¡®Revolta pagesa¡¯, el despertar del campo
El malestar de una nueva generaci¨®n de payeses nada tiene que ver con el discurso que la extrema derecha pretende capitalizar
El campo ha salido de su ensimismamiento. Los tractores que en los ¨²ltimos d¨ªas han paralizado Barcelona y algunas de las v¨ªas estrat¨¦gicas de Catalunya muestran que est¨¢ dispuesto a dar la batalla. Despojados del sentimiento ag¨®nico que los payeses m¨¢s mayores han ido cultivando, una nueva generaci¨®n ha irrumpido con fuerza en el escenario y sus argumentos nada tienen que ver con el discurso retr¨®grado con el que la extrema derecha pretende capitalizar el malestar del campo.
Por lo que se ha visto, aqu¨ª no se dejan enga?ar ni manipular. Esto es importante, porque todos sabemos la importancia que tienen marcos conceptuales que encuadran el debate. No, la culpa de lo que le ocurre al campo no la tiene, como sostiene la extrema derecha, la agenda verde que la Uni¨®n Europea trata de sacar adelante. Los males son otros y tienen que ver sobre todo con la evoluci¨®n del modelo de producci¨®n agraria, en el que aquello que los payeses aportan, que es la tierra y el trabajo, tiene cada vez menos valor. Los rendimientos econ¨®micos se desplazan desde hace a?os hacia otros actores de la cadena alimentaria. Eso explica que entre lo que cobra el pay¨¦s y lo que paga el consumidor haya tanta diferencia.
Cualquier explotaci¨®n agraria est¨¢ atrapada entre dos vectores que exprimen su esfuerzo: los proveedores de lo que necesitan para producir y las grandes cadenas de comercializaci¨®n. Las semillas, los fertilizantes, los pesticidas, el combustible, los seguros, el agua¡ son cada vez m¨¢s caros. Solo en 2021 los costes de producci¨®n subieron un 18,6%, seg¨²n datos de la Generalitat. Y en el caso de la ganader¨ªa intensiva, el sistema de integraci¨®n hace que las explotaciones dependan del dictado de las grandes compa?¨ªas que les proporcionan los animales para engorde, los piensos y hasta los f¨¢rmacos que han de administrar.
En el otro lado est¨¢ la presi¨®n asfixiante de las grandes distribuidoras, que imponen precios de compra cada vez m¨¢s bajos, hasta el punto de que se han dado casos en los que no sale a cuenta recoger la cosecha. En 2021, la renta por rendimientos agrarios baj¨® un 12,4%. La ley de la Cadena Alimentaria, aprobada ese mismo a?o, pretend¨ªa corregir esa din¨¢mica, pero no ha tenido el efecto esperado: la inercia extractiva es demasiado poderosa. Crecen, en contrapartida, las iniciativas de econom¨ªa circular en que los propios payeses se organizan para controlar la distribuci¨®n y llegar al consumidor. Pero tienen a¨²n poca fuerza.
Los datos del sector confirman que hay cada vez menos explotaciones agrarias, pero m¨¢s extensas. En 2020 hab¨ªa en Catalu?a casi 55.000 explotaciones agr¨ªcolas (unas 5.000 menos que en 2009) y 10.800 granjas (2.500 menos), pero hab¨ªa aumentado la superficie media de explotaci¨®n (20,3 hect¨¢reas) y las unidades de ganado (304 de media).
El resumen es que los payeses se sienten asfixiados por el aumento de los costes de producci¨®n y la ca¨ªda de los precios que les pagan, y a ello se ha sumado en los ¨²ltimos a?os la incertidumbre clim¨¢tica: cuando no es una helada, es el granizo y casi siempre, la sequ¨ªa. Pero ser¨ªa un grave error caer en la contradicci¨®n de quejarse de la sequ¨ªa y atacar al mismo tiempo la agenda verde. El cambio clim¨¢tico les est¨¢ golpeando, cierto, como a otros sectores. Pero ir contra las medidas que pretenden corregir aquello que les est¨¢ golpeando ser¨ªa echarse piedras al propio tejado.
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