La condena a Zaplana pone fin a una era de poder impune
El expresidente inici¨® la era de grandes proyectos como Terra M¨ªtica, que acab¨® con la condena de dos exdirectivos, y contratos millonarios como el de Julio Iglesias, archivado por estar prescrito
¡°Tengo que ganar mucho dinero, me hace falta mucho dinero para vivir¡±. As¨ª de claro lo ten¨ªa Eduardo Zaplana (Cartagena, 68 a?os) en 1990. ¡°Siempre ha necesitado dinero¡±, advirti¨® el fiscal Anticorrupci¨®n Pablo Ponce el pasado mes de mayo como una de las conclusiones del llamado caso Erial, que ha acabado con una condena de m¨¢s de 10 a?os de c¨¢rcel para el expresidente de la Generalitat valenciana y exministro del PP.
A Zaplana se le pill¨® en aquella grabaci¨®n del 90, pero ya no se le volvi¨® a pillar en su larga carrera como ¡°pol¨ªtico profesional¡±, tal como le define la sentencia. Con la suya, ya son dos los expresidentes condenados de los cuatro que ha tenido el PP en la Comunidad Valenciana, sin contar con el actual, Carlos Maz¨®n, disc¨ªpulo directo de quien ocup¨® no solo el puesto m¨¢s alto en la administraci¨®n auton¨®mica sino tambi¨¦n la cartera del Ministerio de Trabajo y la portavoc¨ªa del Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, as¨ª como la del grupo popular en el Congreso. En apenas 10 a?os pas¨® de la alcald¨ªa de Benidorm a ser cara visible y la voz del Gobierno del PP.
Fue una d¨¦cada en la que Zaplana se convirti¨® en un pol¨ªtico h¨¢bil y embaucador. Se hizo con la presidencia de la Generalitat gracias al apoyo de los regionalistas de Uni¨®n Valenciana, a quienes acab¨® fagocitando pol¨ªticamente. Comenz¨® con ¨¦l la era de los grandes proyectos como Terra M¨ªtica y los grandes eventos como la contrataci¨®n de Julio Iglesias como embajador de la Comunidad Valenciana. El caso del parque acab¨® con la condena a dos de sus exdirectivos despu¨¦s de 10 a?os de instrucci¨®n. El contrato al artista por el que se investig¨® al director del Instituto Valenciano de la Exportaci¨®n (IVEX) por el pago de seis millones de euros al cantante que se habr¨ªan realizado en negro y a trav¨¦s de para¨ªsos fiscales, se archiv¨® despu¨¦s de 18 a?os de instrucci¨®n por prescripci¨®n.
Pese a que fueron dos actuaciones impulsadas directamente desde la presidencia de la Generalitat que ocupaba Zaplana, el dirigente del PP permaneci¨® jur¨ªdicamente lejos de estos casos mientras engordaba la deuda auton¨®mica con otros proyectos y con privatizaciones como las de las ITV. Fueron a?os en los que lo controlaba todo. Era intocable. Fue en esa ¨¦poca en la que pact¨® las mordidas con el entonces director general de la Polic¨ªa, Juan Cotino, cuya familia ten¨ªa un grupo empresarial, Sedesa, que se convirti¨® en una gran receptora de contratos p¨²blicos millonarios. Pagaron por ello. Tambi¨¦n judicialmente, ya que uno de los actuales responsables, sobrino del fallecido Juan Cotino, ya confes¨® en el juicio de G¨¹rtel haber financiado a trav¨¦s de la trama las campa?as del PP local y auton¨®mica de 2007 y general de 2008 en la Comunidad Valenciana.
Pero todo eso no se sab¨ªa entonces y, en ese momento de auge, Aznar llam¨® a Zaplana a m¨¢s altas responsabilidades en Madrid. No cambi¨® all¨ª su vida de vividor, su siempre tostado color de piel, sus quedadas con un c¨ªrculo selecto de encandilados. Fue a la vez que, seg¨²n la sentencia que le ha condenado por prevaricaci¨®n, cohecho, falsedad y blanqueo de capitales, participaba en esa trama societaria para ocultar primero y reingresar despu¨¦s en Espa?a el dinero de las mordidas.
En esa carrera pol¨ªtica permaneci¨® hasta 2008 cuando, tras cuatro a?os en la oposici¨®n, se fue de directivo a Telef¨®nica con un sueldo de 700.000 euros anuales, seg¨²n record¨® el fiscal anticorrupci¨®n durante el juicio.
Aunque a casi nadie le extra?¨® la detenci¨®n de Zaplana en 2018, a casi todo el mundo le sorprendi¨®. Su entrada en prisi¨®n provisional acab¨® ya con el halo de impunidad que, mientras, apenas se hab¨ªa resquebrajado con la condena de cuatro consejeros de su sucesor, Francisco Camps. La condena, seis a?os y medio despu¨¦s del arresto, revela que pese al extremo cuidado que tuvo en no aparecer en las sociedades desde las que se blanquearon las mordidas, no pudo ocultar el disfrute de estas, con la compra de un piso de 240 metros cuadrados y 1,6 millones en el barrio de Salamanca de Madrid, un barco y un tren de vida dif¨ªcil de mantener con un sueldo de pol¨ªtico.
Lo que tampoco se esperaba Eduardo Zaplana era ser abandonado por sus amigos y por quienes le han guardado lealtad durante muchos a?os. De hecho, la contundencia de las acusaciones se ha basado en la confesi¨®n de su amigo de la infancia, Joaqu¨ªn Barcel¨®, de su mano derecha, Juan Francisco Garc¨ªa, que negoci¨® el ama?o de los contratos, y de los empresarios Cotino, que admitieron el pago de los sobornos. Para Zaplana, la condena est¨¢ basada ¡°en acuerdos opacos¡± y ¡°sin evidencias¡±.
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