S¨¢nchez quiere ganar
Parece que la izquierda ha decidido abandonar la trinchera y avanzar a campo abierto, mientras que la actitud de Feij¨®o se vuelve m¨¢s defensiva
Parece que algo est¨¢ cambiando cuando se cumple un mes del anuncio del adelanto electoral y cuando falta m¨¢s o menos un mes para la cita del 23-J. El cambio no viene del electorado. Los sism¨®grafos demosc¨®picos no detectan todav¨ªa movimientos significativos, aunque s¨ª dan algunas pistas. El cambio viene sobre todo de la actitud de los contendientes. Parece que la izquierda ha decidido abandonar la trinchera y avanzar a campo abierto, mientras que la actitud de Feij¨®o se vuelve m¨¢s defensiva, centrada en no cometer errores, en exponerse lo m¨ªnimo (debates), cerrar filas y taponar posibles v¨ªas de agua (Extremadura). El Blitzkrieg de S¨¢nchez ha empezado.
El PP dise?¨® una campa?a con dos objetivos principales: evitar el debate sobre la acci¨®n del gobierno, sobre todo en el campo econ¨®mico, y concentrar el duelo en la persona de S¨¢nchez, alejar las elecciones de la disputa ideol¨®gica. En el PP saben que su alianza con la extrema derecha les resta atractivo en el centro y puede movilizar el voto (mayoritario) de la izquierda y el centroizquierda, as¨ª que la apelaci¨®n al ¡°sanchismo¡± les permite en principio sortear ambos peligros. As¨ª, los comicios no deben ser una ocasi¨®n para confrontar modelos de sociedad o para decidir qu¨¦ pol¨ªticas va a desarrollar el gobierno entrante. Las elecciones, tal y como las propone el PP, deben servir para echar de La Moncloa no a la izquierda, sino a una desviaci¨®n cesarista y radical que nada tiene que ver (seg¨²n los populares) con el socialismo ¡°bien entendido¡±, ese que aparentemente desplegaron los gobiernos de Felipe Gonz¨¢lez, para quien curiosamente la derecha acu?¨® el concepto ¡°felipismo¡±, para designar una deriva corrupta del socialismo que el electorado deb¨ªa extirpar de las instituciones para preservar la democracia. De eso se cumplen 30 a?os. A veces parece que para Espa?a no pasa el tiempo.
El espantajo del ¡°sanchismo¡± ha servido al PP para atraerse a una parte nada desde?able del voto moderado del PSOE (medio mill¨®n de votantes) y para desmovilizar a la parte menos militante del espacio socialista (casi 1,3 millones de votos, seg¨²n el ¨²ltimo CIS). La ventaja popular en las encuestas se explica principalmente por estos dos fen¨®menos, m¨¢s la intensa movilizaci¨®n de su espacio, espoleado por la perspectiva de ¡°echar a S¨¢nchez¡±.
Hasta hoy mismo el escenario ha estado dominado por el marco definido por el PP. El cambio operado en los ¨²ltimos d¨ªas es sutil pero evidente. Todo apunta a que en el PSOE se han dado cuenta de que el primer paso imprescindible para ganar unas elecciones es querer ganarlas y convencer a los tuyos de que quieres hacerlo y que puedes hacerlo. Salir de la trinchera y desmontar la idea de que Feij¨®o ya tiene las elecciones ganadas, como asegura el ¡°consenso demosc¨®pico¡±. El mensaje de S¨¢nchez en estos ¨²ltimos d¨ªas, multiplicando sus apariciones, es que hay partido y que est¨¢ dispuesto a jugarlo hasta el ¨²ltimo minuto. S¨¢nchez en estado puro, recuperando el uniforme de las primarias, camisa de mangas arremangadas.
El cambio no es s¨®lo est¨¦tico. Es de talante. Por primera vez en toda la legislatura el PSOE ha decidido hacer frente al relato del PP e intentar imponer el suyo. Tal vez sea tarde, pero S¨¢nchez parece decidido a obligar a Feij¨®o a hablar de salarios y de pensiones, a exponer los programas econ¨®micos de ambos, a definir el marco en el que se jugar¨¢ el partido. Hasta el ¨²ltimo minuto.
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