La ¨²ltima sesi¨®n del primer dj de balc¨®n de Espa?a: ¡°Aznar me gan¨® al p¨¢del en La Moncloa¡±
Detr¨¢s de Dj Dicho est¨¢ el madrile?o ?lvaro D¨ªez, de 33 a?os, un vecino de Valdebebas que inici¨® las sesiones de m¨²sica de balc¨®n fij¨¢ndose en un v¨ªdeo en redes sociales de Italia
Dj Dicho jug¨® al p¨¢del con Aznar en La Moncloa. Dj Dicho es consultor de d¨ªa. Dj Dicho fue el primer dj de balc¨®n de Espa?a durante el estado de alarma. Dj Dicho sali¨® el s¨¢bado a las 19.18 a la terracita de su piso de alquiler en Valdebebas en bermudas, camiseta blanca de manga corta, zapatillas New Balance y un botell¨ªn de cerveza a dar la ¨²ltima sesi¨®n:
¡ª Hola, vecinos, ?c¨®mo est¨¢is?
Saluda al mundo tras una mesa de mezclas Pioneer de ¨²ltima generaci¨®n. ¡°Siempre pongo una suavecita para empezar¡±, explica. Minutos despu¨¦s, activa a Chayanne. ¡°Oye, abre tus ojos. Mira hacia arriba. Disfruta las cosas buenas que tiene la vida. Lalala lalala lala¡±. La m¨²sica del puertorrique?o sobrevuela una piscina, una pista de p¨¢del, un gimnasio, unos columpios. Solo faltar¨ªa un Mercadona, que est¨¢ a 300 metros. De fondo se atisba un horizonte con el MadCool y el barrio de La Moraleja de fondo. El corolario est¨¢ claro. Aqu¨ª se vive muy bien.
Dj Dicho es madrile?o. Tiene 33 a?os y es licenciado en Administraci¨®n y Direcci¨®n de Empresas por la Complutense. Dj Dicho sonr¨ªe, est¨¢ en su salsa, se acuerda de las tardes de s¨¢bado en las que llenaba el Teatro Barcel¨® antes del confinamiento. Los tres grandes altavoces salen de su coqueta terraza instagramera como si fueran periscopios. La m¨²sica retumba en la urbanizaci¨®n. Empiezan a salir los vecinos a su llamada. Ah¨ª est¨¢n los del cuarto con sus hijos rubios, alegres; los del segundo, contentos, con los sof¨¢s en la terraza preparados para el gin tonic de las 20.00. Otros mueven los brazos en alto de izquierda a derecha cerca de la barbacoa del mediod¨ªa. Dj Dicho agarra el micro de nuevo: ¡°Subiiiiimos¡±.
Y lanza otra. ¡°Vamos pa¡¯ la playa, pa¡¯ curarte el alma, cierra la pantalla, abre la medalla¡±. Dj Dicho sonr¨ªe, baila, dedica un feliz cumplea?os a la vecina Clara, que acaba de soplar la vela de los 10 a?os. Los vecinos le piden m¨¢s canciones por Instagram. ¡°Esta para Martina y Pablo, que os la dedica vuestro padre¡±. Dj Dicho mueve los platos como el mejor crupier del casino de Montecarlo. Es su ¨²ltima sesi¨®n de balc¨®n. Sale Shakira: ¡°Samina mina, eh eh, waka waka, eh eh, samina mina, zangal¨¦wa, porque esto es ?frica¡±.
Dj Dicho es ?lvaro D¨ªez. Estudi¨® en Nuestra Se?ora del Recuerdo, un colegio de jesuitas. Comparti¨® pupitre con los hijos de la clase alta espa?ola. En segundo de bachillerato, mientras hacia sus primeros pinitos como DJ, se puso un piercing en la ceja. Los profesores se santiguaban al verle cruzar los pasillos. El director le pidi¨® que se lo quitara de inmediato. Esa no era la imagen de una instituci¨®n de ense?anza de ese calibre. D¨ªez, al que sus compa?eros llamaban Dicho por un juego de palabras infantil con su apellido, se invent¨® que si se lo quitaba se le podr¨ªa caer la ceja. De acuerdo, no ten¨ªa que retir¨¢rselo, pero en las horas lectivas se lo tapar¨ªa con una tirita. Parec¨ªa un boxeador.
En ese entonces frecuentaba discotecas ca?eras. Fabrik, But, Macumba. Dicho y sus colegas se "disfrazaban" para camuflarse entre la multitud. En vez de decir que viv¨ªan en Mirasierra, un barrio elitista, dec¨ªan que eran de Lacoma, m¨¢s popular. "Es donde hay j¨®venes un poco m¨¢s macarrillas. Ten¨ªamos que meternos en el papel para sobrevivir. De todos modos se nos ve¨ªa en la cara de d¨®nde ven¨ªamos".
Pinch¨® como invitado en Radical, templo de la m¨²sica electr¨®nica. As¨ª lo presentaba la discoteca: ¡°Hemos apostado por traer a Dj Dicho. Una promesa de las pistas de baile de Madrid. A pesar de tener solo 18 a?os ya lleva cinco a?os en las cabinas de la ciudad. Su estilo es el sonido radical, Hard-House y progresivo con cantaditas. El buen rollo est¨¢ garantizado¡±. En el cartel, que Dicho guarda enmarcado en una habitaci¨®n, tiene las patillas largas, el piercing y los pelos a lo loco. Su mirada era firme, severa, determinada. Sab¨ªa lo que quer¨ªa.
Al entrar en la universidad, dudaba si continuar dedicado cien por cien a la m¨²sica o buscar un empleo ¡°serio¡±. Opt¨® por lo segundo. Al acabar hizo un MBA por el Instituto de Empresa. Trabaj¨® despu¨¦s en el departamento de finanzas de Louis Vuitton. M¨¢s tarde lo contrat¨® Accenture como asesor para las empresas del Ibex 35, donde todav¨ªa contin¨²a. El ni?o bakala se viste ahora de traje caro todas las ma?anas.
Tiene 2.000 discos de vinilo, que est¨¢n perfectamente ordenados en la esquina del sal¨®n de casa, donde ha instalado otro set con otros dos platos para pinchar sesiones tras una barra. Casi todas las tardes del confinamiento ha emitido un directo por Instagram con un proyector de fondo. ¡°El otro d¨ªa puse la m¨ªtica canci¨®n de delgadito ella no quieren tus besos y me escribi¨® el cantante alucinando con la mezcla de bakalao que hice. Me propuso un remix para este verano¡±.
El sal¨®n de Dj Dicho tambi¨¦n cuenta con un sof¨¢ en forma de L, cuatro plantas, una el¨ªptica que compr¨® en Wallapop a principios de abril, una bola del mundo, tres botes de hidrogel y una planta de albahaca sobre una mesita de madera. Y varios libros de motos y dos de autoayuda del holand¨¦s Victor Kuppers. De fondo, unas vistas hacia el infinito de Valdebebas.
Este barrio se alza al norte de Madrid. A 20 kil¨®metros de la Puerta del Sol. Aqu¨ª viven m¨¢s de 25.000 vecinos. Uno de cada cinco son ni?os menores de 10 a?os. Es tan familiar que, seg¨²n el censo, solo el 1% tiene m¨¢s de 75 a?os. La media de edad son 33,64 a?os.
Las primeras familias llegaron en 2013. La renta per c¨¢pita es 57.000 euros, de las m¨¢s altas de la capital. El barrio cuenta con 27 kil¨®metros de carril-bici, parques con colinas, aceras enormes, bulevares ajardinados, restaurantes, gimnasios abiertos las 24 horas. Los alquileres se sit¨²an entre los 1.300 y los 1.700 euros por pisos dos y tres habitaciones. La compra no baja del medio mill¨®n de euros. ¡°Le veo m¨¢s valor a coger la bici y tener un campo cerca, que tener un bar al lado. Me gustar¨ªa invertir aqu¨ª¡±, explica Dicho.
Las enormes gr¨²as dispersadas por los solares vac¨ªos anuncian que m¨¢s de 11.400 viviendas se levantar¨¢n en los pr¨®ximos a?os. M¨¢s de un mill¨®n de metros cuadrados est¨¢n destinados a oficinas. Por invertir, aqu¨ª ha invertido hasta la Iglesia con 48 millones de euros para el negocio inmobiliario. El PP venci¨® en las ¨²ltimas elecciones con un 26% de los votos, seguido de Vox (22%), Ciudadanos (21%) y PSOE (16%). Es, sin duda, el gran proyecto urban¨ªstico de la capital. ¡°Aqu¨ª est¨¢s a 20 minutos de Malasa?a en moto¡±.
En una discoteca del centro, c¨®mo no, conoci¨® a su novia, Beatriz Eguiraun, de 29 a?os, una periodista muy conocida en el mundo del motor. Prueba motos. Se ha puesto a 260 en circuito. A ella le gust¨® ese chaval un pel¨ªn mayor que ella, amigo de su hermano, que le pareci¨® guapo. Conoc¨ªa a Dj Dicho de o¨ªdas, pero no lo asoci¨® al chaval que ten¨ªa delante. Conoci¨® a Bruce Wayne sin imaginar que era Batman.
De todos modos, no abandon¨® del todo los platos. Le dedica los fines de semana. Es residente -fijo- en el festival Starlite de Marbella y en el Teatro Barcel¨®. En este ¨²ltimo escenario ha triunfado con sesiones que apelan a la nostalgia como Aquellos a?os locos. M¨²sica remember. Gente de treinta y muchos, casados y con hijos, que bailan al son de la m¨²sica que escucharon hace dos d¨¦cadas.
Hace unos a?os, cuando estudiaba ADE, era un profesional del p¨¢del. Coincidi¨® en varios partidos con uno de los hijos de Aznar. El presidente ret¨® a Dicho y su hijo a un partido en parejas en la pista que le regal¨® el tenor Pl¨¢cido Domingo en La Moncloa. ¡°No recuerdo qui¨¦n iba con Aznar, pero s¨ª que nos gan¨®. Era muy bueno jugando¡±.
Su primera sesi¨®n, la primera en un balc¨®n en toda Espa?a, el 7 de marzo, fue un ¨¦xito. No es que inventara nada, vio que era algo que ya se hac¨ªa en Italia. Fue el m¨¢s r¨¢pido, una cualidad que encaja en su biograf¨ªa de chico precoz. El vecindario se asom¨® a las ventanas y de verdad que lo goz¨®. No todo el mundo tiene un dj profesional en la puerta de al lado. Pero un vecino llam¨® a la polic¨ªa. Los agentes acudieron a la urbanizaci¨®n. Tocaron al telefonillo de Dicho, pero ¨¦l no lo escuch¨® porque ten¨ªa los altavoces a tope. Desde abajo, los polic¨ªas hac¨ªan aspavientos. Dicho pens¨® que estaban siguiendo el ritmo de la m¨²sica y le dio m¨¢s ca?a. Al cabo de un rato se dio cuenta de que le ped¨ªan justo lo contrario.
Baj¨® la regleta. El espacio cerrado de su urbanizaci¨®n se qued¨® en silencio unos segundos. Hasta que el p¨²blico balconil comenz¨® a corear:
-?Otra, otra, otra!
Los polis se encogieron de hombros.
Dj Dicho tron¨® los altavoces Pioneer.
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