Vox quer¨ªa creer que todav¨ªa quedaba mucha noche
El ambiente en la sede del partido ultra fue paraliz¨¢ndose con la incredulidad de los resultados, se dec¨ªa que a¨²n era pronto, pero cuando ya se hizo tarde en los coros predominaron la rabia y los insultos
La flamante sede de Vox tiene una faja con los colores de la bandera de Espa?a que sube los cuatro pisos en un lateral como en una caja de puros. Pero luego la calle es muy estrecha, nada adecuada para actos de masas, y en realidad ni siquiera se llen¨® a lo largo de la noche. Est¨¢ al lado de la estaci¨®n de tren de Chamart¨ªn, un poco a desmano. Debajo se hab¨ªa instalado una especie de balconcillo para que saliera el l¨ªder, levantado en unos andamios, a apenas 10 metros frente al otro andamio de las c¨¢maras de televisi¨®n. No era para arengar a las masas, sino a las teles. Y masa de todos modos tampoco hubo mucha. A las once de la noche hab¨ªa unas 200 o 300 personas, media de edad muy baja, y bastante cariacontecidos.
A las ocho de la tarde, con los primeros sondeos, se escuch¨® el primer ¡°Que te vote Txapote¡±, como un eco lejano, pero no hab¨ªa nada de ambiente, m¨¢s periodistas y polic¨ªas que otra cosa. Aparecieron los primeros chavalotes, veintea?eros con camisa planchada por fuera, veintea?eras muy arregladas con gafas de sol que vapeaban. Sonaba m¨²sica instrumental new age, apropiada para la nueva era que se supon¨ªa que se iba a abrir esa noche. ?pica, de cabalgada por la pradera en una fantas¨ªa medieval. Empez¨® a acercarse gente. Un tipo con la camiseta de la selecci¨®n (sin n¨²mero o nombre de jugador), era un espa?ol an¨®nimo seleccionado al azar. Alguno con un polo verde. Otros hac¨ªan tiempo en un bar cercano tomando gin tonics. Alguna familia con ni?os. Pandillas de adolescentes que se acercaban a pasar la tarde, ligoteando. Se?ores con bermudas que bajaba a pasear el perro. Los inevitables galgos. Ambiente de verbena de pueblo, mucha contenci¨®n. En ning¨²n momento lleg¨® a haber vibraciones, entusiasmo, ambientazo. Para animar, voluntarias repart¨ªan pulseritas con la bandera de Espa?a y abanicos verdes del partido.
En una pantalla gigante empezaron a verse im¨¢genes y a sonar cosas. Aparecieron Orban y Meloni felicitando a los patriotas sin fronteras. Luego retumb¨® la voz de Santiago Abascal, con una retah¨ªla de s¨ªes y noes. ¡°?S¨ª a la inocencia de los ni?os, no a la corrupci¨®n de menores! ?S¨ª a preguntar a los espa?oles, no a la democracia secuestrada por los partidos! ?S¨ª a los barrios de siempre, no a los guetos multiculturales! ?S¨ª a la civilizaci¨®n de la cruz y no a la violencia islamista!¡±. Despu¨¦s comenz¨® una especie de telediario de producci¨®n propia, donde dos presentadores fueron comentando los primeros resultados. Conectaron tambi¨¦n con la redacci¨®n de La Gaceta de la Iberosfera (el diario del partido que dio la trola de que el asesino de la comerciante de Tirso de Molina era extranjero). Hab¨ªa all¨ª unos chicos casi de uniforme, con polos verdes, concentrados en sus ordenadores.
Cuando sali¨® la primera proyecci¨®n, que daba primero al PSOE, cundi¨® una sensaci¨®n de irrealidad. ¡°Bueno, es muy temprano¡±, reaccionaron los locutores con cintura. S¨ª, s¨ª, la gente asent¨ªa. Pero cada vez comentarlo era m¨¢s dif¨ªcil. Los presentadores repitieron varias veces una frase: ¡°Queda mucha noche por delante¡±. As¨ª se pasaron el resto de la noche, pensando que quedaba mucho por delante. No se respond¨ªa ni a los vivas Espa?a de los discursos grabados de Abascal. Segu¨ªan sonando promesas del l¨ªder de Vox en bucle: ¡°?Me comprometo a que todos los hogares tengan agua, mediante la interconexi¨®n de todas las cuencas! ?Las fronteras ser¨¢n las paredes de nuestra patria!¡±. Se?ores peinados para atr¨¢s, como reci¨¦n duchados, deambulaban a la expectativa. El lema del partido en la entrada del edificio, Lo que importa, parec¨ªa recordar que pod¨ªan encajar perder m¨¢s de un tercio de los esca?os, un batacazo considerable, pero lo que importaba era sumar con el PP como fuera. No pod¨ªan recibir dos bofetadas a la vez. La noche fue confirmando que quiz¨¢ s¨ª.
Con la noche llegaron los primeros grupos de chicos malotes, con camisetas negras, bander¨®n de Espa?a y cara de enfadados, c¨®mo para no. Ellos empezaron a lanzar los primeros ¡°Viva Espa?a¡± con vozarr¨®n y ¡°Que te vote Txapote¡±, para calentarse. Pero el ambiente era m¨¢s familiar y no arrastraba demasiado, porque no se ve¨ªa claro lo de animarse, sino m¨¢s bien lo de cabrearse, y hacia ah¨ª fue derivando la cosa. ¡°?Pedro S¨¢nchez hijo de puta!¡±, ese fue un lema muy sentido, a las 22.42, mientras la locutora se?alaba que con ese resultado la suma de PP y Vox no daba para sacarle de La Moncloa. Los improperios revelaban que, en la ebriedad de la derrota, en Vox no les da por la exaltaci¨®n de la amistad, como a la mayor¨ªa de los espa?oles, sino por la enemistad. M¨¢s que simpatizantes, lo que hab¨ªa all¨ª eran antipatizantes.
Una pareja de j¨®venes, ¨¦l con camisa de lino y bermudas, ella con vestido estampado, los dos con pulserita, asist¨ªan con desconsuelo a las noticias. Muy monos, ella recost¨® la cabeza en el pecho de ¨¦l, ¨¦l le acarici¨® la espalda arriba y abajo. ¡°No da¡±, esas dos palabras rebotaban por los corrillos. Otra pareja m¨¢s mayor no estaba para melancol¨ªas, y discut¨ªa. ?l cre¨ªa que todav¨ªa se pod¨ªa y ella se enfadaba: ¡±?Pero qu¨¦ dices, no ves que con los dem¨¢s este va a decir que s¨ª a todo! ?Le da igual todo, le da igual todo!¡±. En cambio, un chico alem¨¢n llamaba a su madre emocionado: ¡°?Aqu¨ª hoy hay elecciones! ?Estoy en el partido que aqu¨ª es como la AfD [el partido de extrema derecha alem¨¢n]! ?Vamos ganando!¡±. Fue el ¨²nico que sigui¨® viviendo en una realidad paralela donde Vox entraba en el Gobierno. Esto lo tradujo amablemente al periodista una colega que sabe alem¨¢n, que luego se apiad¨® del chico y se acerc¨® a decirle que no, que no iban ganando. El chaval se ech¨® las manos a la cabeza. Al dejar de creerlo ¨¦l, que era el ¨²ltimo, ya fue oficial la derrota. Poco despu¨¦s apareci¨® el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, para anunciar los resultados y se cre¨® un consenso un¨¢nime en el griter¨ªo: ¡°?Mariquita, cabr¨®n, hijo de puta!¡±. Lo llevaron fatal.
Grupos de chicos que, por edad, asist¨ªan a su primer recuento de unas generales flipaban: ¡°Joder, es que esto va muy r¨¢pido y no cambia¡±. Las cuentas no sal¨ªan y miraban si hab¨ªa alg¨²n partido m¨¢s del que echar mano: ¡°Si es que luego m¨¢s all¨¢ no hay ninguno bueno¡±. No hay ninguno bueno, solo los de Vox. Es lo que les dijo Abascal a medianoche, cuando hizo su primer discurso: era culpa de todos los dem¨¢s, de Feij¨®o, de los medios, de las encuestas manipuladas. Les demonizan. Daban ganas de llorar con la m¨²sica ¨¦pica, ya tan desaprovechada. Los chicos apretaron con furia las latas de cerveza en la mano, que hicieron crac. Pas¨® lo que quedaba de noche y ya no cambi¨® nada.
El broche final fue un momento gracioso. Abascal sali¨® por fin a medianoche a decir unas palabras a la terracita, con la plana mayor. Fue muy r¨¢pido, muy poca cosa, no hab¨ªa mucho que celebrar. Fue m¨¢s que para nada animar a la gente, que estaba de baj¨®n: ¡°S¨¦ que hoy es un d¨ªa de preocupaci¨®n¡±, admiti¨®. ¡°?Vamos a resistir, Espa?a va a resistir!¡±, proclam¨®. Y ya se iba pero le dijeron algo, volvi¨® sobre sus pasos y se puso firmes mirando al infinito, no se sab¨ªa qu¨¦ pasaba. Hasta que de pronto empez¨® a sonar el himno de Espa?a, y todos se cuadraron. A Abascal, con los nervios de la noche, hasta se le hab¨ªa olvidado que siempre acaban con eso.
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