La carrera contrarreloj de Alberto, con par¨¢lisis cerebral, para acceder a un centro de d¨ªa
La falta de plazas en centros especializados obliga a personas con diversidad funcional grave a regresar a casa tras finalizar su escolarizaci¨®n a los 21 a?os a la espera de la asignaci¨®n de un recurso
La de Chelo, madre de Alberto, de 20 a?os, con par¨¢lisis cerebral y un grado de dependencia del 84%, es una carrera contra el tiempo. Lo es desde 2018, cuando en el colegio de educaci¨®n especial de Aspropace en Castell¨®n, donde el joven ha estado escolarizado desde beb¨¦, le insistieron en empezar a buscar otro tipo de recursos para Alberto una vez que, cumplidos los 21, tuviera que dejar el colegio.
Es el l¨ªmite de edad para permanecer en los centros de educaci¨®n especial. Una estancia ampliable a los 24 si se accede a formaci¨®n profesional, aunque esta pr¨®rroga no es posible para Alberto por su nivel de dependencia. Ah¨ª empieza el periplo para encontrar un centro, y cuando las familias se topan con la ausencia de plazas y el salto al vac¨ªo que supone dejar el colegio y esperar en casa, meses o quiz¨¢s a?os, la asignaci¨®n del recurso. Una problem¨¢tica sobre la que este 3 de diciembre, D¨ªa Internacional de la Discapacidad, ponen el foco varias entidades del sector en Castell¨®n.
¡°No existen en la provincia suficientes recursos para atender la demanda de personas con grave deterioro f¨ªsico y/o cognitivo que requieren, por su dependencia, una asistencia profesional e individualizada en centros especializados¡±, advierte Frater, firmante del comunicado de denuncia junto a Aspropace, Fundaci¨®n Ateneu, Afan¨ªas y FAMPA Castell¨®-Penyagolosa.
Reconocen los ¡°avances¡± en la apuesta por las pol¨ªticas p¨²blicas para fomentar la vida independiente de las personas con discapacidad, pero recuerdan que ¡°aunque deseable y necesaria no es siempre una opci¨®n viable para muchas personas, que todav¨ªa hoy precisan un centro residencial o de d¨ªa para llevar una vida digna y en igualdad de derechos¡±. Y aqu¨ª, dicen, se sigue palpando el d¨¦ficit.
En Castell¨®n hay 12 centros de d¨ªa autorizados para personas con discapacidad con 270 plazas (235 financiadas) y 13 residencias con 413 plazas (397 de financiaci¨®n p¨²blica), seg¨²n la direcci¨®n general de Diversidad Funcional. Fuentes de la Conselleria de Igualdad y Pol¨ªticas Inclusivas defienden el ¡°aumento paulatino¡± de plazas en los ¨²ltimos siete a?os y el revulsivo del Pla Convivint. Recuerdan que de 2015 al primer semestre de 2022 se han creado 55 nuevas plazas de centros de d¨ªa para personas con diversidad funcional y/o cognitiva (de 102 a las 157), y 28 en residencias (de 166 a 194). El Pla Convivint prev¨¦ cuatro centros en la provincia hasta 2025, y el concierto con entidades sociales ¡°activar¨¢ 55 plazas en centros de d¨ªa y 43 para recursos residenciales¡±. ¡°Vamos a seguir haciendo los esfuerzos necesarios para atender, en tiempo y forma, a todas aquellas personas con diversidad funcional que requieran del apoyo o del acompa?amiento de un recurso p¨²blico¡±, asegura la consejer¨ªa. Es un goteo al alza, pero ¡°incapaz de absorber la demanda¡±, critican las entidades. Se une la ¡°tediosa¡± burocracia para construir los centros. Y el tiempo juega en contra.
Chelo regresa a 2018. ¡°Es ah¨ª cuando te preguntas, ?y ahora qu¨¦? La trabajadora social me orienta sobre recursos. Alberto solo puede acceder a un centro de d¨ªa o a una residencia, y cuando digo ¡®o¡¯ es ¡®o¡¯. Hab¨ªa que elegir y cre¨ªmos que la mejor opci¨®n era una residencia¡±, indica. ¡°Sent¨ªa que ten¨ªa derecho a independizarse de nosotros, a estar en su entorno y seguir teni¨¦ndolo cerca¡±, dice. Pero esa idea se desvanece el a?o pasado. ¡°Empiezo a o¨ªr que no hay plazas. Hab¨ªamos elegido adem¨¢s la residencia de Aspropace casi como ¨²nica opci¨®n, porque es donde Alberto tiene sus rutinas y estabilidad¡±, detalla Chelo.
El ba?o de realidad sigui¨®. En Conselleria sugieren a Chelo abrir el abanico y decide seleccionar residencias de otras entidades. Ninguna ten¨ªa plazas libres. Este octubre optan por cambiar el recurso: un centro de d¨ªa, ¡°que parec¨ªa tener m¨¢s movilidad, aunque perdemos la antig¨¹edad en la lista de espera para una residencia¡±, explica. A seis meses para que termine la etapa escolar de Alberto, el contador de opciones sigue a cero. No as¨ª el v¨¦rtigo de su familia ante la posibilidad de cerrar etapa y volver a casa. ¡°No s¨¦ lo que puede suponer, pero si es por experiencia, el confinamiento fue terrible para Alberto¡±.
Volver a casa. Es la ¨²ltima de las tres opciones de la familia en ese futuro a corto plazo. La segunda, la asignaci¨®n de un centro de d¨ªa antes de junio. Chelo, docente, conf¨ªa que antes llegue la que ser¨ªa la mejor alternativa para Alberto: el s¨ª Conselleria al proyecto de refuerzo de la autonom¨ªa personal ¡®Servicios a la comunidad¡¯, elaborado por ella y avalado por Aspropace para prorrogar hasta los 24 a?os el aprendizaje en los centros de educaci¨®n especial independientemente de la capacidad del alumno. ¡°Ara?ar¨ªamos un poco m¨¢s de tiempo¡±, indica.
El d¨¦ficit de plazas se agrava con la casi nula movilidad en estos centros. ¡°Que se liberen es muy complicado. Las personas est¨¢n de los 21 a los 65 a?os¡±, indican desde el colegio de Trabajo Social de Castell¨®. ¡°Una plaza nueva se ocupa cuando muere alguien; han llegado a pasar a?os sin que se mueva la lista de espera; hay usuarios que llevan aqu¨ª desde 1985¡å, confirma Frater.
A la falta de plazas se unen la ¡°opacidad¡± de las listas de espera y el ¡°caj¨®n de sastre¡± en el que se han convertido muchos centros, denuncian estas entidades. ¡°No hay ¡®cribado¡¯. Como hay tan pocas plazas, la primera que sale se asigna, sin tener en cuenta los perfiles de cada usuario y es una merma en la atenci¨®n¡±, detalla David Carreres, director del centro de d¨ªa de Frater.
La soluci¨®n, coinciden afectados, entidades y trabajadoras sociales, pasa por la dotaci¨®n de recursos. ¡°Ampliar personal es fundamental, pero si no va acompa?ado de recursos que podamos gestionar y ofrecer, estamos igual¡±, reconocen desde servicios sociales.
¡°Como en casi todo falta empat¨ªa, tiempo para hablar con las familias. No s¨¦ d¨®nde falla la cadena¡±, lamenta Chelo. ¡°En servicios sociales entienden mi desidia pero no pueden hacer nada. ?Qui¨¦n puede? ?Por qu¨¦ no hay continuidad entre educaci¨®n y bienestar social, una previsi¨®n de chicos que salen del colegio para adecuar espacios y recursos?¡±, se pregunta, con tono reivindicativo pero sereno.
Un tono que se quiebra al hablar de Alberto. ¡°Es un gran chico, muy cari?oso. Le gusta correr. Somos aficionados y viene a las carreras con carro adaptado, disfruta de las excursiones, de la familia, de las fiestas¡±. Hace una pausa. ¡°Est¨¢ feliz yendo al colegio porque necesita rutinas; me alegro de que no sea consciente de esta incertidumbre. Tengo miedo, mucho, a que termine esta etapa¡±.
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