El eje Zaplana-Villarejo-Yonqui del dinero
El expresidente de la Generalitat siempre fue una pastilla de jab¨®n mojada para la justicia. Ahora mueve hilos tenebrosos para zafarse del acorralamiento judicial en el que est¨¢ prendido
La ¨²ltima transformaci¨®n protagonizada por Marcos Benavent, el exgerente de Imelsa y recaudador del PP que se colg¨® el cartel art¨ªstico de el Yonqui del Dinero, a?ade un desesperado ingenio al s¨®rdido espect¨¢culo de la corrupci¨®n y devuelve al centro del escenario a uno de los distinguidos referentes del ramo, Eduardo Zaplana, en una jugada que empieza en la banda con el diputado popular Luis Santamar¨ªa colgando el bal¨®n en el ¨¢rea del rey de las cloacas del Estado (y ¨²ltima farmacia de guardia del lado oscuro), el comisario jubilado Jos¨¦ Manuel Villarejo. Un sustancioso reparto art¨ªstico (casi una hip¨®stasis de cuatro) para un guion no menos ambicioso: intentar anular la causa del caso Erial (el de las mordidas en el que est¨¢ imputado Zaplana) mediante la deslegitimaci¨®n de la investigaci¨®n de los documentos que un empresario sirio (Imad Ahmad Al Naddaf Yalouk) entreg¨® a Benavent, hallados luego por la Guardia Civil en un registro en el despacho de su anterior abogado y que sirvieron para desencriptar parte de la urdimbre de sociedades que canalizaban el dinero supuestamente mordido en las adjudicaciones de contratos p¨²blicos.
El mismo Zaplana que consigui¨® milagros como la retirada de denuncias de los pocos que se atrevieron a llevarle a los tribunales obra ahora como hipot¨¦tico art¨ªfice de la contorsi¨®n de Benavent. El recaudador trajeado que un d¨ªa, como deslumbrado por un fogonazo celestial permut¨® en un comediante cruzado de profeta y hippie agropecuario, pide ahora, con atuendo de chico formal y v¨ªctima, la nulidad por manipulaci¨®n de las grabaciones que ¨¦l mismo llev¨® a cabo. Se desdice, despedaza la estrategia de colaboraci¨®n que hab¨ªa mantenido durante seis a?os con la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n y pone todo el ¨¦nfasis en el material con el que ¡°se arma todo el montaje contra Zaplana¡±. ?Qu¨¦ pierde Benavent con este giro? Nada. Incluso puede que saque algo. ?Qu¨¦ gana Villarejo para decir en sede parlamentaria que cree recordar que ¡°hab¨ªa un inter¨¦s¡±, no sabe por qu¨¦, ¡°en destruir al se?or Zaplana y se utiliz¨® a un informador sirio, un confidente del CNI¡±? Su tarifa no es barata. ?Qu¨¦ puede ganar Zaplana? Todo. ?Qu¨¦ pinta Santamar¨ªa en este enredo haciendo a Villarejo la pregunta que quer¨ªa o¨ªr sin venir a cuento en la comisi¨®n Kitchen del Congreso de los Diputados? La respuesta corresponde al nuevo PP valenciano, al que, al contrario que cuando empez¨® a aflorar toda esta basura, ya no cae en las encuestas y cuenta con un l¨ªder con potentes e inequ¨ªvocos v¨ªnculos con Zaplana.
Antes de que se estuviese muriendo en la c¨¢rcel (luego, tras el eco de las desgarradas llamadas humanitarias del partido a la juez que all¨ª lo manten¨ªa mientras cuadraba el c¨ªrculo de la telara?a delictiva que hab¨ªa tejido, milagrosamente, se levant¨® y anduvo), Zaplana hab¨ªa sido una pastilla de jab¨®n mojada para la justicia. Siempre se escurr¨ªa. Era imposible atraparlo. Como si su piel estuviese recubierta de la misma secreci¨®n mucosa que envuelve a las anguilas, se hab¨ªa podido mover por el cieno de las turbias aguas de la corrupci¨®n asociada a los a?os de gobierno del PP en la Comunidad Valenciana sin que los investigadores hubiesen podido nunca apresarlo. Siempre se escabull¨ªa. Esa capacidad de zigzaguear la ratonera sin pillarse nunca los dedos, mientras la mayor¨ªa de sus colaboradores eran imputados, procesados o condenados y encarcelados, ensanch¨® su leyenda en no pocos establecimientos penitenciarios, donde las apuestas todav¨ªa deben bascular a su favor, incluso ahora que la justicia parece tenerlo sitiado sin m¨¢s posibilidades que la c¨¢rcel. Porque Zaplana no ha dejado de secretar la sustancia viscosa que le puede permitir deslizarse por la m¨¢s m¨ªnima fisura, escurrir el bulto y seguir tan campante. Ahora cuenta con la corriente de la cloaca y viento de cola en el partido.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.