La ONG particular de Omar Montes en el distrito m¨¢s humilde de Madrid: ¡°En el barrio, forever¡±
El cantante, que tiene 3,5 millones de oyentes al mes en Spotify, sigue viviendo en uno de los barrios m¨¢s pobres de la capital. Ahora, por la pandemia, compra y reparte comida a domicilio a cientos de vecinos
Omar Montes sube a media tarde las escaleras de un edificio chato. Va en busca de esas ¡°bell¨ªsimas personas¡± que son sus vecinos de toda la vida. En cada mano lleva una bolsa de la compra repleta de productos de primera necesidad. Viste ch¨¢ndal, zapatillas de bota y una mascarilla Louis Vuitton. En el aparcamiento ha dejado el Mercedes 220 AMG con el que recorre las calles estrechas del barrio de Pan Bendito, uno de los m¨¢s humildes de Madrid. Toca el timbre de uno de los apartamentos y, al abrirse la puerta, aparece Carlos S¨¢nchez, un repartidor de 38 a?os que una d¨¦cada atr¨¢s era una celebridad en el barrio por jugar en el Rayo Vallecano.
S¨¢nchez est¨¢ en paro y tiene dos hijas. Omar o alguno de los diez amigos que trabajan para ¨¦l (¡°la crew¡±) le trae cada semana una compra del s¨²per. El gesto lo repiten con decenas de personas de todo el barrio. Hay gente que le llama para pedirle ayuda ahora porque pasan hambre. De la situaci¨®n dram¨¢tica de otros se entera por radio macuto. Entonces, sin avisar, se presenta en el rellano y aporrea la puerta.
Si el rey de Pan Bendito toca, se le abre.
¡ª?Qu¨¦ verg¨¹enza!¡ª, dice Carlos cuando Omar entra hasta la cocina para dejar las bolsas.
Omar, de ni?o, ve¨ªa a Carlos como un h¨¦roe. El chaval que hab¨ªa salido del barrio, cuando en los noventa era un lugar de yonkis y parados, para medirse al resto del mundo sin ning¨²n complejo. Sabe que ahora es un padre de familia que pasa por dificultades, como muchos otros espa?oles. ¡°Un t¨ªo sano, ejemplar, que no puede salir a buscarse la vida¡±.
¡ªA ¨¦l se le ocurri¨® ayudarme. Sabe que las paso canutas.
¡ªNo me hace falta que me mandes un mensaje. Cojo directamente y ?pum!, sorpresa¡ª, explica Omar.
¡ªHa triunfado en la vida y aqu¨ª se ha quedado¡ª, le concede Carlos.
¡ªEn el barrio forever, hermano.
Montes, que comenz¨® a triunfar en el mundo de la m¨²sica en 2015 con el rap, el trap y el reggaeton, vive en el mismo piso que hace 31 a?os. Aqu¨ª vivi¨® su madre, Mar¨ªa de los ?ngeles, una ama de casa de 48 a?os, junto a su padre, Ismael, un marine del Ej¨¦rcito de 50 a?os. Aqu¨ª vistieron con pantalones rotos a un salao regordete. Aqu¨ª tiene ahora un armario con cientos de zapatillas, joyas y hasta un ropero enorme de Gucci. Aqu¨ª regresaba dolido por las risas burlonas de algunos compa?eros del colegio. Aqu¨ª volvi¨® despu¨¦s de cada entrenamiento de boxeo. Aqu¨ª tiene la medalla de campe¨®n de Espa?a de boxeo medio. Aqu¨ª tiene 11 discos de platino y tres de oro. Aqu¨ª tiene ahora un Lamborghini apodado El Hurac¨¢n, un Mercedes C220 y hasta a Ricky, un oso hormiguero. ¡°En mi vida cambiaron las circunstancias. Yo sigo siendo m¨¢s simple que un columpio, pero si antes iba con un ch¨¢ndal de Carrefour, ahora voy con uno de marca¡±.
Un d¨ªa de marzo, cuando el bicho abstracto impuso el teletrabajo y mand¨® a otros a casa para solo ver la tele, recibi¨® un mensaje a su cuenta de Instagram de un joven del barrio. ¡°Omar, necesitamos comida, que mi padre se ha quedado en el paro¡±. Al d¨ªa siguiente entr¨® en el Alcampo y se present¨® con bolsas de comida en su portal. D¨ªas despu¨¦s, los mensajes se multiplicaron. ¡°Ahora recibo cientos y cientos al d¨ªa. Es gente que lo necesita de verdad".
Tal fue la avalancha, que convoc¨® a sus cuatro mejores amigos, Salcedo, Oscar, Casares y Galleta. Una cuadrilla de treintea?eros a sueldo de Montes. ¡°El team iluminati. Ese es mi equipo¡±.
¨D ?Ten¨¦is un buen colega, no?
¨D No nos podemos quejar.
Estos chavales salen todos los d¨ªas a repartir comida en un lugar donde la renta media no llega a 20.000 euros. Todo sale a cuenta de Montes. ¡°Lo hago porque, si yo a d¨ªa de hoy soy el n¨²mero uno de la m¨²sica, se lo debo a Dios. La manera que yo tengo de agradec¨¦rselo es dar lo que tengo a los que m¨¢s lo necesitan. Todo lo que yo gasto, siempre se me devuelve. Me sale una canci¨®n nueva, se pega en la gente, me sale un bolo por otro lado¡±. El artista ha patentado un concepto, la vida m¨¢rtir, para referirse a la mala vida, la sufrida, la que ¨¦l tuvo y no quiere volver a tener. Aunque el t¨¦rmino se puede usar en cualquier contexto, incluso significar todo lo contrario. La vida moderna es un laberinto.
Omar lleva la voz cantante cuando van al supermercado. Arrastra un carrito por los pasillos del Alcampo. Le pide a dos de sus colegas que los llenen de legumbres, zumo, espaguetis, cereales, carne. Nada de marcas blancas. Solo lo mejor. ¡°Como si fuera para m¨ª. Y nada de guarrer¨ªa. Hay que mirar por la salud de las personas. Comida equilibrada. Ahora que no salimos es importante, si no nos ponemos como bolas¡±.
¨DPillad arroz, que es muy socorrido.
Omar cumple a?os de perro. Ha vivido por siete. En agosto de 2018, se cruz¨® a un muchacho adolescente el barrio de Las Callejuelas de San Fernando. ¡°Vente, que Las Camaronas te quieren decir algo¡±, le dijo el chaval. Montes hab¨ªa ido a la bah¨ªa de C¨¢diz con la intenci¨®n de grabar un videoclip. Al escuchar aquello, pens¨® que se tratar¨ªa de una broma gaditana. Media hora despu¨¦s, abri¨® la puerta del sal¨®n donde vivi¨® la voz del flamenco. Las hijas de Camar¨®n le prepararon una barbacoa, cogieron las guitarras, llegaron m¨¢s vecinos, m¨¢s familia, un cante, otro. El Arte.
Al d¨ªa siguiente, los tres grabaron un videoclip de la versi¨®n Soy gitano debajo de la estatua de bronce de Camar¨®n. Se vistieron con camisas de lino blanco. Aprovecharon aquel caluroso d¨ªa de feria de verano. Se subieron a los coches de choque. Se montaron en la atracci¨®n de feria del tren de la bruja. Ah¨ª cantaron a m¨ª me gusta saborear la hierba, la hierba buena al son del ritmo ca?¨ª. Al final del videoclip se escucha un silencio de un par segundos. Irrumpe una voz desgarradora con fuerza: ¡°Dicen de que Jes¨²s era gitano, ?no? Yo no lo dudo, vaya¡±. Camar¨®n, claro.
Dos a?os despu¨¦s, el madrile?o que acompa?aba a Las Camaronas tiene 3,5 millones de oyentes al mes en Spotify; m¨¢s que el propio Camar¨®n, Joaqu¨ªn Sabina, Manuel Carrasco y Julio Iglesias. Ahora, en mitad de la pandemia y probablemente en el punto m¨¢s ¨¢lgido de una carrera musical crecida en el asfalto de uno de los barrios m¨¢s humildes de Madrid, Omar Montes sigue aqu¨ª, en la barriada de Pan Bendito.
Y ah¨ª lo da todo, a pecho descubierto. Vecino a vecino. Su siguiente parada esta tarde es la casa de Juani Rodr¨ªguez, una limpiadora de 60 a?os que pasa por un momento delicado. Ya no la llaman de las oficinas ni de las casas que limpiaba antes. ¡°Hola, bonico¡±, recibe Juani al cantante. La se?ora le ha hecho ¡°un bollito¡± que le da envuelto en una servilleta de papel. Omar dice que Juani ¡°es un primor¡±. Juani que Omar es ¡°un encanto¡±. ¡°Te quiero, te quiero¡±, le repite ella. El marido de Juani, ?ngel, ve la televisi¨®n en el sal¨®n. ¡°?ngel, saluda a Omar¡±, le pide su esposa. ?ngel levanta la mano con la misma cara de entusiasmo que pondr¨ªa si le aplicaran la picana. Juani sigui¨® con entusiasmo la participaci¨®n de Omar en Gran Hermano y en Supervivientes, donde perdi¨® 13 kilos para ganar el concurso. Ahora lo tiene delante, de cuerpo presente en su cocina, con un bollito horneado por ella en la mano. Le hace feliz.
Llega la hora de recogerse para Omar, despu¨¦s de una tarde dando voltios. Dos adolescentes se fuman un porro en el portal de su edificio sin decir ni m¨². A trav¨¦s del telefonillo se escucha una voz:
¨DAndy, sube para arriba. ?Has bajado sin mascarilla!
Omar se queda mirando el cuadro met¨¢lico del que surge la voz, y contesta:
¨DEl Andy no ha bajado todav¨ªa...
Unos segundos despu¨¦s, Andy abre el portal y se encuentra a Omar hablando con su madre por el telefonillo. Se imagina de que se trata y, sin hacer ni caso, se une a los dos chavales de mirada perdida. Ahora es una crew de tres.
Omar lo ve clar¨ªsimo:
¨DLe han dado la vida m¨¢rtir y lo han pillado.
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