Pollo y cerveza
Creo que nos vamos a quedar sin yemas de los dedos, que se nos van a cansar los brazos de tenerlos todo el rato en alto para tocar a quienes queremos

Una vez tuve la oportunidad de entrevistar a un superviviente espa?ol del campo de concentraci¨®n nazi de Mauthausen. Me cont¨® un mont¨®n de cosas acerca de su cotidianeidad confinado en aquel espacio de horrores varios que jam¨¢s podr¨¦ olvidar. De entre todo lo que me narr¨®, hubo algo que me llam¨® la atenci¨®n especialmente: seg¨²n ¨¦l, el grueso de sus conversaciones, lejos de centrarse en sus ideas pol¨ªticas, en el transcurso de la terrible contienda que desangraba Europa, o en la gesta vivida, giraban, sobre todo, en torno al f¨²tbol y a lo que comer¨ªan y beber¨ªan una vez salieran. El men¨² estrella en el imaginario colectivo se compon¨ªa de pollo y cerveza.
Vamos, que s¨ª, que anhelaban salir cada d¨ªa y conservaban la esperanza grande de que lo lograr¨ªan, pero tambi¨¦n la peque?ita de atiborrarse con viandas sencillas.
Por supuesto, jam¨¢s comparar¨ªa la privaci¨®n de libertad forzosa de aquellos h¨¦roes y hero¨ªnas con lo que estamos viviendo, pese a que cada vez m¨¢s se utiliza un vocabulario belicista para hablar de la batalla que estamos librando y a que, por desgracia, estamos teniendo bajas. No obstante, hay algo en lo que s¨ª coincidimos que me encanta y es que en ambos casos pensaban, pensamos que habr¨¢ un ¡°despu¨¦s¡± y que, pase lo que pase, deber¨ªa ser mejor que el presente.
En la actualidad y en funci¨®n de las posibilidades que tengamos (no olvidemos que muchas econom¨ªas ya eran vulnerables antes de la covid-19 y se han visto heridas de muerte a pesar de las ayudas), no creo que la comida sea el tema de conversaci¨®n m¨¢s habitual, puesto que el abastecimiento de los comercios de alimentaci¨®n no ha faltado. De ah¨ª que, quiz¨¢, lo que m¨¢s eche de menos mucha gente sea poder tocar, poder volver a abrazarse y eso marca una diferencia fundamental.
Quienes estamos viviendo el confinamiento en solitario, por muy fr¨ªos que seamos, lo sabemos. Es probable que la falta de piel y el tiempo dilatado sin nadie al lado, est¨¦n detr¨¢s del aumento de actividad en las aplicaciones de citas, puede que por acabar el d¨ªa con ¡°final feliz¡± intern¨¢utico o, simplemente, por tener algo de compa?¨ªa virtual, m¨¢s all¨¢ de las conversaciones infinitas con las y los de siempre en los grupos de WhatsApp que echan humo, cargados de recetas, rutinas de ejercicios y bailes y buenas o malas noticias.
?Y qu¨¦ va a pasar el d¨ªa que podamos salir de verdad, no solo a comprar con prisa, a cuidar a alguien con urgencia o a trabajar porque no queda otra? Me da que pareceremos ?us en las grandes migraciones anuales, que corren en tropel, cuando llega la estaci¨®n seca, en busca de pastos verdes con los que poder llenar el est¨®mago. Los humanos obraremos de manera similar, solo que en lugar de correr a por hierba, lo haremos para recibir y dar abrazos. Creo que nos vamos a quedar sin yemas de los dedos, que se nos van a cansar los brazos de tenerlos todo el rato en alto para tocar a quienes queremos, con el fin de demostrar que siempre estuvimos aunque no pudi¨¦ramos vernos ni acariciarnos. ?nimo, ya queda menos.

Coronavirus: preguntas y respuestas
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