ERC y Junts retoman la batalla independentista a sus dominios
Tras aparcar la unilateralidad con la amnist¨ªa y protagonizar la investidura, los dos partidos se centran en la carrera por la Generalitat
El proc¨¦s tiene fecha de nacimiento: 20 de septiembre de 2012. El portazo del Gobierno del PP al pacto fiscal pedido por el president Artur Mas dio alas a la idea de que solo quedaba la v¨ªa del embate unilateral, sobre todo tras la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut. Pero tambi¨¦n, desde el pasado jueves, hay fecha de deceso. Los 14 votos de Junts y ERC a Pedro S¨¢nchez a cambio de la amnist¨ªa han consumado el giro que entroniza al marco constitucional como el ¨²nico posible para solucionar el conflicto pol¨ªtico. La carrera hasta las pr¨®ximas elecciones catalanas, en 2025, ser¨¢ el palacio de invierno para unos partidos que no renuncian a su ideolog¨ªa pero se enfrentan a la gran duda de c¨®mo digerir¨¢ un electorado, ya de por s¨ª desmovilizado, el cambio de rasante y el temor a que surjan nuevos competidores.
El pre¨¢mbulo de la ley de amnist¨ªa que el PSOE cocin¨® en mesas separadas con Junts y ERC certifica el cambio de naturaleza en lo que hasta ahora hab¨ªa marcado el proc¨¦s, aunque el fondo del conflicto siga sin resolverse. ¡°Las metas a perseguir dentro del marco constitucional son plurales. No obstante, todos los caminos deben transitar dentro del ordenamiento jur¨ªdico nacional e internacional¡±, asegura un texto lleno de referencias a la Constituci¨®n. No es el ¨²nico movimiento. Junts, principal cr¨ªtico del acercamiento de ERC a los socialistas desde la moci¨®n de censura a Mariano Rajoy, ahora se apunta tambi¨¦n a explorar las posibilidades de un di¨¢logo donde la ¨²nica diferencia palpable a lo hecho por los republicanos es la figura de un verificador internacional.
La lucha entre la estrategia posibilista de ERC y la confrontacional de Junts ha condicionado el ¨²ltimo lustro en la pol¨ªtica catalana. Pero ambos partidos insisten en que no renuncian ¡°a ninguna v¨ªa¡± para lograr su meta y se refugian en elementos m¨¢s ret¨®ricos que efectivos. En su conferencia en Bruselas, el propio Carles Puigdemont advirti¨® en septiembre a S¨¢nchez que si buscaba a Junts como socio tendr¨ªa que aceptar que era un partido que jam¨¢s descartar¨ªa la unilateralidad ¡°como recurso leg¨ªtimo para hacer valer sus derechos¡±. El secretario general de Junts, Jordi Turull, asegur¨® la semana pasada en TV3 que su formaci¨®n era responsable ¡°de m¨¢s de la mitad¡± del texto, sin aclarar si tambi¨¦n implicaba dar por buenos planteamientos que eran considerados hasta hace poco her¨¦ticos en la formaci¨®n neoconvergente.
¡°ERC hace cuatro a?os puso una m¨²sica a sonar y todo el mundo ahora la est¨¢ bailando¡±, le espet¨® el portavoz de ERC, Gabriel Rufi¨¢n, a su hom¨®loga de Junts, M¨ªriam Nogueras, en su intervenci¨®n el pasado jueves en el debate de investidura. No solo fue una bienvenida al di¨¢logo, sino tambi¨¦n a la digesti¨®n con sello republicano de lo ocurrido en 2017. Ya en las elecciones del 21-D, convocadas por el 155, mientras que Junts ve¨ªa un mandato en el refer¨¦ndum ilegal del 1-O, el programa de ERC izaba la bandera de la ¡°negociaci¨®n bilateral¡± y aparcaban la v¨ªa unilateral al constatar que no hab¨ªa ni la fuerza ciudadana sostenida en el tiempo ni el reconocimiento internacional para defenderla.
Trabajo pedag¨®gico para ERC y Junts
La dependencia del PSOE de las dos formaciones independentistas asusta en ciertos sectores, que recuerdan c¨®mo la feroz competencia entre Junts y ERC hizo temblar en varias ocasiones el acuerdo de investidura. Y nada hace creer que el d¨ªa a d¨ªa parlamentario sea inmune a la misma din¨¢mica. Sin embargo, mientras que existan los foros de di¨¢logo puestos en marcha y se gestione la previsible pugna jur¨ªdica por la amnist¨ªa, todos seguir¨¢n en el mismo barco y el tono de confrontaci¨®n no parece tener mucho encaje. Empatadas a siete esca?os cada una, todo parece indicar que de momento en el Congreso la prioridad pasa por que cada uno organice su casa: ERC trabaja en asumir que ya no arbitra en solitario los pasos de S¨¢nchez y Junts se vuelca en reforzar un vaporoso relato del socio intransigente.
¡°En este momento el independentismo tiene m¨¢s fuerza en Madrid que en Catalu?a. Y esto a m¨ª me preocupa mucho¡±, asegur¨® el pasado viernes Artur Mas en una entrevista a TV-3. El expresident pon¨ªa as¨ª el dedo en que ERC, Junts y CUP suman 73 diputados en el Parlament, superando con creces la mayor¨ªa absoluta de 68 pero sin incidencia real ni a nivel sectorial o de ambici¨®n nacional. El ¨²ltimo bar¨®metro del CIS catal¨¢n, tambi¨¦n conocido la semana pasada, incluso alerta que esa mayor¨ªa sostenida en el tiempo est¨¢ por primera vez en peligro de no repetirse, algo que abrir¨ªa la puerta a que el PSC llegue al Palau.
A la unidad independentista no se le espera. Incluso ahora hay quien en Junts insiste en la idea de que ERC ha claudicado en su apuesta independentista -esa idea centr¨® el debate de ruptura del Govern, en 2022- y hay quien se mofa directamente de que los republicanos defiendan que es posible ¡°ampliar la base¡± independentista enarbolando la bandera del di¨¢logo. Pero ahora esas mismas cr¨ªticas se vierten sobre Puigdemont y los suyos, y viniendo de sectores antes afines. ¡°Sabe mal que los que hab¨ªan mantenido el estandarte de la resistencia ante la pol¨ªtica represiva del Estado hacia el independentismo finalmente hayan pensado que val¨ªa la pena dar sus votos para investir a un presidente espa?ol¡±, se lament¨® la eurodiputada Clara Ponsat¨ª, el pasado viernes, en una entrevista a RNE.
La que fuera consejera de Educaci¨®n durante el 1-O y que huy¨® junto a Puigdemont a Bruselas para evitar responder ante la justicia espa?ola tambi¨¦n se ofreci¨® para arrimar el hombro en la creaci¨®n de ¡°nuevas herramientas pol¨ªticas¡± que permitan relanzar ¡°el independentismo¡±. La ret¨®rica llega hasta donde llega y Junts ya no puede monopolizar la defensa n¨ªtida de la unilateralidad. ERC lleva a?os de ventaja en el proceso de que su electorado entienda sus virajes y ahora es Junts quien tiene que pasar por ese trago. En la consulta interna de la semana pasada sobre los acuerdos se impuso el s¨ª con un 86% de los votos de los participantes (el 67% del censo), pero casi un 14% se mostr¨® en contra.
Con un incierto potencial electoral, es ese espacio al que Ponsat¨ª quiere llegar. Pero no es la ¨²nica interesada. Tambi¨¦n ha levantado la mano la Assemblea Nacional Catalana (ANC), que no desiste de su idea de presentar listas c¨ªvicas propias. ¡°Si los partidos no hacen la independencia, estamos determinadas a hacerla nosotras, utilizando las elecciones, y con nuevos actores si fuera necesario¡±, clam¨® la presidenta de la entidad durante la pasada Diada, Dolors Feliu. La ANC, con una direcci¨®n dividida, ve en la traici¨®n de Junts y ERC el momento para poner en marcha su plan. Tambi¨¦n espera en capilla el partido xen¨®fobo Alian?a Catalana. Su cara visible, la alcaldesa de Ripoll, S¨ªlvia Orriols, ve posible capitalizar el desencanto social y nacional a su favor y ya maniobra para crear una red territorial que le apoye.
Ca¨ªda del independentismo
Pero con la unidad independentista bailando por pocos esca?os, una nueva candidatura que ara?e apoyos pero no se imponga puede cambiar radicalmente el resultado. Los de Puigdemont, por ejemplo, recuerdan a¨²n los 77.000 votos que obtuvo el partido del que se escindieron, el PDeCAT, en las catalanas de 2021¡ Si hubiera habido coalici¨®n neoconvergente, Junts habr¨ªa mantenido la primac¨ªa en el bloque independentista y la historia ser¨ªa muy diferente.
Pero el fantasma que realmente ronda las reuniones de an¨¢lisis y perspectiva de republicanos y juntaires es otro. En las municipales, 300.000 votantes independentistas se quedaron en casa o votaron a otras formaciones, y el 26-J esa cifra se duplic¨®. La desmovilizaci¨®n de ese electorado genera una gran preocupaci¨®n. ERC de momento quiere apostar por vender su gesti¨®n. Un discurso hasta ahora satanizado de ¡°autonomista¡±. Pero la Generalitat, con un presupuesto de m¨¢s de 41.000 millones de euros y m¨¢s de 360 cargos de confianza (con un sueldo promedio de 84.000 euros, consejeros incluidos), podr¨ªa parecer un mero palacio de invierno, pero es mucho m¨¢s que eso.
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