Los mercaderes del templo y los esclavos de la Visa
Los centros comerciales, del m¨¢s popular al m¨¢s exclusivo, aglutinan la vida comercial y social del extrarradio. Chavales y octogenarios conviven en estos edenes del consumo a 22 grados todo el a?o
La pasada Navidad un gigantesco bazar digital chino ofrec¨ªa presuntos bolsos de una cotizada firma espa?ola por un tercio de la mitad de su precio en tienda. Hab¨ªa que saber hurgar en el pajar donde escond¨ªan la aguja, pero debi¨® de correr la voz porque hoy hordas de mujeres de 15 a 85 a?os campan ufan¨ªsimas por Madrid con zurrones de nailon en bandolera y la leyenda ¡°Bimba y Lola¡± impresa en letras de a palmo en el asa. No son buenos, pero dan el pego, o eso creen, o creemos. De eso se trata. De querer y no poder, pero hacer que se puede. La fe aspiracional, que dicen los marqueteros. El culto al que erigen sus aras los templos del consumo: venden ilusi¨®n, vale, pero de ilusi¨®n tambi¨¦n se vive, como viven los candidatos de las encuestas hasta que se dan de morros con las urnas.
Dice el paleoantrop¨®logo Juan Luis Arsuaga que la vida no puede ser trabajar toda la semana e ir el s¨¢bado al s¨²per, y nosotros lo sabemos. Pero, mientras nos liberamos de los yugos, seguimos haci¨¦ndolo. Y qui¨¦n dice ir al s¨²per, dice ir de tiendas, al gimnasio, al cine, a la bolera o a la pelu, a ahogar penas o llenar carencias. Por eso, los centros comerciales, donde puede hacerse todo eso a 22 grados todo el a?o, del m¨¢s popular al m¨¢s exclusivo, aglutinan la vida comercial y social del extrarradio. Bastantes kil¨®metros nos comemos a diario para ir y venir al curro como para subir o bajar a Madrid todos los fines de semana con el toque de queda cort¨¢ndonos el rollo cual Cenicientas. Mejor ser cabeza de rat¨®n que cola de le¨®n y quedarse en casa.
En el Palacio de Hielo han cerrado un tercio de las tiendas y solo la alegr¨ªa de los adolescentes que tontean en los recreativos suaviza algo la melancol¨ªa que embarga a los mayores
El templo de mercaderes m¨¢s concurrido de Alcal¨¢ de Henares se llama Alcal¨¢ Magna, qu¨¦ menos. ?nfulas que no falten. Tampoco se quedan atr¨¢s en otros lares. Plenilunio, Islazul y Zielo son nombres de otros tantos edenes en la tierra, donde san Pedro es Amancio Ortega; el santo y se?a, el pin de la tarjeta; y si no tienes saldo no eres nadie. Andan muchos de esos para¨ªsos artificiales a medio gas, tocados cuando no hundidos por la pandemia. El primero, el Palacio de Hielo, en Madrid, Madrid, amarga morgue de emergencia en la primera ola, donde han cerrado un tercio de las tiendas y solo la alegr¨ªa de los adolescentes que tontean en los recreativos suaviza algo la melancol¨ªa que embarga a los mayores.
En estas nuevas catedrales, el virus ha cambiado la pila de agua bendita por dispensadores de ese gel hidroalcoh¨®lico que te deja las manos desolladitas vivas a la tercera tienda que pasas. Por los pasillos, siguiendo las flechas del suelo de aquella manera, se cruzan se?oras y se?ores saliendo del gimnasio en mallas con chavalas producidas como para recoger el Grammy latino para atizarse un 2x1 en Los 100 montaditos o un Llao-Llao de kilo a medias con el noviete, o la novieta, despu¨¦s de probarse el Stradivarius ¨ªntegro en tandas de 6 en 6 prendas, porque en Zara tienen clausurados los probadores.
El de Las Rozas Village se va de distancia, y de presupuesto. Una cosa es lo aspiracional y otra lo imposible
Otro sector que aguanta mal que bien el zarpazo del virus es el de la est¨¦tica. La manicura de Rosal¨ªa, las pesta?as de Bambi, las ingles brasile?as, los pinchazos de ¨¢cido en el entrecejo y el planchado de celulitis van que tiran con vistas a un posible verano de playa. Eso, y las omnipresentes tiendas de accesorios para el m¨®vil, ese sonajero con m¨¢s pijadas que un BMW. La media de edad oscila entre la chavalada, los padres cuarentones y las se?oras de mechas degradadas y edad indefinida, solas o en compa?¨ªa de otras. Solo estos d¨ªas, con la vacuna de Pfizer mediante, han vuelto los abuelos a ver pasar gente atornillados a los bancos de estas plazas fresquitas en verano y calentitas en invierno. Mientras, en los escaparates, se anuncian las rebajas de las rebajas de media temporada porque de alg¨²n modo habr¨¢ que vender alg¨²n pingo. No me preguntes por qu¨¦, pero no veo yo por aqu¨ª, por razones opuestas, ni a Ayuso, ni a Monasterio, ni a Iglesias, ni a Bal. Si acaso, a Garc¨ªa, solucionando alguna compra de emergencia entre prisa y prisa. A Gabilondo, ni en pintura. Lo veo metaf¨ªsicamente imposible.
Los lunes son d¨ªa del espectador en los cines del complejo de Cuadernillos, en Alcal¨¢ de Henares. Y los viernes. Los martes y los mi¨¦rcoles cierran, para ahorrar en personal lo que no ingresan en taquilla, porque ni a 3 euros el pase llenan las salas. Este ¨²ltimo lunes, sin embargo, la sesi¨®n vespertina de Nomadland obr¨® el milagro de mediar la platea con el reclamo del Oscar reci¨¦n ganado. No todo va a ser malo. Ma?ana, ¨²ltimo jueves de mes, hay descuentos adicionales en el outlet de San Sebasti¨¢n de los Reyes, que queda a solo media hora por la M-50. El de Las Rozas Village se va de distancia, y de presupuesto. Una cosa es lo aspiracional y otra lo imposible. Una rebaja del 80% en un bolso de 1.000 pavos siguen siendo 200 pavos, y con eso se llena la nevera todo el mes en much¨ªsimas casas.
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