Todas queremos ser Susan Sarandon
Primera experiencia en una alfombra roja en la calle Verdi por donde pase¨® la actriz para despu¨¦s charlar sobre ¡®Thelma y Louise¡¯: ¡°?ramos dos mujeres envueltas en un mar de hombres fumando puros¡±
Alfombra roja muy cerca de casa. Llego en bici. Antes de salir, exclamo euf¨®rica: ¡°?Voy a ver a Susan Sarandon!¡±. Marcho con la cabeza baja. Resulta que los habitantes adolescentes de la casa no saben qui¨¦n es. Y hay algo peor: ni siquiera preguntan qu¨¦ hace. Malditos. Nadie me puede quitar la ilusi¨®n. Hoy viene una estrella de Hollywood a Gr¨¤cia.
La calle Verdi luce vestida de rojo. Me sit¨²o tras una valla para esperar a la actriz mientras la organizaci¨®n del Barcelona Film Fest monta a toda prisa el resto de trozo de alfombra que falta para llegar a la entrada del cine. Retiran con destreza el pl¨¢stico que cubre el fieltro y que evita que se manche de pisadas hasta que aparezca la actriz. Toca esperar. Y nada como buscarse una buena compa?¨ªa para aguantar la valla y pasar el rato. ¡°?En serio vas a poner la edad de Sarandon en el reportaje de EL PA?S?¡±, me pregunta la mujer que se apoya en la valla a mi lado. Contesto afirmativamente. Son 76 a?os. Habr¨¢ que decirlo, pienso. ¡°Deber¨ªa estar prohibido. En Estados Unidos no lo hacen. No lo entiendo¡±. La mujer que habla es Pilar Ord¨®?ez, actriz, escritora y ahora directora, me cuenta, una maravilla de compa?¨ªa en los minutos de espera para una novata de alfombra roja. Me da todo tipo de explicaciones. ¡°Esto solo pasa en Espa?a, montarlo a ¨²ltima hora, ya ver¨¢s, ahora toda esta gente empezar¨¢ a gritar, y a hacer fotos¡±, explica Ord¨®?ez. Le digo que seguro que llegar¨¢ paseando porque creo que se hospeda en el hotel Casa Fuster. Ella lo niega: ¡°Un coche la dejar¨¢ en la esquina, seguro¡±, afirma convencida. Y de repente, gritos. Mucho ruido. Sarandon, vestida de verde, con camisa y pantal¨®n, y calzando bambas del mismo color, aparece como un tif¨®n. Hace un amago de entrar directamente y alguien la devuelve ante las c¨¢maras para las fotos y alg¨²n aut¨®grafo. Emoci¨®n en la calle. Mientras saluda con la mano, aparece de golpe la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, tambi¨¦n de verde, para abrazar a la actriz norteamericana. Se produce una breve conversaci¨®n. Tienen cierta complicidad. Se conocieron en un encuentro organizado por el pol¨ªtico estadounidense dem¨®crata Bernie Sanders contra la ultraderecha de Trump, Salvini y Bolsonaro. Finaliza el breve photocall.
La comitiva conduce a Sarandon hasta el cine donde est¨¢ acabando la proyecci¨®n de Thelma y Louise. Despu¨¦s toca coloquio. Ella espera de pie al final de la sala mirando una de las escenas m¨ªticas del cine, que habr¨¢ visto mil veces, y se mueve al ritmo de la m¨²sica. Nadie se percata de su presencia todav¨ªa. Sonr¨ªe en la oscuridad. ?Cu¨¢ntas veces habr¨¢ pensado en volver a dar el salto con un coche Ford Thunderbird en el Gran Ca?¨®n de la mano de Geena Davis? Acaba la pel¨ªcula y empieza el coloquio.
Con la misma energ¨ªa, Sarandon recorre el pasillo con el p¨²blico en pie aplaudiendo. Ha venido a hablar de su peli, dirigida por Ridley Scott. Ella pudo ser Thelma, pero eligi¨® ser Louise. La pel¨ªcula se estren¨® el 24 de mayo de 1991. Entr¨® la cuarta en taquilla, pero aguant¨® y aguant¨® durante semanas. Y acab¨® recaudando ¡ªsolo en Estados Unidos¡ª 40 millones de euros (hab¨ªa costado 13 millones), el doble de lo previsto tras el primer fin de semana en cartel.
Activista, madre y actriz. As¨ª la presenta Conxita Casanovas, directora del Barcelona Film Fest. Se le pregunta a Sarandon si Thelma y Louise fue un avance del Me Too. La actriz contesta sincera, muy cercana al p¨²blico: ¡°No ten¨ªamos ni idea. Era inusual hacer una pel¨ªcula con dos mujeres como protagonistas que no acabaran odi¨¢ndose. ?ramos dos mujeres envueltas en un mar de hombres fumando puros¡±. Para luego a?adir: ¡°No creo que las cosas hayan cambiado mucho¡±.
Pero, ?por qu¨¦ las cosas no cambian con respecto a las mujeres? Sarandon sorprende con su pregunta al p¨²blico, que se queda mudo. Ella hace su propia reflexi¨®n. La clave, seg¨²n la ganadora de un ?scar, es fomentar la educaci¨®n de la sociedad: ¡°Todo el mundo debe responsabilizarse de sus actos. Si has bebido o tu compa?ero/a ha bebido, no la puedes dejar sola, en ning¨²n caso¡±. La simbolog¨ªa que envuelve la pel¨ªcula habla de las lecciones que dej¨®, de su influencia. La realidad es que viendo a Sarandon en escena uno cree que la verdadera lecci¨®n es ella misma. Y ese beso del final, le preguntan. ¡°El beso no estaba en el guion¡±, remarca Sarandon. Fue inesperado. 30 a?os despu¨¦s, Sarandon y Davis repitieron escena en un pase especial.
A Sarandon se la ve relajada. Media hora de coloquio, no m¨¢s. Aprovecha para contar que ha visitado el museo Picasso y que ha comido en el 7 Portes. ?ltima pregunta. Y muchos aplausos. Regreso a casa con la bici y la brisa de la noche por la calle Verdi abajo. No es un descapotable, pero me sirve. Llego a casa y nadie me pregunta por Sarandon. Pero me da igual. Esta noche he estado con una de las grandes. Madre, actriz y activista. Bona nit.
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