Una noria del Pa¨ªs de la Fantas¨ªa
La noria que se debate poner en Madrid nos har¨¢ mucho m¨¢s iguales a otras ciudades
Viene rodando una noria desde el Pa¨ªs de la Fantas¨ªa. Viene rodando por la vereda de los r¨ªos, saltando las lejanas colinas, cruzando con ¨ªmpetu las fronteras, las vallas y las cordilleras, viene con fuerza, como el coronavirus. Viene cargada de ilusi¨®n, beneficios y city branding. Pronto llegar¨¢ a la capital, invocada por Bego?a Villac¨ªs, hechicera dorada, y entrar¨¢ rodando por la Castellana, y seguir¨¢ por la Gran V¨ªa, y flotar¨¢ por el cauce del Manzanares, en Madrid R¨ªo, donde se valora colocarla. Y los madrile?os, llenos de alegr¨ªa y algarab¨ªa, saldr¨¢n de casa a dar la bienvenida a la noria que viene rodando, con bailes, pasteles y coplillas populares.
La vicealcaldesa ciudadana Villac¨ªs ha invocado a una noria, una noria justiciera que rodar¨¢ sobre todos los populistas que no la quisieron antes, malvados, aguafiestas, tontolavas: en Valencia pensaron que no era interesante ni rentable. Pobre noria. Pero se har¨¢ justicia: la noria de Madrid ser¨¢ la tumba del populismo, aunque no haya nada tan populista como una noria. Hay una noria en Espa?a, vecinos, y tiene destino en Madrid. Ya viene la noria por el horizonte: gira y gira la vida, y gira y gira la noria. Todav¨ªa no sabemos si llegar¨¢ y, lo que es m¨¢s, todav¨ªa no sabemos d¨®nde se colocar¨¢, porque Madrid est¨¢ todo agujereado y no aguanta el fant¨¢stico peso de la noria. Pobre Madrid, poblach¨®n triste y austero, ciudad de Gruy¨¨re, que todav¨ªa no tiene su noria.
Cuando llegue la noria, si llega, Madrid tendr¨¢ un nuevo elemento en su deslavazado skyline, un nuevo icono del que presumir, un nuevo motivo para crear Marca Madrid: ese Madrid que no deja marca, ese Madrid cateto, obsesionado por copiar lo de fuera en vez de potenciar lo de dentro. Pero queremos molar m¨¢s, y lo vamos a conseguir, aunque sea a base de retales y sobrantes. Los madrile?os, y sobre todo los turistas, observar¨¢n asombrados la noria y su sombra, y cantar¨¢n sus alabanzas, y podr¨¢n subir al redondel venciendo al v¨¦rtigo, y tocar los famosos cielos, y mirar alrededor, y ver la carretera de la Coru?a, y la Cruz de los Ca¨ªdos, y la Ca?ada Real, y la espesa boina de smog, y las costas de C¨¢diz y las cumbres pirenaicas, y un poco m¨¢s al norte una noria parecida, el London Eye, de Londres, pero un poco m¨¢s peque?a: chupaos esa, brit¨¢nicos, tenemos 140 metros de noria. Qu¨¦ orgullo tenerla m¨¢s grande, la noria m¨¢s grande de Europa, una noria que nos haga ser m¨¢s iguales a todas las otras ciudades rodantes.
El impacto ser¨¢ brutal, significar¨¢ un nuevo salto hacia delante en el plan divino de convertir la ciudad en un territorio turismof¨ªlico y vecinof¨®bico, homog¨¦neo y plasticoso: una chatarra fluorescente. Pero que venga la noria rodando a Madrid: todo parque de atracciones debe tener su propia noria.
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