Tesoros enterrados: los hallazgos fortuitos suman ya m¨¢s de 200 torques de oro en el noroeste peninsular
La mayor parte de los descubrimientos de collares rituales de la Edad de Hierro en Galicia, Asturias y el norte de Portugal se producen durante tareas agr¨ªcolas en huertas particulares o en obras p¨²blicas
La historia se repiti¨® en mayo en Galicia y en agosto en Asturias. Un abuelo que pidi¨® el anonimato araba en primavera su finca con el tractor, y el resto de la familia remov¨ªa a mano la tierra roturada en la comarca coru?esa de Betanzos. Y un operario de aguas del municipio de Pe?amellera Baja, de nombre Sergio Narciandi, revisaba en verano unas canalizaciones en la aldea monta?osa de Cavandi, el primer enclave asturiano donde nace el sol, al extremo oriental del Principado. Ambas escenas, a partir de ah¨ª, se relatan de la misma manera: dos particulares que de forma fortuita, excavando la tierra, se fijan en un destello, un brillo limpio, a pesar de la tierra, que lanza un aviso al ojo inexperto: ?Eh, soy dorado y estoy aqu¨ª!
Estaba all¨ª, probablemente, en aquel mismo lugar, desde hace unos 2.500 a?os, centuria arriba, centuria abajo. O alguien lo ocult¨® enterr¨¢ndolo despu¨¦s, o se desplaz¨® con la remoci¨®n de tierras de una obra, o se deposit¨® tras la crecida de un r¨ªo. Si en mayo, en A Coru?a, se hall¨® un torques de oro, en Asturias, a finales de agosto, se encontraron dos de estos caracter¨ªsticos collares rituales o s¨ªmbolos de prestigio en la cultura castre?a. Los torques son gargantillas abiertas por la parte delantera (con remates en forma de pera, cebolla o la llamada ¡°doble escocia¡±) y muchas veces macizas. Collares que pueden pesar entre cientos de gramos y casi dos kilos: el m¨¢s pesado que se conoce ¡ªimpensable llevarlo puesto mucho tiempo¡ª es el Torques de Burela (1.812 gramos de oro de 23 kilates), descrito en p¨¢ginas oficiales como ¡°una de las joyas celtas m¨¢s valiosas del mundo¡±. Tambi¨¦n este, el m¨¢s c¨¦lebre entre los ya m¨¢s de ¡°200 ejemplares conocidos en el Noroeste de la Pen¨ªnsula¡± que contabiliz¨® en su inventario de 2020 uno de los mayores estudiosos de estas alhajas, el antrop¨®logo y arque¨®logo Lois Ladra, apareci¨® en un labrad¨ªo, de manera casual.
Circulan varias versiones sobre aquel d¨ªa, perdido en las tinieblas de hace 70 a?os, en que el gran torques que ahora luce en el Museo Provincial de Lugo (dentro de un tesoro m¨¢s amplio, despu¨¦s de pagar a la familia propietaria 2,3 millones) fue desenterrado a golpe de azada en el lugar de Chao do Castro (Burela). En los relatos, de todas formas, aparece siempre el nombre del vecino Atilano L¨®pez y se dice que, al principio, ¨¦l y sus parientes pensaron que la gran joya no era m¨¢s que una extra?a asa de caldero. Antes de 1954, el torques ¨¢ureo y macizo ya estaba en manos de un joyero de Lugo.
Pero otros muchos torques entre los centenares hallados, sobre todo, entre el siglo XX y el XXI, nunca trascendieron. Lois Ladra cuenta que no pocos fueron ¡°troceados y fundidos¡± y otros quedaron confinados, y silenciados, en colecciones particulares. La mayor¨ªa de los que se desenterraron fue trabajando el campo, o en obras p¨²blicas, y ¡°con menos frecuencia, en campa?as arqueol¨®gicas¡±. Tampoco hab¨ªa, hasta hace poco, suficiente concienciaci¨®n para entregarlos a las Administraciones con competencias en Patrimonio, y entraron en el mercado de los anticuarios, o bien se convirtieron en tesoros familiares. Con el tiempo, seg¨²n el experto, bastantes de estos acabaron en museos por acuerdos con los herederos o donaciones, porque esa fue la voluntad de quien guardaba las joyas. Es, entre otros, el caso de los dos torques de oro y uno de plata, adem¨¢s de brazaletes y aros castre?os, entregados al Museo da Mari?as en Betanzos por Rafael Seoane, descendiente de joyeros y, anta?o, anticuario.
Ahora, reconocen fuentes municipales y el director de este mismo museo, ?ngel Arcay, Betanzos aspira a albergar alg¨²n d¨ªa ese torques descubierto por vecinos de la comarca en mayo, y del que, en manos de la Xunta de Galicia, nada han vuelto a saber desde entonces. Entre los investigadores de estas piezas arqueol¨®gicas que va devolviendo la tierra es un comentario generalizado la diferente forma de actuar que, ante los ¨²ltimos hallazgos, han tenido los respectivos gobiernos responsables. Mientras en el caso de los torques asturianos el Principado facilit¨® mucha informaci¨®n a los medios, en el caso de Galicia, cunde el misterio. ¡°No sabemos nada, todo lo que podamos comentar son elucubraciones y charla de bar¡±, lamenta un historiador en conversaci¨®n con este diario. La cautela se prolonga, entre otras posibles causas, para evitar excursiones de cazatesoros con detector de metales, y porque la familia que hall¨® el torques pidi¨® discreci¨®n.
Preguntada de nuevo, cinco meses despu¨¦s, por el lugar concreto del descubrimiento, los an¨¢lisis efectuados a la pieza y la necesaria prospecci¨®n en el terreno particular (por si hubiera m¨¢s joyas y por la valiosa informaci¨®n que puede aportar cualquier vestigio de la ¨¦poca), se facilita una foto, pero la respuesta vuelve a ser casi la misma que el primer d¨ªa: ¡°Actualmente est¨¢n en marcha los trabajos de investigaci¨®n, por lo que la mayor¨ªa de las cuestiones que se formulan no podemos responderlas hasta que acabe el proceso¡±. No obstante, la Conseller¨ªa de Cultura s¨ª indica que el torques de la edad de Bronce final o de la de Hierro sigue ¡°depositado¡± en el Museo del Castillo de San Ant¨®n, en la ciudad de A Coru?a. Seg¨²n inform¨® La Voz de Galicia tras el hallazgo, el collar de Betanzos se guard¨® all¨ª en una caja de seguridad y pesa 394 gramos.
Lois Ladra, que esta misma semana pronunci¨® en la Real Academia Galega una conferencia sobre los Torques galaicos en la fachada ?rtabra (costa norte de la provincia de A Coru?a), explica que, por la imagen que se conoce, el nuevo collar castre?o coru?¨¦s, en buen estado de conservaci¨®n, ¡°concuerda con la tipolog¨ªa¡± de esta ¨¢rea geogr¨¢fica. Sobre su posible valor y trascendencia cultural, el especialista responde con reservas: ¡°La importancia viene dada por la informaci¨®n que nos puede transmitir. Un objeto de oro puede resultar muy espectacular, atraer mucho, pero conocer el contexto deposicional, el lugar concreto en el que fue hallado, es fundamental. Esta contextualizaci¨®n arqueol¨®gica es una medida que hay que hacer de urgencia¡± en cualquier caso. ¡°Por desgracia¡±, a?ade Ladra, se desconoce el verdadero origen de no pocos de estos adornos aparecidos repentinamente en Galicia el siglo pasado. Y muchas veces este misterio u ocultaci¨®n ten¨ªa un objetivo en aquel momento. El arque¨®logo cita como ejemplos dos casos muy conocidos: ¡°la diadema de Ribadeo, cuyo origen fue cambiando sospechosamente¡± e incluso se dijo que era extreme?a, y ¡°el Carnero alado¡±, que pas¨® de ser una exquisita e inaudita obra de orfebrer¨ªa galaica a tener ra¨ªces persas.
Los descubridores entregaron la pieza de la zona de Betanzos en la Delegaci¨®n de A Coru?a de la Xunta, y por cumplir con su obligaci¨®n podr¨¢n recibir una recompensa econ¨®mica. As¨ª lo contempla la Ley 5/2016 del patrimonio cultural de Galicia para los hallazgos arqueol¨®gicos casuales, ¡°por azar, como consecuencia de remociones de tierras, demoliciones u obras de cualquier tipo¡±. Seg¨²n esta normativa gallega, el premio en met¨¢lico debe equivaler a la mitad del precio de tasaci¨®n del objeto y ha de repartirse, en caso de que sean distintas personas, entre quien lo encontr¨® y el due?o de la parcela. La tasaci¨®n correr¨¢ a cargo del Consello Superior de Valoraci¨®n de Bens Culturais, y tendr¨¢ lugar despu¨¦s de todos los estudios arqueol¨®gicos que se realicen.
Tesoros vigilados por ¡°hadas y gigantes¡±
El investigador coru?¨¦s recuerda que, en Galicia, hay dos zonas diferenciadas que acumulan la mayor cantidad de hallazgos de torques: ¡°Al norte del r¨ªo Ulla y al oeste del r¨ªo Eo¡±. De estos, gran parte se conservan ahora en museos gallegos, pero tambi¨¦n en ¡°Madrid, Londres o Lisboa¡±, cita como ejemplos. La cultura popular repite a lo largo y ancho del mapa galaico leyendas casi id¨¦nticas, de tesoros escondidos y protegidos por seres fabulosos, como recog¨ªa ?lvaro Cunqueiro en su discurso de ingreso en la Real Academia Galega (Tesouros Novos e Vellos, Editorial Galaxia, 1964). El escritor de Mondo?edo recopilaba las claves de estos relatos arraigados en las creencias m¨¢gicas: ¡°Galicia es un pa¨ªs de tesoros ocultos en los castros, hundidos en las lagunas, enterrados aqu¨ª y all¨¢, y casi siempre bien guardados por moros, enanos, gigantes, hadas, cobras... Son los que se llaman encantos¡±.
El dilema de entregar, o guardar, m¨¢s de medio kilo de oro
Los dos torques encontrados en Cavandi ¡ªel primero, entero, por el operario municipal y el segundo, fragmentado en seis trozos, despu¨¦s de que varios expertos del Museo Arqueol¨®gico de Asturias hiciesen una inspecci¨®n de urgencia¡ª causaron m¨¢s sorpresa porque el extremo oriental de la comunidad no es pr¨®digo en este tipo de hallazgos. ¡°Es algo important¨ªsimo porque, por primera vez, conocemos la procedencia exacta de dos de estos valiosos objetos, s¨ªmbolo m¨¢ximo de prestigio para las comunidades prerromanas, y el contexto en que fueron depositados; lo que permitir¨¢ resolver muchos enigmas sobre los que nos faltaban datos. Es una ventana a una parte de la historia hasta ahora vetada de la Edad del Hierro [siglos V al II a. C.]¡±, afirmaban en septiembre los investigadores.
En la misma l¨ªnea que Ladra, ?ngel Villa, t¨¦cnico del museo, explicaba que el verdadero valor de los torques de Cavandi reside en su potencial como documento para conocer la ¨¦poca, ¡°su tecnolog¨ªa, sus costumbres, sus ra¨ªces y su organizaci¨®n social¡±. ¡°En ambas piezas¡±, describ¨ªa, ¡°est¨¢n concentradas todas las t¨¦cnicas de la Antig¨¹edad empleadas por un orfebre de una pericia extraordinaria: el vaciado, la filigrana, el granulado y la soldadura, combinados con motivos y estilos est¨¦ticos y geom¨¦tricos¡°. La Administraci¨®n del Principado anunci¨® el mes pasado que se iba a crear ¡°un equipo multidisciplinar, lo m¨¢s granado en Edad del Hierro¡± para sacar conclusiones en un plazo de algo m¨¢s de un a?o.
En 1909, la escritora brit¨¢nica Annette Meakin relataba su encuentro con el mayor coleccionista gallego de antig¨¹edades, Ricardo Blanco-Cicer¨®n: ¡°Hay 11 torques en la singular colecci¨®n del se?or Cicer¨®n y ocho de ellos son de oro¡±, detallaba la autora, seg¨²n la cita recogida por Aurelia Balseiro, directora del Museo Provincial de Lugo. ¡°Este caballero me asegur¨® que podr¨ªa tener muchos m¨¢s si los pastores que se tropiezan con ellos en las colinas entendiesen mejor su valor¡±. En algunas ocasiones han llegado a emerger, en un mismo lugar, tres o cuatro torques de la Edad de Hierro. ¡°Hoy, todav¨ªa hay cierta suspicacia entre la gente¡± que encuentra estas preciadas joyas, y muchos siguen ¡°desconociendo que tienen derecho a una recompensa¡± si las entregan, lamenta Ladra.
Persiguiendo ese fin did¨¢ctico, lleg¨® a organizarse una exposici¨®n en el Museo Arqueol¨®xico do Castro de Viladonga (Castro de Rei, Lugo). All¨ª se expusieron dos torques de oro y se elogi¨® la figura del vecino de Vilar do Monte (Sarria, Lugo) que los hab¨ªa sacado a la luz. En noviembre de 2004, Jos¨¦ Luis Garc¨ªa Castro trabajaba rebajando el nivel de una era para pavimentarla con cemento. Al profundizar menos de un metro, afloraron dos collares en perfecto estado, de 243 y 414 gramos. En total, ten¨ªa en sus manos m¨¢s de 650 gramos de oro, y no dud¨® en entregarlos.
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