Sumas y restas entre Yolanda D¨ªaz y Pablo Iglesias
Las reivindicaciones del exl¨ªder de Podemos pueden percibirse como causante de la p¨¦rdida del principal logro de la marca, que es la unidad electoral de estas izquierdas
Tras una breve pausa, Pablo Iglesias ha resurgido en las ¨²ltimas semanas como la gran figura de Podemos que es desde 2014. A medida que se acercaba el per¨ªodo electoral en el que estamos, Iglesias ha retomado paulatinamente su activismo pol¨ªtico y medi¨¢tico hasta convertirse de nuevo en el principal referente p¨²blico de su partido. Hace solo dos a?os, en marzo de 2021, renunci¨® a la vicepresidencia del Gobierno de Espa?a y dos meses despu¨¦s, tras una dolorosa derrota en las elecciones auton¨®micas de Madrid, anunci¨® su retirada de la pol¨ªtica institucional, dimiti¨® como diputado y abandon¨® todos sus cargos en el partido. Poca gente crey¨® que esa retirada iba a durar mucho.
Ha sido Iglesias y no la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, quien ha dado la batalla p¨²blica contra la pretensi¨®n de Yolanda D¨ªaz de incluir a Podemos como una fuerza m¨¢s en la plataforma Sumar que est¨¢ forjando para concurrir a las elecciones legislativas de este 2023. Iglesias ha presionado sin cesar a D¨ªaz reclamando un papel especial para Podemos en Sumar. La posici¨®n de Iglesias recuerda en gran manera lo que es un cl¨¢sico del leninismo, la voluntad de ejercer como vanguardia frente a los dem¨¢s integrantes de la confluencia de izquierdas. Incluida la propia impulsora del proyecto. Recurre tambi¨¦n a otro cl¨¢sico de este modelo, que es presentarse como palad¨ªn de una unidad que solo considera como tal si se lleva a cabo bajo sus condiciones.
La ruidosa campa?a de Iglesias se ha llevado a cabo mientras todos los partidos de la confluencia de las fuerzas que se sit¨²an a la izquierda del PSOE, incluido Podemos, negociaban discretamente la articulaci¨®n de Sumar. La principal dificultad para el acuerdo consiste en que Podemos es organizativamente m¨¢s d¨¦bil que los Comunes, Comprom¨ªs y M¨¢s Madrid en sus respectivos territorios, pero, pese a ello, exige un reconocimiento especial por su papel de vanguardia. En la pr¨¢ctica, eso le colocar¨ªa por delante de los dem¨¢s y en paridad, por lo menos, respecto a Yolanda D¨ªaz.
La propia D¨ªaz explic¨® el domingo en televisi¨®n con inusual claridad los t¨¦rminos en que se plantean este tipo de negociaciones entre partidos pr¨®ximos y a la vez rivales. A la hora de la verdad, dijo, lo que se discute es ¡°cu¨¢nto dinero, cu¨¢ntas listas, cu¨¢ntos liberados, y poquito de programa¡±. Es inevitable que as¨ª sea, por prosaico que parezca. Pero el acuerdo est¨¢ resultando muy dif¨ªcil e incluso imposible en significativos casos para las elecciones municipales y auton¨®micas.
En consecuencia, la convocatoria del 28 de mayo se convertir¨¢ en la ocasi¨®n para conocer el peso real de cada cual en muchas localidades y territorios. Y, de rebote, tambi¨¦n en el conjunto. Todo apunta a que despu¨¦s de mayo ese peso puede ser distinto al que ahora se concede. Entonces habr¨¢ nuevos datos b¨¢sicos, nuevas relaciones de fuerza entre los partidos protagonistas de la negociaci¨®n. La apuesta es literalmente temeraria, pues bien pudiera ser que esa ¨¢spera batalla que Iglesias libra por el reconocimiento de la primogenitura de Podemos sea percibida por sus electores como causante de la p¨¦rdida del principal logro de la marca, que es la unidad electoral en el muy plural espacio pol¨ªtico de estas izquierdas. Y entonces, efectivamente, en lugar de sumar acabe restando.
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