o en el cargo. Su idilio con las bases le llev¨® a formar t¨¢ndem con Jordi S¨¤nchez, entonces preso, para las elecciones generales de 2019. Pero quer¨ªa m¨¢s. Se vio con fuerzas para poner en jaque al ala convergente, organizado ya como nuevo partido y con Puigdemont al mando. Logr¨® ser elegida por un gran margen como la aspirante a la Generalitat para las elecciones de 2021, una carrera en la que se aferr¨® a una v¨ªa unilateral que no tiene plan y a la cr¨ªtica sin cuartel contra la v¨ªa del di¨¢logo. Pere Aragon¨¨s la venci¨® dentro de la batalla del independentismo por 35.600 votos. Partidaria de no formar Govern, opt¨® por irse a la presidencia del Parlament.
Nunca una presidenta de la C¨¢mara hab¨ªa sido tan omniprescente y personalista. Ni mucho menos en fuente de continuo choque con el Gobierno y su partido. No le bastaba ese contrapoder en que convirti¨® el palacio de la Ciutadella -Casa Laura, lo denomin¨® un d¨ªa David Cid, portavos de los comunes-. Bajo las amenazas de cisma en Junts, logr¨® torcer el brazo de la sensibilidad m¨¢s pragm¨¢tica y se hizo con las riendas del partido, forzando el t¨¢ndem con Jordi Turull. Un asalto que se produjo trasla renuncia Puigdemont, en junio del a?o pasado, pero que desde un principio mostr¨® que aunque su cara fuera la popular, los resortes del d¨ªa a d¨ªa estaban en el entorno del exconsejero preso. La lideresa y el expresident defendieron abandonar el Govern. No siempre hab¨ªan ido a la una, pero en esa cruzada s¨ª y vencieron.
En la batalla en la que si est¨¢ casi sola es en la de mantenerse como segunda autoridad de Catalu?a. El reglamento recoge una suspensi¨®n del esca?o si se abre juicio oral por delitos relacionados con corrupci¨®n e, impotente, fue apartada con los votos de CUP y ERC en julio del a?o pasado. Logr¨® que su partido cerrara filas en su defensa, pero ya tras la sentencia el panorama es distinto. El debate interno sobre el malestar que genera insistencia en seguir en el cargo y arrastrar con ella a la instituci¨®n es tenso. La popularidad de la lideresa siempre ha sido un argumento para la cautela pero la presidenta de la comisi¨®n de garant¨ªas, Magda Oranich, ha roto la veda: ¡°Si fuera yo, dimitir¨ªa del Parlament por dignidad¡±, dijo en entrevista a RNE. Con la estrella apag¨¢ndose, los astros parecen alinearse para sus contrarios.
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