Agua
En plena emergencia por sequ¨ªa, mi madre me recuerda que no tuvimos agua corriente hasta que cumpli¨® los 15 a?os -tiene 92- y mis abuelos pagaron 700 duros por un cuarto de pluma
Justo cuando los payeses han dejado de blasfemar, sobre todo contra los hombres del tiempo, y los creyentes ya no ruegan para que llueva, como si ya no quedara agua en el cielo, los Reyes Magos regaron algunas zonas del pa¨ªs para que la gente no pierda la fe ni la ilusi¨®n en que alg¨²n d¨ªa se volver¨¢n a llenar los pantanos y se sumergir¨¢ progresivamente el campanario de Sant Rom¨¤ de Sau. Todav¨ªa tardar¨¢ por m¨¢s que ¨²ltimamente caigan algunas gotas -m¨¢s que agua - si se atiende a la severa sequ¨ªa que obliga a racionar el agua en Catalu?a.
El bolet¨ªn del ayuntamiento de Perafita recuerda en su n¨²mero de diciembre que el consumo no debe superar los 230 litros por habitante y d¨ªa, despu¨¦s de constatar que la cifra registrada en noviembre fue de 246,75. Aunque insuficiente, el ahorro ha sido notorio desde que en octubre se alcanzaran los 323,64 y en agosto se llegara a los 327,05. El municipio se encuentra tambi¨¦n en ¡°estado de excepcionalidad¡± decretado por la Agencia Catalana del Agua (ACA).
Las previsiones meteorol¨®gicas no auguran que el 2024 vaya a ser un a?o mucho mejor que el 2023. El pantano de Olost tambi¨¦n se ha secado, los pozos de Vilaseca, que abastecen desde Sant Bartomeu del Grau a siete localidades del Llu?an¨¨s -3.400 habitantes y un m¨¢ximo de 1.100 metros c¨²bicos-, ya no dan abasto y tampoco se puede confiar en la Bassa de Merl¨¨s. La alternativa es intentar llevar agua del Ter. Una soluci¨®n de emergencia que no deber¨ªa solapar el debate largamente aplazado sobre el futuro de la comarca a partir de proyectos como el de Territoris Serens.
Los intereses dom¨¦sticos, industriales y agr¨ªcola-ganaderos no son f¨¢ciles de conjugar ni de equilibrar en zonas como el Llu?an¨¨s, y menos cuando se cuantifican los porcentajes de agua a consumir: hay muchas granjas y a¨²n se restauran mas¨ªas; tambi¨¦n se cuentan varias piscinas y aumentan las casas rurales; y se han sumado algunas empresas desde que el territorio se abri¨® al paso del Eix Transversal. Olost, seguramente el municipio que mejor ejemplifica el desarrollo de la comarca, ya recurri¨® en octubre a los camiones cisterna para llenar los dep¨®sitos y advertir de cortes de agua en alguna explotaci¨®n de ganado -el gasto en el sector alcanzaba el 51%- para garantizar el suministro, una medida que tiene un coste mensual de 70.000 euros.
La regulaci¨®n y los cortes de agua, as¨ª como los 230 litros por habitante y d¨ªa que ahora recuerda el ayuntamiento de Perafita, me remiten a mi infancia, cuando en casa no hab¨ªa cuarto de ba?o y los tres hermanos nos ba?¨¢bamos en un barre?o y beb¨ªamos de la Font del Raig o el Gorg Negre. Mi madre me recuerda que no tuvimos agua corriente hasta que cumpli¨® los 15 a?os -tiene 92- y mis abuelos pagaron 700 duros por un cuarto de pluma, la unidad de medida de entonces que supon¨ªa 350 litros al d¨ªa, cantidad que se controlaba con un contador y una llave de paso que manejaba el Joan de cal Ferrer.
Hab¨ªa afortunados que dispon¨ªan de un pozo -incluso serv¨ªan a clientes por dos pesetas al mes- y nadie renunciaba a tener un dep¨®sito que recog¨ªa de manera canalizada el agua de la lluvia para poder regar el huerto, siempre tan necesario en aquella econom¨ªa de supervivencia como lo eran tambi¨¦n los animales dom¨¦sticos, especialmente los cerdos-, vitales para aquella carn d¡¯olla i escudella que serv¨ªa para la comida familiar diaria y no como ahora en que se ha convertido en el plato de Navidad.
Los animales nos daban de comer y ayudaban a calentar el hogar porque las cuadras acostumbraban a estar justo debajo, conectadas las dos plantas por un agujero por el que la familia defecaba al estercolero. Hac¨ªa fr¨ªo en invierno y, aunque hab¨ªa le?a para el foc a terra, las estufas tardaron en llegar, de manera que se impon¨ªan los braseros, incluso en la cama- el calefactor de entonces se llamaba burro-, como evocan nuestros padres, que desde peque?os aprendieron a cerrar bien los grifos y de mayores saben distinguir entre la miseria obligada de antes y la austeridad necesaria de hoy, siempre apegados a Perafita.
Las condiciones mejoraron mucho con los a?os, hasta el extremo de que despu¨¦s de la normalizaci¨®n del caudal de agua hubo una compa?¨ªa francesa que busc¨® petr¨®leo en el pueblo, muy cerca desde donde todav¨ªa se levanta el castillo que populariz¨® la pel¨ªcula Muchos hijos, un mono y un castillo. No encontraron petr¨®leo ni ahora hay el agua necesaria para desespero de mucha gente, tambi¨¦n para aquellos que hac¨ªan vida en el bosque y un d¨ªa iban a por le?a, al otro recog¨ªan setas y de ida o de vuelta buscaban trufas. Los robles, los pinos y las encinas parecen petrificados, atrapados en un silencio sobrecogedor. Nadie pasea sino que la gente corre -a pie, en bicicleta, en moto- y una nube de polvo esconde los senderos en el secarral, siempre presente, nieve o haga fr¨ªo .
Los caballos se revuelcan en amplios campos vallados que se han quedado sin pasto, las vacas no tienen con que rumiar y las ovejas dudan si salir del corral mientras los cerdos comen, beben y engordan en sus pocilgas para suerte de algunos carniceros y miles de trabajadores. No todos los animales ni las personas consumen la misma cantidad de agua para poder proceder a un mejor reparto y tomar conciencia colectiva de la compleja situaci¨®n que se vive en muchas comarcas del pa¨ªs por m¨¢s alivio que hayan provocado las ¨²ltimas lluvias desde el paso de los Reyes Magos. As¨ª que en tiempos ¨¢ridos toca administrar el agua que ha ca¨ªdo y la poca que quedaba como si fuera oro para poder alcanzar la Semana Santa sin renegar ni pasar el rosario.
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