Historia escrita a golpe de azada

Hay lugares en Galicia donde uno se levanta por la ma?ana para trabajar la huerta y acaba escribiendo con la azada un cap¨ªtulo de prehistoria. Esto ocurre en las cuatro provincias, y si un d¨ªa es noticia que el due?o de una plantaci¨®n de eucaliptos derriba la muralla de un castro con la excavadora, al siguiente un pescador de donde muere el Mi?o vuelve a casa con alg¨²n pico paleol¨ªtico en la cesta. En 2009, Jos¨¦ Luis Lozano domaba con el arado un terreno que acababa de comprar en el municipio ourensano de Castrelo do Val y descubr¨ªa la Estela del Guerrero, una estatua-menhir de 3.000 a?os sin igual en Galicia. En 2011 Manuel Losada buscaba las lindes de su finca de carballos en Armea (Allariz, Ourense) y destapaba con la herramienta una escalera excavada en la tierra. En pocos d¨ªas su parcela se convert¨ªa en meca de expertos llegados de todas partes para interpretar el misterioso hallazgo arqueol¨®gico.

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En 1909, la escritora brit¨¢nica Annette Meakin relataba su encuentro con el entonces mayor coleccionista gallego, Ricardo Blanco-Cicer¨®n: "Hay 11 torques en la singular colecci¨®n del se?or Cicer¨®n y ocho de ellos son de oro", narraba impresionada. "Este caballero me asegur¨® que podr¨ªa tener muchos m¨¢s si los pastores que se tropiezan con ellos en las colinas entendiesen mejor su valor". La cita, recogida por Aurelia Balseiro, directora del Museo Provincial de Lugo, en un art¨ªculo, revela el origen fortuito de un mont¨®n de fondos que nutren las salas de exposiciones. Y la historia se repet¨ªa una vez m¨¢s a principios de los a?os 50, cuando unos agricultores de orillas del mar se tropezaban con la pieza de orfebrer¨ªa m¨¢s importante de la cultura castre?a en Galicia y una de las m¨¢s destacadas de su ¨¦poca (siglos III-I antes de Cristo) en el mundo, el Torques de Burela. A partir de ah¨ª esta joya lucense de 1.812 gramos de oro de 23 kilates emprend¨ªa una traves¨ªa de casi 70 a?os hasta llegar a formar parte, el pasado lunes, del patrimonio p¨²blico.

La historia del torques que es emblema del escudo oficial de Burela permanece en penumbra desde su aparici¨®n. No est¨¢ m¨¢s que medio escrita y es probable que jam¨¢s se complete, pero ahora la pieza expuesta en el Museo Provincial de Lugo es por fin de los lucenses. Cuatro presidentes de Diputaci¨®n y a?os de accidentadas negociaciones despu¨¦s del primer choque de los propietarios con el bar¨®n de Fraga Francisco Cacharro Pardo, el Gobierno provincial ha saldado el ¨²ltimo pago con los herederos del tesoro de Lugo, la colecci¨®n de 44 piezas de orfebrer¨ªa antigua de ?lvaro Gil Varela. Entre ellas, tasadas en su conjunto en 2.346.200 euros, est¨¢ el Torques de Burela, pero tambi¨¦n otras maravillas como una arracada o pendiente localizado en un terreno pr¨®ximo al torques, o el deslumbrante Carnero Alado que en tiempos se dijo que ven¨ªa de Ribadeo, pero que en realidad era de mucho m¨¢s lejos, posiblemente persa.

Hay varias versiones y puede que algo de leyenda en el relato de la aparici¨®n del torques m¨¢s famoso de Galicia en el lugar de Chao do Castro (Burela), pero la chaqueta del vecino Atilano L¨®pez, ya fallecido, est¨¢ presente siempre. Unos cuentan que quien encontr¨® la joya fue Jos¨¦ Leal, un joven cabrero, y que este acab¨® entreg¨¢ndole lo que en principio creyeron una vieja asa de caldero a su padrino Atilano, que la guard¨® en su chaqueta. La otra versi¨®n, publicada por La Voz de Galicia en 2013, es la de que fue Atilano quien se top¨® el adorno de cuello hincando la azada en su tierra, un enclave que por el nombre (Chao do Castro) ya parec¨ªa revelar la existencia de un yacimiento. Su ahijado, que andaba por all¨ª, ten¨ªa fr¨ªo y tom¨® prestada la ropa del pariente. Not¨® un enorme bulto en un bolsillo y termin¨® descubriendo el torques. Luego ya no est¨¢ claro si alguien recibi¨® una modesta compensaci¨®n por el tesoro o si lo decomis¨® la Guardia Civil.

El caso es que antes de 1954 ya estaba en manos de un joyero de Lugo y que, con intermediaci¨®n de Jos¨¦ Trapero Pardo, escritor, periodista, director del Museo Provincial y miembro de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, aquel a?o la Diputaci¨®n acord¨® comprar el Torques de Burela por 150.000 pesetas. Aurelia Balseiro explica que ?lvaro Gil Varela (Lugo, 1905-Madrid, 1980), empresario, mecenas y miembro del patronato del museo, fue "comisionado" por el gobierno provincial para que "adelantase el dinero". Pero luego el Gobierno provincial no le pag¨® y el torques sigui¨® siendo suyo. Con el tiempo, este galleguista republicano que en 1936 fue encarcelado en la isla de San Sim¨®n (Redondela, Pontevedra) acab¨® pagando incluso las vitrinas y la musealizaci¨®n de la llamada Sala do Tesouro donde el Museo de Lugo expuso desde 1974 no solo el torques, sino aquella otra gran colecci¨®n de orfebrer¨ªa que en 1971 le compr¨® ?lvaro Gil a los descendientes de Blanco-Cicer¨®n (Tui, 1844-Santiago, 1926), el coleccionista que compraba joyas prehist¨®ricas halladas por pastores.

Tras unos 15 a?os de desencuentros, en 2013 el Museo de Lugo sufr¨ªa un cataclismo: el Supremo fallaba a favor de la familia de ?lvaro Gil como titular de la colecci¨®n. Cuatro meses despu¨¦s, un d¨ªa antes de la fecha fijada por el tribunal para la devoluci¨®n, se presentaban en la sede cultural la furgoneta de una empresa de mudanzas de arte, un notario y un experto en patrimonio y el museo cerraba las puertas por sorpresa. El tesoro de Lugo terminaba oculto en una caja de seguridad de un banco de Madrid. Tambi¨¦n sorprendentemente, un d¨ªa antes de la partida la Xunta de Galicia iniciaba el expediente para la declaraci¨®n de BIC (Bien de Inter¨¦s Cultural) del conjunto y blindaba autom¨¢ticamente las piezas ante la posibilidad de que fueran sacadas al extranjero y vendidas. Pero los nietos del mecenas quer¨ªan respetar la voluntad del abuelo, que era que el tesoro estuviese expuesto en Lugo.Y dos a?os despu¨¦s firmaron con la Diputaci¨®n un contrato de compraventa en cinco plazos. El ¨²ltimo se cumpli¨® el lunes.

El de Burela es un torques "excepcional", califica la directora del museo, que por sus dimensiones y peso no parece un simple adorno de cuello, sino que podr¨ªa haber tenido el simbolismo que tiene una corona real, ser un objeto ritual o una se?al de prestigio y poder. Portar el torques deb¨ªa de ser bastante inc¨®modo: en la cultura castre?a abundan los que pesan 300 o 500 gramos, pero no los que rondan los dos kilos. Ese misterio seguramente nunca se aclarar¨¢: en Chao do Castro "no se hizo ninguna excavaci¨®n, ni siquiera catas arqueol¨®gicas. Son terrenos de labor en los que nunca se investig¨®", lamenta Balseiro. "Se ha perdido el contexto de su aparici¨®n y no se sabe si pudo tratarse de una ofrenda, de un objeto ritual, de un elemento funerario o de otra cosa". Lo que est¨¢ claro es que antes de la llegada de los romanos el oro no se explotaba de forma industrial. Para confeccionar el Torques de Burela hicieron falta incontables pepitas recogidas con el bateo del lecho de los r¨ªos de la comarca en verano. Muchos antepasados tuvieron que trabajar para esta joya.