Asediado por Franco, protegido por M¨¦xico: los ¨²ltimos d¨ªas de Aza?a llegan al c¨®mic
El expresidente de la Rep¨²blica, enfermo y refugiado en Francia, falleci¨® en 1940 en una habitaci¨®n de hotel, asediado por la Falange exterior
En una habitaci¨®n de hotel en Francia, Manuel Aza?a agoniza. Montando guardia en la puerta, por los pasillos, atestando el vest¨ªbulo, hombres armados de la embajada mexicana y grupos de republicanos exiliados en Francia act¨²an como barrera humana para protegerlo. ¡°Piojosos¡±, exclama al verlos el polic¨ªa franquista Pedro Urraca, que ha venido a apresar al expresidente de la Rep¨²blica y no puede romper el cord¨®n de voluntarios y personal diplom¨¢tico. ¡°?C¨®mo los ha convencido?¡±, pregunta Aza?a. ¡°Yo no he hecho nada, lo quieren, usted encarna su lucha¡±, le responde uno de sus protectores.
Es el escenario final de la caza que el franquismo encabez¨® contra el dimitido y exiliado presidente de la Rep¨²blica, Manuel Aza?a, entonces un hombre enfermo y refugiado en un cuarto del H?tel du Midi de Montauban, que falleci¨® en 1940 en una habitaci¨®n bajo asedio de la Falange exterior. Una persecuci¨®n que el dibujante Manuel Granell y el guionista Juan P¨¦rez, Juanarete, han llevado al c¨®mic en Plomo y gualda (GP Ediciones) y en el que el franquismo y la resistencia frente al r¨¦gimen toman nombres hasta ahora casi desconocidos. Por una parte, el perseguidor, el ¡°cazador de rojos¡± Pedro Urraca. Por otra, el protector, el embajador mexicano en Francia Luis Ignacio Rodr¨ªguez Taboada, que puso a salvo a Aza?a hasta que muri¨®.
Entre la nieve, atravesando monta?as y valles. Las fotograf¨ªas de febrero de 1939 reflejan as¨ª lo que fue La Retirada, la salida de Espa?a de los republicanos tras la ca¨ªda de Barcelona en la guerra. Entre los que huyen, Manuel Aza?a y su mujer, Dolores de Rivas Cherif, se marchan a Francia. Aza?a ya ha comunicado a Juan Negr¨ªn, presidente del Gobierno, que no volver¨¢ al pa¨ªs que le obliga a huir: ¡°Mi partida ser¨¢ definitiva¡±.
¡°Aza?a estaba muy cansado¡±, asegura el dibujante Manuel Granell, para quien el presidente republicano era ¡°una mente muy l¨²cida, un republicano absolutamente convencido, pero tambi¨¦n un pesimista, una persona con muchos miedos¡±. Desde el exilio, Aza?a dimiti¨® como presidente de la Rep¨²blica el 28 de febrero de 1939, el mismo d¨ªa que Reino Unido y Francia reconoc¨ªan al gobierno de Franco. A partir de entonces, abandon¨® toda actividad pol¨ªtica y se dedic¨® a escribir sus memorias. En una vi?eta, Granell lo dibuja cortando una flor en el jard¨ªn con la misma decisi¨®n con la que defiende en sus textos de ese momento la necesidad de cortar con la Rep¨²blica tal y como hab¨ªa estado concebida hasta entonces y restaurar en su lugar ¡°la emoci¨®n nacional que representaba¡±. Lo que quer¨ªa contar el guionista, Juan P¨¦rez, es ¡°que el personaje m¨¢s brillante de la pol¨ªtica de muchos a?os en Espa?a renunciaba a todo porque hab¨ªa visto que la idea anterior de la Segunda Rep¨²blica ya no serv¨ªa, que hab¨ªa que buscar otra cosa, buscar que la gente pudiera elegir libremente¡±.
Mientras, en palabras del ya expresidente, ¡°la nueva Espa?a est¨¢ gobernada por una mezcla de crueldad y estupidez¡±, en los pa¨ªses a los que han huido sus dirigentes comienza la persecuci¨®n. ¡°Fue una verdadera caza, sobre todo hacia los peces gordos¡±, relata Granell. ¡°Fue implacable, porque buscaban hacer visible la idea de ¡®hemos ganado, hemos convencido, hemos aplastado¡¯¡±, a?ade Juanarete. En la Francia ocupada, Llu¨ªs Companys es apresado por los nazis y devuelto a Espa?a para ser ejecutado. La familia de Aza?a, que ha huido, es arrestada. Tampoco la llamada ¡°Francia libre¡± era tal: en este territorio se detuvo a Largo Caballero o Federica Montseny, entre otros. Pero, como apunta el ilustrador, ¡°en ese contexto, Aza?a era la cabeza del elefante, la pieza m¨¢s preciada que llevar a Franco¡±.
Un ¡°cazador de rojos¡± y un protector
El perseguidor estaba preparado. Pedro Urraca era un verdadero ¡°cazador de rojos¡± en la Francia ocupada, un polic¨ªa franquista destinado al pa¨ªs vecino para localizar y detener a republicanos exiliados. Dibujado en el c¨®mic con una mirada torva, este personaje, cuya nieta Loreto descubri¨® su pasado en un reportaje de este diario, lo que la llev¨® a escribir un libro y, ahora, a prologar el c¨®mic, va estrechando el cerco en torno a Aza?a. ¡°Tiene que hacerse una pel¨ªcula sobre ¨¦l, porque es un personaje que fue ¨ªntegramente mala persona¡±, considera Manuel Granell, que ha tratado de que se note en el dibujo que era ¡°muy siniestro¡± pero tambi¨¦n ¡°que le gustaba el lujo, la buena vida¡±, tanto que, para Juan P¨¦rez, ¡°no profesaba ninguna ideolog¨ªa m¨¢s que el dinero¡±.
Pero, en los d¨ªas finales de Aza?a, tambi¨¦n estaba preparado su protector, Luis Ignacio Rodr¨ªguez Taboada, ministro plenipotenciario mexicano que negociaba con Francia el trayecto a su pa¨ªs de los exiliados espa?oles. El mexicano organiz¨® el traslado de un Aza?a ya enfermo a la primera planta del H?tel du Midi de Montauban, que declar¨® legaci¨®n diplom¨¢tica. Para los art¨ªfices del c¨®mic, ¡°era un hombre solidario, buena gente¡±, pero tambi¨¦n ¡°un intelectual, que entendi¨® que adem¨¢s de tener una labor diplom¨¢tica con Aza?a, ten¨ªa una labor humanitaria¡±. Rodr¨ªguez no solo convoc¨® a sus hombres, que estaban dispuestos a dar la vida por el pol¨ªtico espa?ol, sino que se trajo consigo a la embajada improvisada a todo espa?ol republicano que encontr¨® para defender el frente. Un ejemplo de solidaridad internacional, pero tambi¨¦n de estrategia. ¡°El gobierno mexicano de L¨¢zaro C¨¢rdenas era un gobierno de progreso que se identificaba con la ca¨ªda Rep¨²blica espa?ola, pero que tambi¨¦n era consciente de que muchos de los refugiados republicanos eran la flor y nata de la intelectualidad y que cualquier pa¨ªs que los recibiera notar¨ªa un progreso social evidente¡±, se?ala Juanarete.
Aza?a muri¨® en esa habitaci¨®n de hotel el 4 de noviembre de 1940, pero la caza no hab¨ªa terminado. Las autoridades francesas exigieron que no hubiera un entierro p¨²blico, que amenazaron con disolver por la fuerza, ¡°Para los exiliados, Aza?a era el ¨²ltimo bander¨ªn de enganche de la libertad que hab¨ªan perdido, ?c¨®mo no iban a ir al sepelio? Fueron en tropel¡±, relata el guionista. Adem¨¢s, prohibieron que la bandera republicana cubriera el f¨¦retro. Pero Luis Rodr¨ªguez ¡°dijo que ni hablar¡±, y finalmente se cubri¨® el cuerpo del expresidente con la bandera mexicana. ¡°Para nosotros ser¨¢ un privilegio, para los republicanos, una esperanza, y para ustedes una dolorosa lecci¨®n¡±, augura en el c¨®mic el embajador. Luis Ignacio Rodr¨ªguez, como relata Granell, antes de morir pidi¨® ser enterrado bajo la bandera republicana espa?ola. En el c¨®mic, donde aparece la escena del entierro del mexicano, a Luis Ignacio Rodr¨ªguez Taboada no solo lo despiden su familia y sus amigos. En un lateral, discretamente y con rostro serio, Granell se ha dibujado a s¨ª mismo, a Juanarete y al editor Daniel Vi?uales, a los que tambi¨¦n les habr¨ªa gustado despedir al protector de Manuel Aza?a con honores.
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