¡°Alabado sea Jesuscrito, ?qu¨¦ pollo se ha montado!¡±
La muerte de dos monjas cre¨® un estado de confusi¨®n alrededor del psiqui¨¢trico del Padre Alegre
Una estatua de Jesucristo con los brazos abiertos preside la entrada. Sin embargo, en el Cottolengo del Padre Alegre, una instituci¨®n que se ocupa de cuidar a enfermos mentales, reina el hermetismo. Las autoridades de San Sebasti¨¢n de los Reyes, una ciudad residencial del norte de Madrid, trataron de colaborar con las monjas que gestionan el centro desde que se declar¨® la pandemia que ha puesto el mundo en hibernaci¨®n. Alertados por lo que ocurr¨ªa en otras residencias de Espa?a, les propusieron ocuparse de la comida de los internos mediante un servicio de catering. Les ofrecieron mascarillas y guantes. Las religiosas, acostumbradas a valerse por s¨ª mismas, declinaron con amabilidad la mano que se les extend¨ªa. Dentro todo estaba controlado, seg¨²n ellas. Sus puertas se mantendr¨ªan cerradas a extra?os.
La realidad del interior era bien distinta. Protecci¨®n Civil pidi¨® la colaboraci¨®n de la polic¨ªa para entrar al recinto la semana pasada, seg¨²n consta en un documento oficial. La madre superiora permiti¨® el jueves el acceso a los agentes. Les advirti¨®, antes que nada, de que la hermana Esperanza hab¨ªa muerto el d¨ªa anterior a los 96 a?os de edad. Su cad¨¢ver yac¨ªa sobre la cama, oculto bajo una s¨¢bana. Las Servidoras de Jes¨²s, la congregaci¨®n que regenta la instituci¨®n, hab¨ªan avisado a la funeraria, pero todav¨ªa no hab¨ªa tenido ocasi¨®n de recoger el cuerpo. El virus ha desbordado la capacidad de dar sepultura de los enterradores.
En esa visita, los polic¨ªas y los voluntarios de Protecci¨®n Civil descubrieron que ocho de las doce monjas que trabajan ah¨ª permanec¨ªan en aislamiento por s¨ªntomas compatibles con el coronavirus. En otra ala de las instalaciones hab¨ªa confinados 17 enfermos por el mismo motivo. Otros tantos hab¨ªan ingresado en el hospital. El d¨ªa anterior, el centro hab¨ªa sido desinfectado por la Unidad Militar de Emergencias (UME). En una habitaci¨®n cercana a la de la difunta madre Esperanza hab¨ªa otra monja gravemente enferma, Gabriela, de 90 a?os. Pr¨¢cticamente estaba desahuciada. No tardar¨ªa ni 24 horas en morir.
Su responso, la ¨²ltima oraci¨®n por la difunta, se escuch¨® en todo el edificio principal. Los internos deben saber que uno de ellos se marcha para siempre.
La noticia de que la polic¨ªa hab¨ªa entrado en la residencia psiqui¨¢trica lleg¨® a los medios. ¡°Halladas dos monjas muertas en el cotolengo¡±. La resistencia a dejar pasar a las autoridades pod¨ªa interpretarse como un intento de ocultaci¨®n por parte de las religiosas. Las mentes m¨¢s libres pod¨ªan imaginarse a dos mujeres en h¨¢bito y sandalias cavando un hoyo en el jard¨ªn. La informaci¨®n alarm¨® a los familiares de los 68 internos, que comenzaron a llamar sin descanso a la centralita de la residencia.
Los telefonazos continuaban este lunes. La madre Laura, envuelta en pl¨¢sticos de los pies a la cabeza, descuelga el auricular: ¡°?Alabado sea Jesucristo!¡±. Al otro lado de la l¨ªnea deben sacarle el tema, porque ella responde de inmediato: ¡°S¨ª, se?ora. A alguien se le ha ocurrido contar un mont¨®n de mentiras. ?Se ha montado un pollo!¡±. Y cuelga con brusquedad. No tiene tiempo para m¨¢s charlas.
El Padre Alegre lo compone un conjunto de edificios de ladrillo junto a la carretera. El lugar tiene amplios jardines, caminos de piedra y ¨¢rboles a los lados. Se encuentra entre dos pueblos, San Sebasti¨¢n de los Reyes y Algete, dentro de una urbanizaci¨®n de millonarios, Fuente del Fresno. Javier Cervera, el p¨¢rroco del lugar, mand¨® un mensaje muy vehemente a los vecinos por WhatsApp para limpiar el buen nombre de la instituci¨®n: ¡°El mi¨¦rcoles estuvo desinfectado la UME, ese d¨ªa muri¨® una religiosa: la hermana Esperanza con m¨¢s de 90 a?os y la funeraria fue avisada al mismo momento. Ayer la enterramos la madre general y yo en San Sebasti¨¢n de los Reyes a las 17.00, cuando estaba la polic¨ªa inspeccionando en nuestra casa. Y la hermana Gabriela hab¨ªa fallecido a las 14.00, que yo estaba all¨ª y rec¨¦ el responso, mientras se notificaba cinco minutos m¨¢s tarde a la funeraria y es en ese momento cuando la polic¨ªa estaba all¨ª¡±.
El padre Cervera aparece por la recepci¨®n. Desde que se decret¨® el estado de alarma trabaja como uno m¨¢s con las monjas. A las fallecidas no se les hizo el test para detectar la Covid-19, por lo que es imposible saber si estaban contagiadas, aunque dos muertes tan seguidas, una detr¨¢s de otra, da una idea de lo que puede haber ocurrido. Cervera cuenta que las dos llevaban meses enfermas y que acud¨ªan a misa asistidas por bombonas de ox¨ªgeno.
¡ªAdem¨¢s de las dos monjas, ?ha muerto alguien m¨¢s?
¡ª?C¨®mo?
¡ªQue si alguien m¨¢s ha muerto.
¡ªNo.
El director de Protecci¨®n Civil en San Sebasti¨¢n de los Reyes, Pedro Mart¨ªnez, ratifica la versi¨®n de la congregaci¨®n. Es cierto que es una instituci¨®n herm¨¦tica y que a las monjas les cuesta dejarse ayudar, pero desde que decidieron el jueves pasado llevarles material de protecci¨®n y entrar a echar un vistazo ellas se mostraron receptivas. La inspecci¨®n ten¨ªa como prop¨®sito elaborar un informe. Fuentes municipales creen que esa colaboraci¨®n debi¨® ser m¨¢s estrecha en una situaci¨®n de crisis, aunque el centro no tuviera obligaci¨®n de acatar ¨®rdenes del Ayuntamiento.
Mart¨ªnez, por su parte, asegura que le pidi¨® colaboraci¨®n a la polic¨ªa para realizar un atestado m¨¢s completo que se pudiera elevar a la Comunidad de Madrid y el Ministerio de Sanidad. Cree excesivo asegurar que se les prohib¨ªa la entrada. ¡°No escond¨ªan nada. Lo ten¨ªan todo bien organizado. Como tienen mucho espacio, hay mucha separaci¨®n entre enfermos¡±, explica el director. Desde el viernes ha recibido m¨¢s de 300 llamadas de gente preguntando por los cad¨¢veres de las dos monjas. La centralita est¨¢ colapsada. Ahora se tiene que marchar. De fondo, suena el timbre de un tel¨¦fono fijo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.