El flanco d¨¦bil de ERC
Esquerra Republicana es un partido con una direcci¨®n cr¨®nicamente d¨¦bil, siempre expuesta a que sus bases se le reboten
Las elecciones europeas han ratificado la tendencia a la baja sufrida por el independentismo en las recientes elecciones al Parlament. Pero eso no resta valor pol¨ªtico a los siete diputados que Junts dispone en la mayor¨ªa parlamentaria que sostiene al Gobierno del PSOE. Al rev¨¦s, los socialistas necesitan angustiosamente estabilidad al precio que sea.
Ahora, la oferta de Junts es seguir apoyando al Gobierno de Pedro S¨¢nchez a cambio de que el PSC no obstaculice la investidura de Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat. Es una oferta y es una amenaza. La elecci¨®n de un diputado de Junts, Josep Rull como presidente del Parlament demostr¨® el lunes que la amenaza de la derecha nacionalista puede ser disparatada, pero no es ret¨®rica. Va en serio.
La candidatura presidencial de Puigdemont deber¨ªa estrellarse contra las matem¨¢ticas parlamentarias catalanas, en las que Junts solo dispone de 35 esca?os sobre 135 y no hay mayor¨ªa independentista. Pero para eso har¨ªa falta que los dem¨¢s partidos actuaran de forma l¨®gica y previsible. Es decir, lo contrario de lo que acaba de suceder con la elecci¨®n de Rull. El devenir pol¨ªtico catal¨¢n muestra que esperar previsibilidad en una ecuaci¨®n en la que ERC sea uno de los componentes, como en esta ocasi¨®n, es pedir demasiado.
Esquerra Republicana es un partido con una direcci¨®n cr¨®nicamente d¨¦bil, siempre expuesta a que sus bases se le reboten. Las bases de ERC son enfermizamente sensibles a las acusaciones de ser poco patri¨®ticas que sus rivales de Junts y la CUP les lanzan interesadamente cada vez que les conviene. Sucede ahora, pero no es de ahora. Le ocurri¨® a Llu¨ªs Companys en 1934 y acaba de pasar de nuevo. Sucedi¨® en 1980. Ha bastado que a la CUP se le ocurriera otra f¨®rmula para beneficiar a la derecha independentista, esta vez con la propuesta de formar una mesa del Parlament ¡°antirrepresiva¡±, para que la l¨®gica pol¨ªtica se esfumara del horizonte de la direcci¨®n de ERC.
Es tambi¨¦n lo que ha sucedido repetidamente desde 2012. Alguien en el universo nacionalista lanza el anzuelo de la unidad electoral soberanista, o le pone fecha a un refer¨¦ndum, o plantea una heroica ¡°confrontaci¨®n con el Estado¡±, para que la direcci¨®n de ERC corra a alinearse tras el bander¨ªn. Y as¨ª hasta que toca rectificar.
La portavoz de ERC sali¨® el lunes a aclarar que su apoyo al candidato de la derecha para presidir el Parlament no prefigura nada de cara a la negociaci¨®n de la investidura. Ya se ver¨¢. De momento, lo que ha sucedido es que uno de los tres partidos necesarios para articular la mayor¨ªa parlamentaria de izquierdas ha renunciado a hacerlo.
Lo que esta decisi¨®n abre es la posibilidad de que Junts amenace de nuevo, pero esta vez ya desde la tribuna del Parlament, con dejar caer al Gobierno del PSOE si el PSC no facilita el acceso de Puigdemont a la presidencia de la Generalitat. Puede que Junts incluso acepte hacerlo en coalici¨®n, en un arrebato de generosidad. El candidato socialista, Salvador Illa, jura y rejura que eso no suceder¨¢, que no lo aceptar¨¢, pero lo cierto es que una parte de esta jugada se desarrolla en Madrid, donde se dirimen los grandes intereses. El fantasma de CiU ha vuelto. Est¨¢ en Madrid. Y en el Parlament, a ERC le tiemblan las piernas.
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