De la desinflamaci¨®n al alivio nacionalista
Si la investidura de Pedro S¨¢nchez prospera puede haber un salto adelante en la articulaci¨®n territorial de Espa?a
El conservadurismo espa?ol ha pasado de la euforia a la decepci¨®n al comprobar que la victoria del PP en las elecciones del 23 de julio era insuficiente para que el bloque derechista que integra con Vox pudiera formar gobierno. A la inversa, el bloque progresista pasa desde entonces alternativamente por altos picos de gran alivio y profundos valles de espesa incertidumbre en un sube y baja que lleva todas las trazas de convertirse en cr¨®nico. Ahora estamos en la incertidumbre abierta por las condiciones puestas por Junts para una eventual investidura de Pedro S¨¢nchez como presidente de Gobierno.
El primer alivio fue el registrado la misma noche electoral al tomar nota de la nueva aritm¨¦tica parlamentaria. No hay mayor¨ªa conservadora, luego no hemos ganado, pero no hemos perdido, se dijeron las izquierdas con gran e imprevista alegr¨ªa. El segundo gran alivio lleg¨® cuando se despej¨® la inc¨®gnita sobre si la derecha independentista catalana querr¨ªa sumarse o no al bloque liderado por el PSOE. Pero s¨ª, quiso. Y Junts, el partido de Carles Puigdemont, que en la anterior legislatura estuvo en la oposici¨®n al Gobierno de Pedro S¨¢nchez, cambi¨® de posici¨®n y entr¨® de lleno a explotar su privilegiada condici¨®n de grupo bisagra en el nuevo Congreso. Eso garantiza que la legislatura va a ser una monta?a rusa.
La palabra alivio se ha convertido as¨ª en un recurso frecuente en la conversaci¨®n pol¨ªtica. Ahora se habla de alivio penal para los independentistas encausados en los juzgados, en contraposici¨®n a la persecuci¨®n penal iniciada cuando hace ya seis a?os el gobierno de Mariano Rajoy deleg¨® en los jueces la respuesta a las demandas que le llegaban desde Catalu?a.
A este alivio penal, que Puigdemont exigi¨® ayer como una ley de amnist¨ªa, le acompa?an otros. Uno se ha producido ya para la lengua catalana y dem¨¢s idiomas oficiales en las comunidades aut¨®nomas, por ejemplo, que han iniciado la incorporaci¨®n al Congreso como instrumentos de uso com¨²n.
En el supuesto, veros¨ªmil, pero a estas alturas todav¨ªa muy incierto, de que las negociaciones con Junts prosperen y lleven a buen puerto, el gran alivio solo puede llegar si, como han adelantado Pedro S¨¢nchez y Yolanda D¨ªaz, la legislatura que entonces se inicie sea la de un salto adelante en la articulaci¨®n territorial de Espa?a y que la clave sea el reconocimiento formal de la plurinacionalidad. Se ha dicho de varias formas y es dif¨ªcil predecir por donde vaya a discurrir. Es un cl¨¢sico hist¨®rico que cuando Catalu?a forcejea con los poderes centrales espa?oles irrumpa el nacionalismo vasco y eso ha sucedido ya ahora de la mano del presidente Urkullu. Y si no es todav¨ªa una tradici¨®n, si es ya una constante reciente desde 1978 que cuando catalanes y vascos empujan y cuestionan el statu quo, los andaluces intervengan tambi¨¦n, claro est¨¢. Y est¨¢ en la l¨®gica de la situaci¨®n que tras catalanes y vascos vayan todos los dem¨¢s y que el resultado sea una mejora para todos. Se pasar¨ªa as¨ª de la legislatura de la desinflamaci¨®n de la crisis catalana a la del alivio de las tensiones nacionalistas. Cuando se est¨¢ en el valle de la incertidumbre, eso parece demasiado bonito, por necesario que sea.
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