S¨²ria: la maldita bendici¨®n de una mina de potasa
La muerte de tres ge¨®logos aplastados por una roca abre interrogantes sobre la seguridad en la explotaci¨®n de la multinacional ICL, fuente de riqueza y dolor en la Catalu?a interior. La empresa irrita a familias y exmineros al calificar el siniestro de ¡°imprevisible¡±
Con un ramillete de margaritas silvestres en la mano, Josep Olivas se detiene a hablar a pocos metros de su casa. Luce un ra¨ªdo gorro de pescador y unas gafas que parecen de protecci¨®n y le cubren casi medio rostro. Tiene 88 a?os y es uno de los pocos vecinos que sobreviven en el fantasmal barri vell de S¨²ria, cuyas fachadas de piedra a?eja se han reformado con dinero p¨²blico para acoger cada a?o una feria de artesan¨ªa medieval. Pero este pueblo de la Catalu?a interior, que no alcanza las 6.000 almas, no vive del turismo. Su fuente de riqueza est¨¢ a espaldas de Olivas, ah¨ª donde asoma el tit¨¢n Cabanasses, la mina de potasa. ¡°Es como si tuvi¨¦semos oro¡±, dice sonriente. S¨²ria tiene profundas ra¨ªces mineras, primero con las extracciones de yeso en la Edad Media y m¨¢s tarde con las de sal y potasa. No es dif¨ªcil encontrar mineros o veteranos, como Olivas, que trabaj¨® all¨ª tres d¨¦cadas. Recuerda el calor permanente, y c¨®mo salir a toda velocidad de las profundidades de la tierra en el skip [una especie de ascensor] ¡°era como viajar a la Luna¡±. Todos tienen una historia sobre la mina, una industria de la que el pueblo se siente orgulloso, pese a que peri¨®dicamente engulle a algunos de sus hijos: el ¨²ltimo accidente, hace dos meses, se cobr¨® la vida de tres ge¨®logos.
Olivas, que no desaprovecha la ocasi¨®n para recordar a los ilustres locales ¡ªpor encima de todos, la eurovisiva Beth¡ª, no hab¨ªa nacido cuando se descubri¨® que se puede extraer potasa de los yacimientos de sal que hay en grandes cantidades en esa zona. El hallazgo de este fertilizante natural, esencial para la agricultura, fue una bendici¨®n que llev¨® prosperidad: casi la mitad de los cerca de 1.000 trabajadores de las instalaciones (767 en la plantilla de ICL, el resto de subcontratas) son a¨²n hoy vecinos de S¨²ria. Result¨® ser, tambi¨¦n, una maldici¨®n. Cada cierto tiempo, mueren trabajadores en accidentes que, en m¨¢s de una ocasi¨®n y seg¨²n han probado los tribunales, han sido consecuencia de insuficientes medidas de seguridad por parte de ICL Iberia (antes Iberpotash), la empresa de matriz israel¨ª que explota la mina.
La tragedia visit¨® de nuevo Cabanasses el 9 de marzo. En uno de los siniestros m¨¢s graves de su larga historia, tres j¨®venes ge¨®logos (?scar Molina, de 28 a?os; Victoriano Pineda, de 29; Daniel ?lvarez, de 31) se sumaron a la lista de m¨¢rtires involuntarios cuando el desprendimiento de un liso (una losa en el techo) de 1,9 toneladas les aplast¨®. Ocurri¨® a las 7.35 horas en el minador n¨²mero 30, a 855 metros de profundidad. Un juez de Manresa investiga las causas del accidente y posibles responsabilidades. Seg¨²n los datos de la Subdirecci¨®n General de Minas de la Generalitat, entre la mina de Cabanasses, en S¨²ria, y la de Vilafruns, en el municipio vecino de Sallent (clausurada en 2020 tras dos accidentes mortales y despu¨¦s de que la empresa, acechada por sentencias sobre su impacto en el medio ambiente, decidiese concentrar toda su producci¨®n S¨²ria), ambas gestionadas por ICL, han ocurrido 55 accidentes graves y 23 accidentes mortales desde 1987, la ¨²ltima vez que hubo tres fallecidos en un solo siniestro. En la ¨²ltima d¨¦cada fueron seis accidentes mortales con nueve fallecidos.
La empresa ha sido la primera en entregar su informe al juzgado sobre la muerte de los tres ge¨®logos. ICL admite que el turno de noche detect¨® dos deficiencias en la galer¨ªa: un pilar situado a ocho metros del lugar del accidente era m¨¢s delgado de lo que deb¨ªa ser; y un trozo del techo, a seis metros del siniestro, ¡°no estaba en condiciones¡± y, seg¨²n fuentes consultadas por este diario, mostraba signos de desprendimiento. Esa informaci¨®n no lleg¨® a los ge¨®logos que llegaron a la galer¨ªa a primera hora de la ma?ana. Pero la empresa dice que ni esos ¡°hallazgos¡± ni el ¡°fallo de comunicaci¨®n¡± son la causa del accidente, que la investigaci¨®n califica de ¡°imprevisible¡±.
¡°No hay accidentes imprevisibles¡±
Ese adjetivo, el de ¡°imprevisible¡±, ha irritado a extrabajadores de ICL que en su d¨ªa estuvieron implicados en las medidas de seguridad de la mina. EL PA?S ha hablado con dos de ellos. Aunque est¨¢n jubilados, quieren preservar el anonimato porque a¨²n tienen a familiares trabajando para la empresa. ¡°Nadie firma un contrato asumiendo que puede morir. No hay accidentes inevitables o absolutamente imprevisibles¡±, sostiene A., cr¨ªtico con el informe. Afirma que la obsesi¨®n de la empresa por la productividad (la empresa invirti¨® 500 millones de euros en construir una enorme rampa en la mina para poder extraer m¨¢s material) junto a los incentivos (parte del sueldo es variable) hacen que ¡°la seguridad, a veces, quede en un segundo plano¡±. ¡°Los percances que he tenido han sido por ir confiando. Si los j¨®venes pueden ganar m¨¢s dinero con un metro m¨¢s durante su relevo, ?parar¨¢n por seguridad o seguir¨¢n?¡±, se pregunta. ¡°Es aberrante que digan que fue imprevisible¡±, a?ade B., que tambi¨¦n critica la actual ¡°presi¨®n por la productividad¡± y sospecha, por su experiencia, que con lo que ya hay sobre la mesa (el fallo de comunicaci¨®n, las deficiencias previas) el accidente de marzo ¡°conllevar¨¢ responsabilidades importantes¡±.
Eso es lo que debe determinar ahora la instrucci¨®n judicial, impulsada por las familias de los fallecidos, que se sienten desatendidos mientras buscan la verdad. Denuncian que, desde el 9 de marzo, nadie de ICL se ha puesto en contacto con ellos. ¡°Nos sentimos maltratados¡±. No ser¨¢ f¨¢cil, aunque hay precedentes. Un vistazo a los siniestros de la ¨²ltima d¨¦cada arroja algo de luz. Cuatro de los seis accidentes mortales de la ¨²ltima d¨¦cada (tres en S¨²ria y tres en Sallent), incluido el del pasado marzo, han tenido la misma causa: el desprendimiento del liso. El m¨¢s parecido es el del 6 de diciembre de 2013, en Cabanasses, cuando los operarios de Iberpotash Isaac Closa (37 a?os) y Joan Ramon Mitjans (49) fueron sepultados tambi¨¦n por la ca¨ªda de un liso cuando estaban en el minador 14.
La sentencia, dictada de conformidad en 2019, conden¨® a dos responsables de la mina (el director facultativo y el jefe de explotaci¨®n) por homicidio imprudente a ocho meses de c¨¢rcel, pena que fue sustituida por una multa, por ¡°no contemplar el riesgo de ca¨ªda de lisos¡±. Previamente al juicio, Iberpotash pag¨® una importante indemnizaci¨®n a las familias de los fallecidos. La resoluci¨®n concluy¨® que hubo deficiencias en materia de seguridad: la distancia entre los pilares que deb¨ªan soportar el techo era ¡°excesiva y superior a la del resto de galer¨ªas, con lo que la sujeci¨®n era ¡°manifiestamente insuficiente¡±. El liso de 22 toneladas que cay¨® sobre los operarios estaba ¡°sujeto solo con dos bulones¡± (barras de hierro que se insertan en la roca para sostenerla), un n¨²mero tambi¨¦n insuficiente para ¡°resistir la presi¨®n¡±. La empresa explica que, desde entonces, se han multiplicado por 10 los bulones que se instalan (unos 250.000 al a?o) y en ello se invierten nueve millones de euros anuales.
El siniestro de los tres ge¨®logos lleva a preguntas parecidas a las de hace una d¨¦cada. La empresa no aclara qu¨¦ distancia hab¨ªa, en este caso, entre los pilares de la galer¨ªa (aunque admite que uno de los pilares era demasiado delgado), pero s¨ª ha explicado a este diario que, en la zona donde fueron sepultados ?scar, Victoriano y Daniel ¡°no hab¨ªa bulones¡± porque acababa de ser excavada y hab¨ªa que analizar d¨®nde colocarlos. Afirma, de hecho, que los ge¨®logos formaban parte del equipo de mec¨¢nica de rocas (en el que trabajan 12 personas) que iba a determinarlo aquel d¨ªa, ya que una de sus funciones es analizar la seguridad de las galer¨ªas. Tanto los extrabajadores consultados por este diario como las familias replican que esa no era la tarea de los ge¨®logos, que se dedican a analizar d¨®nde est¨¢ la veta de mineral y por d¨®nde se puede seguir excavando. ¡°Quienes valoran c¨®mo se bulona son el operario, el encargado y el jefe de turno. Si el parte de la noche dice que hab¨ªa problemas, antes que mandar a nadie a trabajar hay que asegurarlo¡±, enfatiza A. La familia de Victoriano, por ejemplo, recuerda que ni siquiera cobraba plus de peligrosidad.
Nereida Crespo y M¨®nica Fanlo son las abogadas que consiguieron aquella sentencia y que defienden a dos de las tres familias de los ge¨®logos. ¡°Lo sencillo es archivar y nunca es f¨¢cil ganar estos casos, pero hay que pelear¡±, cuentan. Tampoco ayuda el velo de silencio que recorre todos los estamentos de S¨²ria en lo que toca a la mina, ni la percepci¨®n generalizada de que estos accidentes son o inevitables o una consecuencia posible de una actividad peligrosa, la cara b de la fuente del bienestar y el empleo. Esta percepci¨®n se percibe no solo en las conclusiones de la empresa, sino tambi¨¦n en la reacci¨®n al siniestro de la administraci¨®n y los sindicatos. Al visitar la zona tras el accidente, el consejero de Empresa, Roger Torrent, dijo que la compa?¨ªa ICL pasaba controles peri¨®dicos y que todo estaba en orden. Las secciones sindicales en la empresa lamentaron las muertes, pero los representantes de los trabajadores han guardado silencio desde entonces, y han tenido que ser las federaciones y las sedes centrales las que han pedido m¨¢s explicaciones y responsabilidades.
Un pueblo que vive de la mina
¡°La muerte de estos chicos ha sido una conmoci¨®n para el pueblo. Y ni la empresa ni los trabajadores pueden normalizar los accidentes. Pero es cierto que aqu¨ª todo esto se percibe de otra forma. S¨²ria es un pueblo minero y siente la mina como algo suyo. Casi todo el mundo tiene un familiar, un amigo o un conocido que trabaja all¨ª¡±, explica el alcalde Albert Cober¨®. En su caso, un t¨ªo. Desde que lleg¨® al poder en 2019 (opta a la reelecci¨®n con el PSC) ha bajado dos veces a las galer¨ªas y mantiene un contacto fluido con los responsables de ICL. ¡°Sorprende porque no es nada claustrof¨®bico, son cientos de kil¨®metros de t¨²neles bajo tierra grandes como los de una autopista¡±. Cober¨® admite que, ¡°para bien o para mal¡±, la econom¨ªa de S¨²ria depende de la mina, y recuerda que desde que cerr¨® la mina de sal de Cardona, su poblaci¨®n ha ca¨ªdo en picado. Los ingresos que el Ayuntamiento recibe de ICL a trav¨¦s de impuestos representan el 6,14% del total, seg¨²n los datos del consistorio, pero adem¨¢s la multinacional se ha hecho cargo del autob¨²s urbano municipal, que era deficitario, patrocina eventos culturales y ha cedido unos terrenos para que el consistorio instale placas solares y se ahorre la factura de la luz. Por Santa B¨¢rbara, patrona de los mineros, se organiza una gran fiesta con botifarrada, hinchables y sorteos de viajes.
¡°Aqu¨ª la gran ilusi¨®n de los j¨®venes es entrar a trabajar en la mina, con eso tienen la vida solucionada¡±, cuenta el hombre que regenta el bar Quintana, en la carretera principal del pueblo, junto al r¨ªo Cardener. Un minero, seg¨²n los puestos en los que haya trabajado, puede llegar a reducir su edad de jubilaci¨®n hasta los 52 a?os, y los sueldos que paga ICL son generosos, en especial los de quienes trabajan ¡°en el frente¡±, en las galer¨ªas: oscilan entre los 3.000 y los 4.000 euros mensuales. Los trabajadores disponen de un poder adquisitivo ¡°superior a la media del territorio¡±, lo que repercute en el nivel de gasto ¡°en el tejido comercial¡±, explica el alcalde. La empresa es uno de los principales motores para la comarca, y tambi¨¦n es estrat¨¦gica para el Puerto de Barcelona, donde ICL tiene una terminal propia a la que el mineral llega directamente en tren. En 2022, este tren transport¨® 539.860 toneladas de potasa, el 42% m¨¢s que el a?o anterior.
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