Un pragm¨¢tico cuya ideolog¨ªa es ganar
El l¨ªder del PP, Alberto N¨²?ez Feij¨®o, querr¨ªa ser una mezcla entre lo que significaron iconos de la Transici¨®n como Adolfo Su¨¢rez y Felipe Gonz¨¢lez, el Aznar que reconstruy¨® el centroderecha sobre el mito de Fraga pero sin la empat¨ªa que despierta Rajoy
Alberto N¨²?ez Feij¨®o (Os Peares, Ourense, 61 a?os) es un pol¨ªtico flexible, pragm¨¢tico, con escasa ideolog¨ªa, gallego, moderado en las formas, ambicioso pero paciente, que se torna implacable cuando tiene a la vista su gran objetivo: ganar. Lo suele conseguir. En su ideal de pragmatismo, concede sin rubor la condici¨®n imposible de ser, a la vez, del Deportivo de A Coru?a y del Celta, para no confesar que el equipo que le tira de verdad es el Real Madrid. La primera vez que vot¨®, en 1982, eligi¨® la papeleta del socialista Felipe Gonz¨¢lez porque no se ve¨ªa con el cuajo de votar a la derecha antigua que encabezaba la Alianza Popular de Manuel Fraga, con el que luego trabaj¨® c¨®modamente a?os y del que hered¨® el poder en el PP y en la Xunta de Galicia. En esta campa?a, sus primeras elecciones generales como cabeza de lista, ha hablado m¨¢s que nunca de s¨ª mismo y de sus humildes or¨ªgenes para presentarse ante los millones de espa?oles que le desconoc¨ªan como el primer presidente de la Espa?a rural, vac¨ªa, olvidada, que surge de los anaqueles de un colmado perdido en un cruce de caminos del fin del mundo para llegar con su gran esfuerzo ni m¨¢s ni menos que hasta La Moncloa. ¡°Soy Feij¨®o, quiero ganar y ser el presidente de Espa?a¡±, fue el resumen de su minuto de oro en el debate cara a cara frente a Pedro S¨¢nchez. Ganar, gan¨®, pero no como esperaba.
Feij¨®o ha vuelto a poner en el mapa en esta campa?a Os Peares, su peque?a aldea de apenas un centenar de habitantes circundada por varios r¨ªos, municipios y provincias en el centro de la Galicia m¨¢s profunda. Pero en ese alarde de bipolaridad, Feij¨®o lleg¨® a la pol¨ªtica como el ep¨ªtome de todo lo contrario: rescatado de Madrid de una labor ejecutiva casi de funcionario para acabar con la manera de gobernar presidencialista y autoritaria del patr¨®n galaico Manuel Fraga, que ten¨ªa el mapa de todas las ferias, pulpadas y queimadas gallegas en aquella cabeza de Estado. A base de ambici¨®n, trabajo, contactos y maniobras, el urbanita de Os Peares enterr¨® al PP de la boina que intent¨® capitalizar sin ¨¦xito su entonces rival interno, Jos¨¦ Cui?a, y, m¨¢s tarde, el clan de los baltares en Ourense. Primero los venci¨®, luego los integr¨® y finalmente los subsumi¨®. Le vale casi todo.
Ahora Feij¨®o se siente heredero directo de lo mejor de los Gobiernos del PP de Aznar y Fraga, pero nunca fue un gran seguidor ni amigo personal de ninguno de ellos, porque al que realmente admira es a Felipe Gonz¨¢lez, con el que cultiva una buena relaci¨®n, como con alg¨²n que otro bar¨®n socialista y con el lehendakari I?igo Urkullu. Su referente y gran valedor en pol¨ªtica fue un exministro tecnocr¨¢tico de Sanidad del PP, Jos¨¦ Manuel Romay Beccar¨ªa, letrado del Consejo de Estado que al final de su carrera lleg¨® a presidir, ant¨ªtesis de Fraga como cabecilla en Galicia del clan del birrete, clerical y pr¨®ximo al Opus, exponente de los muchos gallegos apasionados por la pol¨ªtica que han emigrado a Madrid durante siglos para hacer carrera nacional.
De una persona que en septiembre cumplir¨¢ 62 a?os, que hace apenas seis tuvo su primer hijo, tambi¨¦n llamado Alberto, y que lleva m¨¢s de 30 a?os dedicado a la cosa p¨²blica, entre cargos empresariales y directamente pol¨ªticos, en teor¨ªa deber¨ªa de conocerse casi todo. No es as¨ª. Feij¨®o es amable y educado en las formas, pero desconfiado y herm¨¦tico. Su ¨²nica biograf¨ªa autorizada y validada es un libro titulado El viaje de Feij¨®o, el ni?o de aldea que nunca perdi¨® unas elecciones. Es un compendio de retratos amables y favorables de un ni?o que sali¨® de la nada hasta lograrlo casi todo. Entre l¨ªneas y p¨¢rrafos se descubre tambi¨¦n a un Feij¨®o m¨¢s realista y ¨²til, que cuando fallece su padre comprende que tiene que abandonar el estudio de las complicadas oposiciones a juez por unas m¨¢s sencillas y urgentes a funcionario de la Xunta, que estudiaba sin despreciar las juergas en la m¨ªtica ciudad universitaria de Santiago de Compostela, muy movilizada durante la transici¨®n. Feij¨®o fue escalando en el organigrama de aquella administraci¨®n auton¨®mica incipiente porque era aplicado, negociador, y se arrimaba bien a buenos padrinos.
Cuando sucedi¨® a Fraga, Feij¨®o no se arredr¨® como l¨ªder de la oposici¨®n en Galicia. Se la pate¨® entera, volvi¨® a las verbenas, retom¨® el gallego, y us¨® todas las estratagemas para socavar aquel Gobierno bipartito de coalici¨®n que se enred¨® tanto entre el PSdG de Emilio P¨¦rez Touri?o y el Bloque Nacionalista Galego de Anxo Quintana. Feij¨®o aprovech¨® todos los conflictos visibles e invisibles de aquella complicada entente. Desde apagar un pavoroso incendio con una minimanguera a denunciar el blindaje lujoso de un coche oficial con una nevera de bolsillo o impulsar una algarada de cargos p¨²blicos locales frente al Parlamento gallego. As¨ª hizo oposici¨®n durante un tiempo hasta que llegaron las siguientes elecciones y venci¨®, como har¨ªa tres veces m¨¢s con mayor¨ªa absoluta. El triunfo nacional de Feij¨®o este domingo por tan poco (1,3% y 311.300 votos) es, en cierta medida, su primera derrota ante las expectativas creadas.
Galicia y la Xunta han sido algo m¨¢s que un campo de entrenamiento durante 14 a?os. En ese cargo de presidente gallego molde¨® su perfil m¨¢s institucional y reparti¨® hacia todas las bandas, sin mojarse demasiado en ninguna batalla correosa desde el punto de vista electoral. Fue ambivalente con el uso del idioma y cuidadoso con el trato a los medios de comunicaci¨®n. Hizo compatible su conversi¨®n en un bar¨®n firmemente galaico y autonomista, pero con un ojo siempre en Madrid, los c¨ªrculos de influencia de la capital y la pol¨ªtica nacional. En esa ¨¦poca EL PA?S public¨® sus conocidas fotos con el narco Marcial Dorado, que revelaron una amistad de a?os con uno de los contrabandistas hist¨®ricos m¨¢s conocidos de Galicia cuando las drogas causaron una escabechina entre miles de j¨®venes y las madres coraje parec¨ªa que peleaban solas contra esa lacra. Compareci¨® ante la prensa, alguna vez en el Parlamento, pero nunca aclar¨® c¨®mo surgi¨® y mantuvo esa extra?a relaci¨®n. Ahora se justifica con que entonces no hab¨ªa Google ni internet y con que su amigo Marcial solo era entonces contrabandista.
El equipo de media docena de personas con el que Feij¨®o regres¨® hace 15 meses a Madrid para darlo todo en su ¨²ltima oportunidad pol¨ªtica, tras la crisis que desangr¨® al PP de Pablo Casado por c¨®mo gestion¨® la informaci¨®n sobre el pelotazo del hermano de la presidenta madrile?a en la compra de mascarillas durante lo peor de la pandemia, es casi el mismo que le arrop¨® en Galicia, en el PP y en la Xunta, durante la ¨²ltima d¨¦cada. Formado en su c¨ªrculo m¨¢s inmediato por experiodistas reconvertidos en ejecutores de sus ¨®rdenes. Leales, fieles y sin miramientos. Los mismos que le prepararon con igual entusiasmo en junio de 2018 un discurso y su contrario cuando se vio entre la espada y la pared para ser el relevo de Rajoy cuando este tuvo que abandonar tras la moci¨®n de censura, reto que entonces rechaz¨® porque su ¨²nica raz¨®n de ser era ¡°Galicia, Galicia y Galicia¡±. Y los que hace a?o y medio recondujeron esos mensajes para asumir que Feij¨®o no ten¨ªa m¨¢s remedio que ser el b¨¢lsamo nacional del PP tras la crisis fratricida entre Casado y Ayuso.
Feij¨®o apenas les consult¨® cuando les comunic¨® que se mudaban todos a Madrid para rescatar a un PP deprimido y desnortado, competir contra Pedro S¨¢nchez, ¡°derogar el sanchismo¡± y ejecutar la misi¨®n de ¡°salvar a Espa?a¡±. Se vinieron todos, tardaron unos meses en comprender que el microclima pol¨ªtico y medi¨¢tico madrile?o no es ni parecido al gallego. Previsor, ahora y por si las urnas no confirmaban los augurios y pron¨®sticos demosc¨®picos, Feij¨®o los meti¨® a todos en las listas al Congreso para garantizarles un esca?o y unos a?os de futuro. El suyo s¨ª ten¨ªa una fecha l¨ªmite y un reto: ganar y gobernar Espa?a.
En el PP, durante este entretiempo, dej¨® hacer a los barones asentados en sus territorios sin examinar su ideolog¨ªa o sus traiciones porque solo le interesaron sus votos y sus triunfos, rescat¨® para su barniz moderado a algunos marginados pol¨ªticos de anteriores etapas y confirm¨® a los aspirantes promovidos en el periodo olvidado de Casado, que son los que ahora han ganado para su usufructo el mando de muchas autonom¨ªas. A todos les exigi¨® y les prometi¨® una sola cosa: ganar, pero no est¨¢ nada clara la trascendencia de esa victoria.
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