Los supervivientes del triple homicida de Ciutat Vella: ¡°Me salv¨® el mostrador de la tienda¡±
El acusado, John Musetescu, pide sin ¨¦xito cambiar de defensa porque su abogada ¡°no ha preparado bien¡± el juicio
En solo una hora, John Musetescu Werberg, un joven sueco de 29 a?os que estaba de visita, sembr¨® el caos en el casco antiguo de Barcelona. Su incomprensible arrebato criminal, sin un motivo claro o aparente, comenz¨® en un piso del barrio de la Ribera y acab¨® en la plaza de Sant Jaume, donde fue arrestado. La tarde del 20 de enero de 2020, mat¨® a tres personas: H¨¦ctor N¨²?ez, de 30 a?os; Rosa D¨ªaz, de 77; y David Caminada, de 52. Fueron ellos, pero pudieron haber sido otros. Y sobre todo: pudieron haber sido m¨¢s, seg¨²n han relatado estos d¨ªas en el juicio los testigos que sobrevivieron, en ocasiones por poco, al ataque irracional de Musetescu.
¡°A m¨ª me salv¨® el mostrador. No s¨¦ qu¨¦ me grit¨® en otro idioma. Sac¨® el cuchillo y empez¨® a jugar conmigo al pilla pilla. Dimos dos o tres vueltas alrededor del mostrador. Luego se fue por la puerta de atr¨¢s¡±, ha explicado este mi¨¦rcoles Mohamed M., dependiente de una alpargater¨ªa a la que Musetescu entr¨® despu¨¦s de cometer los dos primeros cr¨ªmenes. A preguntas del fiscal, el testigo ha rechazado que la intenci¨®n del joven sueco fuera robar. ¡°Me daba la impresi¨®n de que era un hombre drogado, que no sab¨ªa d¨®nde estaba¡±, ha explicado.
La Fiscal¨ªa sostiene que el agresor, que estos d¨ªas se sienta en el banquillo de los acusados, actu¨® aquella tarde en pleno uso de sus facultades. Aunque hab¨ªa padecido enfermedades mentales en Suecia y era adicto a algunas sustancias farmacol¨®gicas y a la coca¨ªna, la acusaci¨®n sostiene que sab¨ªa lo que hac¨ªa. Los testigos y los indicios le sit¨²an, sin mayores complicaciones, en las escenas de los cr¨ªmenes. Por eso la ¨²nica v¨ªa de defensa razonable, ante un jurado popular, pasa por pedir alg¨²n tipo de atenuante o eximente por trastorno mental. Pero la defensa, a su pesar, no puede librar esa batalla porque Musetescu, que permanece preso desde aquel d¨ªa, no quiere que se esgrima su salud mental en el juicio.
Musetescu, que afronta una petici¨®n de 59 a?os de c¨¢rcel por dos asesinatos y un homicidio, pidi¨® el mi¨¦rcoles a su abogada que dejara de representarle. Lo hizo con el argumento, seg¨²n fuentes cercanas al caso, de que no hab¨ªa mencionado que todo obedec¨ªa a maniobras de la KGB, el servicio secreto de la extinta Uni¨®n Sovi¨¦tica. Si Musetescu lo cree de veras o juega al despiste, nadie lo sabe. En las tres sesiones del juicio celebradas hasta ahora, ha mantenido una actitud relajada e incluso desafiante, sonriendo a menudo y mirando a los ojos al jurado. Este mi¨¦rcoles, el acusado ha pedido formalmente al tribunal cambiar de abogado, pero con otro argumento: ha dicho que su letrada, que es de oficio, no se ha preparado bien el caso. Tras una vistilla, el magistrado presidente ha rechazado la petici¨®n, que habr¨ªa obligado a suspender el juicio.
¡°No soltaba el cuchillo¡±
Adem¨¢s de Mohamed M., por la sala han desfilado otros supervivientes de aquella jornada, como Luis ?ngel O., compa?ero de trabajo en el departamento de comunicaci¨®n del Ayuntamiento de Barcelona de David Caminada, la tercera y ¨²ltima v¨ªctima mortal del joven sueco. Ha explicado que, alrededor de las 16 horas ¡ªapenas una hora despu¨¦s del primer asesinato¡ª sali¨® a la calle alertado por los gritos de una compa?era. Era la hora en que acababan la jornada. ¡°Vi a David forcejeando con un tipo alto con un casco. Pensaba que estaba intentando estirarle la bolsa o atracarle. Me abalanc¨¦ sobre ¨¦l y los separ¨¦. Sac¨® un cuchillo que ten¨ªa en la mano¡±.
Musetescu acababa de apu?alar a Caminada, que morir¨ªa dos d¨ªas despu¨¦s, por las heridas, en el hospital. Sin soltar el cuchillo, el agresor intent¨® huir, perseguido por Luis ?ngel O. y por otras personas, que pretend¨ªan conducirle hasta la plaza de Sant Jaume, coraz¨®n pol¨ªtico de Catalu?a y donde siempre hay patrullas de Mossos y Guardia Urbana. ¡°Daba dos pasos atr¨¢s y uno adelante, siempre amenaz¨¢ndonos con el cuchillo¡±. A la altura de la plaza, Musetescu intent¨® huir a la desesperada, lo que pudo costar la vida (o heridas graves) a otras personas. Intent¨® abrir una furgoneta blanca. Y despu¨¦s, introducirse en un taxi. ¡°Lo arrastr¨¦ hacia fuera para evitar que entrar, porque si lo hac¨ªa seguramente apu?alar¨ªa al taxista¡±, ha contado el testigo, que en una de las pu?aladas al aire del joven fue alcanzado en un dedo antes de que llegara la polic¨ªa para arrestarlo. ¡°Recuerdo que no soltaba el cuchillo, lo ten¨ªa agarrado con much¨ªsima fuerza¡±, ha explicado el hombre, que tras aquel episodio sufri¨® episodios de depresi¨®n y tuvo que ser tratado con benzodiazepinas.
Musetescu mostr¨® una extrema agresividad en todas las acciones que llev¨® a cabo esa tarde, empezando por el piso de la Ribera, donde asest¨® 254 pu?aladas a H¨¦ctor N¨²?ez y le caus¨® un ¡°sufrimiento innecesario¡± antes de matarle. Despu¨¦s, prendi¨® fuego a la vivienda y se descolg¨® del balc¨®n (en un tercer piso) hasta el suelo. Cuando un vecino del segundo intent¨® cogerle por las piernas para ayudarle a entrar (pensaba que estaba huyendo de las llamas), el joven ¡°le empez¨® a pegar patadas en a cara¡±, seg¨²n explic¨® el mi¨¦rcoles una testigo que vio c¨®mo se descolg¨® por los balcones y que trabajaba en una tienda cercana.
¡°Aquello ya me pareci¨® muy raro¡±, a?adi¨® la testigo, que le vio alejarse en una bici con casco. Un cliente de la tienda tambi¨¦n le vio, pero se apart¨® tras ver su agresividad con el vecino. ¡°Ten¨ªa miedo. Pens¨¦: ¡®Este igual me saca una pistola o cualquier cosa¡±. Nada detuvo a Musetescu, que 15 minutos despu¨¦s entr¨® en un portal, donde se top¨® con Rosa D¨ªaz, a quien golpe¨® en la cabeza hasta matarla. Se march¨® y, tal como explic¨® otro testigo, ¡°se dirigi¨® a un repartidor, lo tir¨® de la motocicleta y se la llev¨®¡±.
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