La experiencia personal de una voluntaria del Samur desplazada a Soria: ¡°Fuimos una inyecci¨®n de moral¡±
La autora cuenta su experiencia durante el desplazamiento, donde ayud¨® en varias residencias de personas mayores
Siendo voluntaria en un servicio como Samur-Protecci¨®n Civil sabes que tarde o temprano algo pasar¨¢ que te har¨¢ poner en pr¨¢ctica lo aprendido durante a?os. Ha sido una pandemia la que nos ha sacudido como a un enjambre de abejas. Tocaba salir y salimos. Ifema, con su espectacular hospital de campa?a; las residencias, ayudando a paliar el drama que estaban viviendo nuestros mayores. Se anunci¨® la ayuda del servicio a Segovia y Soria, agobiadas por la situaci¨®n que ten¨ªan entre manos. Todos quer¨ªamos que se nos ofreciera un puesto en alguno de los equipos, pero solo unos pocos la recibimos.
Ten¨ªamos que buscarnos la vida para poder comer y no perder tiempo en desplazamientos, y pudimos contar con la solidaridad de la gente de los pueblos
De pronto est¨¢s en un nuevo grupo de WhatsApp, para Soria, y ves los nombres: unos son viejos conocidos con los que te has pateado las calles de Madrid; con algunos has coincidido en alg¨²n aviso, a otros es la primera vez que los ves. El esp¨ªritu de equipo coge fuerza, hay que parar la devastaci¨®n de la enfermedad.
Entramos en Soria en silencio, viendo los carteles con ¡°SOS Soria¡±, y ¡°Todo saldr¨¢ bien¡± colgando en las ventanas. Las calles est¨¢n desiertas, y el cielo est¨¢ nublado. Es un poco triste. Cuando llegamos al hospital una familia que estaba asomada a la ventana nos aplaudi¨®. Al poco se abrieron unas ventanas del hospital y varios sanitarios nos aplaudieron, y nosotros a ellos. Ese peque?o jaleo sac¨® a los vecinos a los balcones, y empez¨® el cruce de aplausos, de un lado a otro, a nosotros porque vamos, a ellos porque aguantan.
En el hospital Santa B¨¢rbara nuestros jefes nos informan de la situaci¨®n. Es la misma que en las UCI del resto de Espa?a: est¨¢n sobrepasados. El equipo se divide en dos: unos para el hospital y otros para residencias. Las residencias son un misterio, no hay apenas informaci¨®n de c¨®mo est¨¢n, as¨ª que cogemos la lista que nos dan y empezamos a visitarlas. Cada equipo de residencias lo formamos una UVI y un coche de apoyo con voluntarios especialistas en NRBQ (Defensa Nuclear, Radiol¨®gica, Biol¨®gica y Qu¨ªmica).
Ten¨ªamos que buscarnos la vida para poder comer y no perder tiempo en desplazamientos, y pudimos contar con la solidaridad de la gente de los pueblos. En Gormaz encontramos un restaurante que solo estaba abierto para el personal esencial, y pudimos comer sin problemas (torreznos incluidos) en Covaleda: miembros del Ayuntamiento nos montaron una comida en el antiguo mercado. Solo nos dejaron jurar que volver¨ªamos a visitarles cuando esto pase. Lo haremos.
Un comentario habitual que recibimos de los sorianos, no solo del personal sanitario, es la inyecci¨®n de moral que les supon¨ªa nuestra presencia. Estaban afrontando la pandemia con el ¨¢nimo muy bajo, y de pronto est¨¢bamos all¨ª, dici¨¦ndoles que lo estaban haciendo muy bien, d¨¢ndoles ideas e intercambiando impresiones, y vieron m¨¢s cerca poder salir de esta, el todo va a ir bien dejaba de ser un eslogan bienintencionado para ser una certeza.
Marta de la Fuente es voluntaria del Samur y form¨® parte del equipo de 40 personas (la mitad voluntarios) que env¨ªo el Ayuntamiento de Madrid para ayudar en Soria en abril.
La experiencia personal: anecdotario de los madrile?os durante la crisis sanitaria
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