Esclavas, monjas y divas: el proyecto S¨°nore recupera la m¨²sica hecha por mujeres
La music¨®loga y educadora social Isabel Ferrer propone un museo virtual de la compositoras, cantantes o int¨¦rpretes a lo largo de la historia de la Comunidad Valenciana
Est¨¢n las esclavas cantoras, musas de poetas y entretenimiento para los hombres en Al-?ndalus en torno al siglo X. Est¨¢ Mar¨ªa Ladvenant, que puso en marcha su propia compa?¨ªa de espect¨¢culos musicales en el siglo XVIII. Est¨¢ Maria Carbonell, monja organista y compositora de Alcoi, nacida en 1889, que compuso m¨²sica sacra pero tambi¨¦n obras para banda. Est¨¢ la soprano Mar¨ªa Ros, que en 1924 se cas¨® con el tenor Giacomo Lauri-Volpi y abandon¨® los escenarios para dedicarse a entrenar la voz de su marido. Est¨¢ Cora Raga, mezzosoprano especializada en zarzuela, convencida republicana, y la primera artista que interpret¨® el himno regional valenciano. A todas ellas ha intentado sacarlas del olvido la music¨®loga y educadora social Isabel Ferrer, que las ha incluido en Projecte S¨°nore, un museo virtual de las mujeres en la m¨²sica valenciana a lo largo de la historia.
A las esclavas cantoras, a las que cantaban en el campo, a las divas y a las monjas las ha encontrado Ferrer a lo largo de a?os de investigaciones. En febrero de 2023, decidi¨® que una web era ¡°una forma accesible y democr¨¢tica de compartir¡± y en ella volc¨® cientos de vidas, de documentos, de fotograf¨ªas, de libros y de obras de arte como una invitaci¨®n a ¡°pensar la m¨²sica teniendo en cuenta la variable de g¨¦nero, que pone a las mujeres siempre en segundo plano¡±.
No se trata, asegura Isabel Ferrer, de escribir una ¡°historia de la m¨²sica en femenino¡±: ¡°Eso ser¨ªa como decir que existe una historia general de la m¨²sica y otra, separada, de la m¨²sica hecha por mujeres, y no es as¨ª¡±. Pero s¨ª de pensar ¡°desde otro punto de vista¡±, de recopilar informaci¨®n y de establecer lazos sin buscar un universal femenino de la m¨²sica. ¡°Porque no es lo mismo una esclava cantora que una mujer burguesa del siglo XIX, y no es lo mismo Clara Schumann que una mujer que trabaja en el campo¡±, apunta la music¨®loga.
Projecte S¨°nore est¨¢ concebida como una exposici¨®n, y por eso ofrece seis itinerarios por el material que ha reunido Ferrer. En cada uno de ellos - Representaciones, Esferas, Voces, Oficios, Territorios y Redes -no solo hay cantantes, pianistas, compositoras, sino tambi¨¦n ejemplos hist¨®ricos que muestran c¨®mo se ha hablado, escrito o pintado sobre las mujeres m¨²sicas.
Uno de los hallazgos que m¨¢s han fascinado a Isabel Ferrer es el de la figura de las esclavas cantoras del mundo ¨¢rabe. ¡°Cuesta imaginar c¨®mo ser¨ªan esas vidas dedicadas a la m¨²sica pero en cautiverio¡±, afirma. M¨¢s adelante, con la expansi¨®n del cristianismo, comienza a verse la voz femenina como un peligro. ¡°Se recupera la figura de la sirena que desv¨ªa al marinero de su camino y a las mujeres m¨²sicas se les presupone capacidad de enga?o, de persuasi¨®n, de despistar a los hombres en su intento de llegar a dios¡±, explica. Por eso, en una de las entradas de S¨°nore, una pieza de cer¨¢mica representa a una sirena tocando un instrumento de viento. Tentando a los hombres honrados.
En paralelo, en los monasterios, las monjas cantan, componen, crean y tocan instrumentos, como lo hac¨ªa Sor Margarita del Esp¨ªritu Santo Rodr¨ªguez, que vivi¨® en el convento de Santa ?rsula en Val¨¨ncia en el siglo XVII. ¡°Aprendi¨® enteramente la solfa, ta?er el arpa con destreza, y componerla con admiraci¨®n¡±, recuerdan sus bi¨®grafos en el texto recuperado por Isabel Ferrer. Nunca dej¨® de tocar hasta que ¡°las enfermedades ¨²ltimas le impidieron el movimiento de una mano¡±. Pero, tambi¨¦n en las congregaciones de mujeres hab¨ªa censura y limitaciones. En una carta de 1403 recogida en la web de S¨°nore, el rey Mart¨ªn el Humano se queja de que la congregaci¨®n de monjas de un monasterio valenciano canta m¨²sica profana. En los monasterios, solo lo divino. Fuera, en el campo, lo terrenal: los cantos de trabajo.
¡°El problema en la recopilaci¨®n de la tradici¨®n oral, de los cantos de trabajo, es que est¨¢ poco registrada hasta el siglo XX¡±, explica la music¨®loga, que detalla que las mujeres que trabajaban limpiando, en el campo o en los almacenes cantaban, y no hab¨ªa repertorios separados por g¨¦neros. Solo a partir de los 50, las grabaciones del etnomusic¨®logo Alan Lomax, y las que vinieron despu¨¦s, inauguraron un archivo de la m¨²sica que hoy ha servido, dice Ferrer, para recuperar la tradici¨®n.
Con el auge de la burgues¨ªa en el siglo XIX surge el modelo de concierto actual y la profesionalizaci¨®n de la m¨²sica, y las instrumentistas, pero sobre todo las cantantes, adquieren ¡°un gran poder, incluso superior al de los hombres¡±. ¡°Estaban sometidas a la mirada masculina pero eran aut¨®nomas e independientes en su trabajo, y eran un espejo donde otras mujeres pod¨ªan mirarse¡±, relata Isabel Ferrer, que ha unido a los nombres m¨¢s conocidos como el de la cantante de ¨®pera Lucrezia Bori otros menos conocidos como los de Luisa Fons, que debut¨® con quince a?os en ¡®El Barbero de Sevilla¡¯ y se convirti¨® en una estrella, o Pilar Mart¨ª, popular soprano c¨®mica e introductora en escena de la falda-pantal¨®n sobre 1910.
Pero la relaci¨®n de las mujeres con la m¨²sica no se limitaba al canto y el teatro. Como recoge la documentaci¨®n de S¨°nore, en los siglos XVIII y XIX empezaron a surgir mujeres empresarias y promotoras de espect¨¢culos, como Mar¨ªa Ladvenant, que form¨® su propia compa?¨ªa. ¡°Para evitar las malas lenguas y por facilidad log¨ªstica, era com¨²n que estos negocios estuvieran dirigidos por matrimonios, aunque en muchos casos, ellas eran las estrellas, las l¨ªderes¡±, destaca la impulsora del proyecto.
Pero la salida laboral m¨¢s obvia para las mujeres m¨²sicas era la ense?anza. Hasta el siglo XX, ¡°las mujeres m¨²sicas tocaban en conciertos hasta que se casaban y luego daban clases¡±. Como Mar¨ªa Ros, de diva a profesora particular de su marido tenor. Como Mar¨ªa Jord¨¢n, una de las primeras profesoras del pianista Jos¨¦ Iturbi. Como Consuelo del Rey, que dirigi¨® la primera escuela musical para ni?as de Val¨¨ncia. De hecho, a principios de siglo, m¨¢s de la mitad del cuerpo docente en los conservatorios p¨²blicos valencianos estaba compuesto por mujeres aunque, en un primer momento, estas solo pod¨ªan dar clases de piano.
En el cat¨¢logo de S¨°nore, que Isabel Ferrer pretende ir ampliando con el tiempo, hay decenas, cientos de vidas de mujeres que se han dedicado, de una u otra manera, a la pr¨¢ctica musical, m¨¢s all¨¢ de los nombres que m¨¢s se han reivindicado. ¡°Las pr¨¢cticas musicales son un reflejo y construyen simult¨¢neamente el d¨ªa a d¨ªa¡±, asegura su impulsora, que cree que a S¨°nore le queda mucha vida. ¡°El patriarcado siempre encuentra brechas y va a ser un trabajo de a?os, de siglos, hasta que finalmente la variable de g¨¦nero no haga que borremos a parte de las artistas de la historia del arte¡±, concluye.
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