Estereotipos que no desescalan
Mi prima migr¨®, como yo, con un a?o. Ella a Manhattan, donde es actriz. En la mayor¨ªa de casting la quieren como ¡°china¡±
?Cu¨¢nto echaba de menos andar por la calle con la misma confianza que tengo cuando pruebo perfumes en un Duty Free! Oler Madrid bajo una mascarilla desechable y tocar la ciudad con bolsas de pl¨¢stico en la mano que llevan impreso ¡°usar como guante¡± y el dibujo de una mano por si no fuera lo suficientemente claro. Larga vida a la imaginaci¨®n. Echaba de menos las calles de Madrid como se echa de menos a los amigos, a los que se saluda con el codo. El aire que se respira a dos metros de distancia. Las calles devueltas para que performemos nuestras miserias humanas diarias. La entrada a la fase 2 fue la mejor excusa para manifestar mi crisis de cuarto de vida ti?¨¦ndome el pelo de verde croma porque no me decid¨ªa por el color. Estaba entre eso o tatuarme algo aleatorio en caracteres chinos en el brazo, pero luego pens¨¦ que igual perd¨ªa la gracia siendo yo una persona racializada asi¨¢tica. Valga la redundancia.
Hace poco llam¨¦ a mi prima que, al igual que yo, migr¨® cuando apenas ten¨ªa un a?o: yo a Vallecas, ella al Lower Manhattan. Siempre fuimos, de alguna forma u otra, rivales por los rituales de comparaci¨®n a los que nos somet¨ªan nuestras familias. Todos los veranos hac¨ªan algo que aborrec¨ªa m¨¢s que la consigna All Lives Matter: nos pon¨ªan a todos los primos en fila y empezaban las comparaciones sobre qui¨¦n era el m¨¢s alto, el m¨¢s delgado, el m¨¢s atractivo de todos. Eso nos dej¨® traumas, problemas de autoestima y una inseguridad respecto a nuestro cuerpo que solo fue in crescendo cuando llevar los pantalones pitillo era una personalidad. Aun as¨ª, logramos, en la superficie, dejarlo en el pasado.
En nuestra conversaci¨®n telef¨®nica, mi prima y yo hablamos de la violencia policial, del racismo institucional y de las protestas actuales. Mi prima es actriz y, como a m¨ª (sobre todo en mis inicios), le daban papeles de ¡°la china de ...¡± (ins¨¦rtese aqu¨ª cualquier estereotipo atribuido a la comunidad racializada asi¨¢tica en occidente). Me dijo que, desde hace poco, tiene un sue?o recurrente en el que entra en un ciclo perpetuo de castings en los que buscan a personas racializadas asi¨¢ticas para interpretar papeles estereotipados. Al abrir una puerta entraba en uno para ser la china del bazar; en otro, era la china del restaurante; en otro, la mejor amiga del personaje principal, Mike, un chico blanco rubio de ojos azules, y ella era la amiga pringada a la que se le daban bien las matem¨¢ticas. Al abrir otra puerta, aparec¨ªa en un casting en el que buscaban a una mujer asi¨¢tica para interpretar a una emperatriz, papel que en su sue?o se llev¨® una mujer blanca haciendo yellowfacing. La ¨²nica forma de escapar de este laberinto era despertarse de esta pesadilla de pel¨ªcula que echar¨ªan un domingo por la tarde en Telecinco. Aunque todos sabemos que realmente no iba a poder escapar del todo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.