Don Rafael huy¨® para que no le llegara su hora
Un hombre de 89 a?os abandona una residencia de ancianos al saber que muchos compa?eros hab¨ªan muerto


Era la hora de la cena. Las ocho de la tarde. El trabajador de la residencia serv¨ªa los platos a don Rafael en su habitaci¨®n, donde el anciano hab¨ªa quedado confinado desde el comienzo de la pandemia. Don Rafael not¨® que el empleado, con el que ten¨ªa cierta confianza, ten¨ªa los ojos rojos, como si hubiera estado llorando.
¡ª?Es que has visto alg¨²n muerto?¡ªpregunt¨®.
¡ªSeis, don Rafael.
¡ªPero qu¨¦ me dices...
¡ªHortensia, Conchita, Leopoldo...
Don Rafael ten¨ªa relaci¨®n con todos ellos. A algunas, como a Hortensia, las consideraba personas amables, ¡°agradabil¨ªsimas¡±. En ese momento, tom¨® conciencia de todo lo que ocurr¨ªa fuera de su habitaci¨®n: adem¨¢s de las muertes, muchos trabajadores de plantilla de la residencia Madrid Loreto, de la empresa Orpea, estaban de baja, hab¨ªa un importante n¨²mero de personas aisladas en una sola planta, la lavander¨ªa no funcionaba desde hac¨ªa varios d¨ªas y, lo que peor son¨® para ¨¦l, ya no se entraba a limpiar en las habitaciones de los residentes con s¨ªntomas por miedo al contagio del coronavirus.
Entonces, llam¨® por tel¨¦fono a su hija. Deb¨ªa marcharse de all¨ª lo antes posible.
Rafael Garc¨ªa, de 89 a?os, don Rafael para todo el mundo, ocupaba un apartamento de dos habitaciones y un ba?o en la residencia de Loreto. Hace seis meses que muri¨® su esposa en C¨®rdoba. Cuando se qued¨® solo, eligi¨® vivir en compa?¨ªa de otra gente de su edad. Sus hijos le insistieron para que se fuera a casa de alguno de ellos, pero ¨¦l se neg¨®, No quer¨ªa molestar. Jurista, crimin¨®logo, fue durante 43 a?os funcionario del cuerpo t¨¦cnico del Ministerio del Interior, y valoraba su independencia. Por la plaza en la residencia pagaba 3.400 euros al mes. ¡°La tuve que dejar al averiguar de forma indirecta y bajo secreto de un empleado que mi salud, y hasta mi vida, estaban en peligro¡±, cuenta por tel¨¦fono desde casa de su hija, donde vive ahora.
Aunque cerca de los 90 a?os, con piernas ya lentas y patolog¨ªas graves, pero con mi cabeza en perfecto estado, no deseo enfrentarme a los momentos finales de la vida, si es que me tocara ya, de la forma en la que muchos, por abandono o negligencia, y en la soledad m¨¢s absoluta, lo est¨¢n sufriendo
Don Rafael recibi¨® la informaci¨®n que le llev¨® a marcharse con lo puesto el 20 de marzo. Desde el d¨ªa 8 la Comunidad de Madrid prohibi¨® las visitas en todas las residencias de la regi¨®n. Quedaron cerradas a cal y canto. Los familiares se quejan de que es muy dif¨ªcil comunicarse desde entonces con los centros, desbordados, faltos de personal que se ha dado de baja por el coronavirus. Muchos de los mayores, aquejados de enfermedades, dif¨ªcilmente pueden comunicarse. Don Rafael, en cambio, s¨ª manten¨ªa contacto habitual con su hija. Hab¨ªa sido decisi¨®n suya permanecer en el centro al empezar la cuarentena, por miedo a llevar el virus a sus familiares.
El primer infectado en ese centro se detect¨® a principios de marzo. El hombre fue hospitalizado. Don Rafael comparti¨® mesa durante el almuerzo con el enfermo, antes de que se le diagnosticara. Nunca m¨¢s volvi¨® a saber de ¨¦l. Encerrado en su habitaci¨®n, elabor¨® unas rutinas que le llenaban el d¨ªa. Paseaba media hora por las dos habitaciones del apartamento, le¨ªa la prensa digital, jugaba al ajedrez en su port¨¢til y visitaba, a trav¨¦s de una webcam, la Puerta del Sol, su lugar favorito para estirar las piernas. ¡°Soy una persona curtida en duros avatares, propios y ajenos. Sin embargo, ya no me han servido para superar lo que se estaba viviendo en la residencia¡±, explica.
La noticia que le lleg¨® de los seis muertos es solo un bosquejo de la dimensi¨®n real de la crisis interna que viv¨ªa el centro. Desde que se desatara la pandemia 22 residentes han muerto. El primero, el hombre que fue trasladado a principios de mes al hospital. Al trascender la noticia de los m¨¢s de 20 muertos en la residencia de Monte Hermoso, la primera se?al de alarma en toda Espa?a de que algo grave ocurr¨ªa tras los muros de las residencias, la hija de don Rafael llam¨® a la trabajadora social y le pregunt¨® hasta en tres ocasiones si alguien hab¨ªa fallecido con Covid-19. Seg¨²n su versi¨®n, la empleada fue tajante: ¡°?No, claro que no!¡±. Ni ella ni su padre le creyeron y, a la ma?ana del d¨ªa siguiente, ¨¦l sali¨® por la puerta con un poco de ropa y unos enseres. Ella le esperaba afuera con el coche.
Ricardo Bucho, portavoz de Orpea, explica que, desde que se conocieran los 20 primeros muertos en la residencia Monte Hermoso, su residencia recibi¨® un aluvi¨®n de llamadas de familiares preocupados. Bucho dice que solo el primer fallecido, el se?or que almorz¨® junto a don Rafael, est¨¢ verificado como v¨ªctima del Covid-19. Despu¨¦s de ¨¦l, otros 11 residentes fallecieron con s¨ªntomas compatibles con el virus, pero no existe confirmaci¨®n porque no se les hicieron el test a los cad¨¢veres. Respecto a las 10 muertes restantes, sobre las que el portavoz no ofrece una cifra concreta, asegura que se deben a la propia naturaleza del centro, que tiene varias plantas dedicadas a cuidados paliativos para personas en los ¨²ltimos momentos de su vida. Por situaciones como esta el da?o del coronavirus en las residencias de mayores ser¨¢ imposible de cuantificar.
Bucho no explica si ese nivel de mortalidad exist¨ªa sin pandemia. El responsable defiende que el lugar cuenta con todas las medidas de protecci¨®n necesarias. Con el 20% de la plantilla de baja, considera que el equipo est¨¢ haciendo ¡°un sobresfuerzo encomiable¡±. ¡°Los trabajadores de la sanidad son unos h¨¦roes y la gente se lo reconoce en los aplausos en todo el pa¨ªs de las ocho de la tarde. Pero ese homenaje deber¨ªa ser tambi¨¦n para los profesionales de las residencias, que se est¨¢n dejando la vida en salvar a la gente¡±.
Don Rafael no quiso arriesgarse a correr la suerte de sus vecinos. ¡°Aunque cerca de los 90 a?os, con piernas ya lentas y patolog¨ªas graves, pero con mi cabeza en perfecto estado, no deseo enfrentarme a los momentos finales de la vida, si es que me tocara ya, de la forma en la que muchos, por abandono o negligencia, y en la soledad m¨¢s absoluta, lo est¨¢n sufriendo¡±, escribe desde el ordenador de su hija.
Antes de marcharse se despidi¨® de la recepcionista, ¡°una chica muy amable¡±. Tambi¨¦n se cruz¨® con la directora del centro, de la que se despidi¨® con elegancia:
¡ªDios los guarde a todos.
Sali¨® por la puerta. Todav¨ªa no le hab¨ªa llegado la hora.
?Conoces alg¨²n otro caso de brote de coronavirus en una residencia de la Comunidad de Madrid? Contacta con los reporteros fpeinado@elpais.es o jdquesada@elpais.es o m¨¢ndales un mensaje por Twitter a @FernandoPeinado o @jdquesada
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