Un San Isidro pasado por covid
Este 15 de mayo la pradera en la que se celebra al patr¨®n de Madrid permanecer¨¢ vac¨ªa, pero algunos habitantes de la ciudad se vestir¨¢n de chulapos para festejar el d¨ªa
Goya y Gald¨®s, dos madrile?os que nos contaron su San Isidro. S¨ª, ellos no pueden recitar eso de ¡°Madrid, Madrid, Madrid, pedazo de la tierra en que nac¨ª¡±, pero tanto el pintor ma?o, como el escritor canario vivieron la ciudad y en la ciudad. Les marc¨® en la vida y la marcaron. Y en la v¨ªspera del d¨ªa que se celebra el patr¨®n de la capital, cuando calles como la de Toledo o las que rodean a Las Vistillas, protagonistas de obras del literato como Fortunata y Jacinta o Nazar¨ªn, estar¨ªan a rebosar, tal y como pint¨® Goya La pradera de san Isidro, recordemos qu¨¦ se pierde la ciudad sin fiestas.
Una se acerca al paseo del Quince de mayo, a sabiendas de que all¨ª no pasa nada. Lo que otro a?o por estas fechas ser¨ªa una calle cortada por las vallas amarillas del Ayuntamiento y algunos agentes de polic¨ªa controlando, ahora se ha transformado en algunos repartidores con sus grandes bolsas c¨²bicas esperando que una cadena de comida r¨¢pida de esas en las que el pollo viene en cubos de cart¨®n o que un restaurante chino, con vajilla similar, les sirvan los pedidos. Un poco m¨¢s all¨¢ una fila que acaba en una farmacia, si hace tres meses vemos una cola de una farmacia en una acera, como poco pensamos que est¨¢ Rosal¨ªa dentro.
?Y el olor? ?A qu¨¦ huele? Ah¨ª, normalmente, oler¨ªa a gallinejas y entresijos, a unos metros est¨¢ Casa Enriqueta, que los lleva haciendo desde 1958. Y no huele, pero tampoco deja de oler, hay algo raro en el ambiente¡ Me acerco para saber qu¨¦ ocurre y seg¨²n voy viendo la terraza vac¨ªa, sin mesas ni sillas y con las sombrillas plegadas, el olor se va acentuando. No es el que inundar¨ªa la calle y con el que no s¨¦ c¨®mo convivir¨¢n los vecinos otros a?os por estas fechas pero ah¨ª est¨¢n: sirviendo a domicilio. Evidentemente no har¨¢n la caja de otras temporadas, pero van saliendo pedidos. ¡°La semana pasada, cuando no se sab¨ªa si Madrid pasaba a la fase 1, yo estaba temeroso. Hay tantos pedidos para el d¨ªa de san Isidro, que si adem¨¢s tengo abierta la terraza no damos abasto¡±, dice Rami, que junto a su hermana Berta, es la quinta generaci¨®n de su familia en llevar este negocio que empez¨® su tatarabuela con un puesto en el Puente de Toledo. Explica que en marzo, cuando se decret¨® el estado de alarma, todav¨ªa no hab¨ªa contratado a nadie de refuerzo y no lo ha hecho. Tiene una terraza amplia en la que podr¨¢ mantener bien la distancia entre mesas, se le ve positivo. Eso s¨ª, espera que llueva ma?ana. ¡°Ya que cada ciertos a?os toca un San Isidro lloviendo ¨Dque nos arruina¨D a ver si puede ser este y el que viene que luzca mucho el Sol¡±.
En el paseo por el que el viernes transcurrir¨ªa el pasacalles con gigantes, cabezudos, chulapas, chulapos, autoridades (¡°el n¨²mero aumenta o disminuye seg¨²n lo cerca o lejos que est¨¦n las elecciones¡±, comenta Jos¨¦ Luis Campos, presidente de la Agrupaci¨®n de Madrile?os y Amigos Los Castizos) y multitud de madrile?os (da igual donde hayan nacido) camino de la ermita del santo solo se ven alguna urraca campando a sus anchas, coches aparcados, vecinos paseando perros¡
¨D?Adi¨®s!, saluda una mujer.
¨D?Qu¨¦ tal el ni?o?, responde otra desde la acera de enfrente.
Los carteles del tanatorio y el cementerio de San Isidro, que con los puestos y la feria quedar¨ªan ocultos, parecen estar recordando el momento que vivimos con m¨¢s de 8.700 muertos por covid-19 en la Comunidad de Madrid. El otro lado de la moneda deja al descubierto un parque de juegos sonoros, imposible de distinguir con casetas de encurtidos, bocadillos de chorizo o rosquillas que estar¨ªan m¨¢s amenizadas con reguet¨®n que con chotis y zarzuelas. Hacia el otro lado se ven a¨²n los pin¨¢culos que resisten del estadio Vicente Calder¨®n.
Pin¨¢culos como si de una catedral se tratara, para algunos como Campos lo era. Prueba de ello es el pin del Atleti que lleva en su chaleco de chulapo. En d¨ªas como estos no se despegar¨ªa de su parpusa (gorra del traje de castizo). Este a?o es diferente. No bailar¨¢n en Las Vistillas, donde el que no vaya nada m¨¢s que para las fiestas de Madrid, ya sean las de San Isidro o las de la verbena de La Paloma, ahora puede ver como hay un campo de f¨²tbol de cemento. Este a?o el escenario no sustituye a las porter¨ªas. Campos y su esposa, Mar¨ªa Dolores ?lvarez, siguen bailando chotis, y lo que se tercie. Lo hacen en el patio de su casa, los fines de semana, a la hora del aperitivo, amenizan al vecindario. En condiciones normales, llevar¨ªan toda la cuarentena de festejo en festejo. En Madrid hay muchas tradiciones que conocen muy pocos y que tanto su asociaci¨®n como la Federaci¨®n de Grupos Tradicionales Madrile?os intentan mantener y dar a conocer.
Federico G¨®mez Villanueva, presidente de la federaci¨®n, dice que en Madrid no se cuidan las fiestas. Repasa las que se hubieran celebrado en este periodo de confinamiento: en abril la elecci¨®n de la maja y el majo, alude a los representados por Goya, y a la figura de la fallera mayor en las fiestas valencianas. Desde luego, en comparaci¨®n, los madrile?os salimos perdiendo. El homenaje a La Chata, la hija de Isabel II, m¨¢s querida por los habitantes de la capital. El domingo pasado, se hubiera celebrado la fiesta de las mayas en Lavapi¨¦s, una exaltaci¨®n de la primavera, como se conmemora en muchos lugares de Andaluc¨ªa con sus Cruces de Mayo y los Patios cordobeses, pero Madrid vuelve a perder. Para llegar a la fiesta grande, San Isidro, cuando chulapos y chulapas pasean y bailan en la pradera. Ya se sabe, el hombre firme, pies juntos y rodillas pegadas, la mujer le gira hacia un lado y hacia otro. ¡°La mujer es la gasolina del chotis¡±, bromea G¨®mez, ¡°es la que mueve al hombre¡±.
Ellas se lucen m¨¢s, su traje es m¨¢s vistoso. ¡°Muy ce?ido hasta un poco m¨¢s arriba de la rodilla, un gran escote delantero y las mangas jam¨®n, con mucho volumen¡±, describe Virginia Molina S¨¢nchez, que tiene un taller en M¨®stoles y es una de las pocas modistas que recibe encargos de trajes castizos y goyescos. ¡°Soy una modistilla¡±, cuenta recordando que ella es de ¡°Madrid Madrid¡±, su abuelo ten¨ªa una f¨¢brica de ba¨²les en la calle Mira el R¨ªo, en pleno Rastro, donde ella naci¨®.
¨D?Va a vestirse este San Isidro?
¨D?No lo hab¨ªa pensado! ?Puedo salir a dar mi paseo vestida de chulapa! ?Ay, qu¨¦ idea me has dado!
Hay gente pa¡¯to.
Cifras y letras
La frase.
"Los colegios se acuerdan de Madrid y de San Isidro en mayo. Mientras, nadie sabe lo que es un chotis. Las costumbres no est¨¢n arraigadas¡±, Federico G¨®mez, presidente de la Federaci¨®n de Grupos Tradicionales Madrile?os.
En n¨²meros.
?Cu¨¢ntos claveles ha de llevar una chulapa y qu¨¦ significan? Dos blancos, si se es soltera. Las casadas: dos rojos. Las viudas aumentaban uno blanco a los dos rojos y las comprometidas: uno blanco y otro rojo. Todos en lo alto de la cabeza, ¡°nada de ladeados¡±, dice ?ngela Tejero, vicepresidenta de la Asociaci¨®n Cultural Madrid Eterno, m¨¢s purista que la modista Virginia Molina, partidaria de adaptar los trajes regionales a las modas.
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