El para¨ªso de las mascarillas que s¨ª queremos llevar
Miin es la primera tienda de cosm¨¦tica coreana de Madrid y todo un templo de los remedios y las chucher¨ªas cosm¨¦ticas
Cuando esta secci¨®n llamada A La ?ltima empez¨® a publicarse aqu¨ª, en Madrid, este reportaje ya hab¨ªa sido escrito. Era finales de enero. Tras hablar de abanicos de lujo a lo Rosal¨ªa, de pendientes sumergidos en sus propias piscinas de bolas, de cursos de bordado (pero sin calcetines), de hermanas que hacen...
Cuando esta secci¨®n llamada A La ?ltima empez¨® a publicarse aqu¨ª, en Madrid, este reportaje ya hab¨ªa sido escrito. Era finales de enero. Tras hablar de abanicos de lujo a lo Rosal¨ªa, de pendientes sumergidos en sus propias piscinas de bolas, de cursos de bordado (pero sin calcetines), de hermanas que hacen fotos convertidas en bolsos convertidos en podcasts o de tiendas llenas de virgencitas de Guadalupe a dos pasos de la Gran V¨ªa, era buen momento para entrar en barrena cosm¨¦tica y empezar a hablar de mascarillas. Solo que para entonces, ¡°mascarilla¡± ya empezaba a sonar a otra cosa. La b¨²squeda del t¨¦rmino, dice Google, se ha multiplicado m¨¢s de un 100%. Por eso ha habido que esperar a que esas mascarillas entren en el vocabulario de la (nueva) normalidad para hablar de las otras, las primigenias, de lo que iba la vaina. De esas que son divertidas, refrescantes, hidratantes, limpiadoras, caprichosas y, por supuesto, instagrameables.
Dec¨ªamos ayer que esas mascarillas tienen su particular templo en un peque?¨ªsimo rinc¨®n de la calle de Fuencarral, 91, casi enfrente del metro de Tribunal, entre restaurantes de neofastfood y tiendas de cucadas varias. Se llama Miin, y en un espacio que no superar¨¢ los 30 metros cuadrados se acumulan centenares de referencias que hacen las delicias de torpes, curiosos o avezados fans de la cosm¨¦tica coreana. Tras dos meses cerrado por la pandemia, reabri¨® a mediados de mayo y ya est¨¢ a pleno rendimiento, dentro de lo aceptado: con aforo limitado, sin productos abiertos ni expuestos para probar y con mucha, mucha limpieza. Bien lo sabe su encargada, Esther Sandoval, de 30 a?os y con casi cuatro de experiencia en Miin y conocedora de sus mejores secretos.
Cuenta que, tras la pandemia, todo ha seguido como siempre, pero tambi¨¦n ha sido distinto. Que siguen viniendo esos clientes fieles a sus cremas azules de noche o a los casi milagrosos parches contra bolsas y ojeras, pero que tambi¨¦n hay mucha gente nueva que viene a probar qu¨¦ hay o a bichear en la tienda, aunque ahora no puedan oler ni tocar casi nada. ¡°La gente se f¨ªa ciegamente¡±, afirmaba la primera vez, cuando era todav¨ªa invierno, y ahora, ya verano, se reafirma.
Despu¨¦s del constante y necesario ba?o de gel hidroalcoh¨®lico, cuenta Sandoval, los clientes vienen buscando ¡°mucho m¨¢s tema de cuidado de manos y bastantes mascarillas¡±. Las hay desde los cl¨¢sicos guantes de pl¨¢stico por fuera y de tejido por dentro, empapados de sustancias hidratantes, hasta novedosos parches que se pegan en las manos y con las que se puede trabajar, conducir... Quienes no se animen con las mascarillas, tambi¨¦n tienen gustosas cremas de toda textura, olor y color.
Cuenta tambi¨¦n Sandoval que las mascarillas (coreanas) son remedio de las mascarillas (cubrebocas) muy a menudo. ¡°Mucha gente viene contando que le est¨¢n saliendo granos, que se le seca la cara o que se despelleja...¡± Ella saca su lista de nombres, que parecen casi pociones harrypottescas, y recomienda desde ¨¢cido hialur¨®nicos a ung¨¹entos con centella asi¨¢tica. Mano de santo.
El p¨²blico que prueba las bondades de esta tiendecita suele volver. Miin (que en coreano son dos palabras, ¡°mi¡± e ¡°in¡±, ¡°mujer bella¡±) fue fundada por Lilin Yang, de origen chino, en Barcelona hace m¨¢s de una d¨¦cada. All¨ª abri¨® su primera tienda en 2014 antes de dar el salto a la capital en 2015 y luego seguir por Mil¨¢n, Par¨ªs, M¨²nich... Su ¨¦xito no son solo sus productos, sino su atenci¨®n personalizada, que forma parte de una completa rutina de cuidado de la piel que va m¨¢s all¨¢ de lo externo y que busca, sobre todo, sentirse bien. Algo de lo que ha escrito en un libro llamado El arte coreano del cuidado de la piel. Como cuenta Sandoval, una rutina estar¨ªa formada ¡°por entre 9 y 11 productos¡±. No hace falta que sean caros ni de una misma marca, ni siquiera de usarlos todos a la vez para quien no est¨¦ c¨®modo con ella. ¡°Depende de cada cliente, de quien le guste cuidarse m¨¢s o menos, se trata de montar un puzle para que encaje todo bien¡±, relata. Por eso, a la tienda entran desde una chica en busca ¡°de ¨¢cido glic¨®lico al 5%, ?hay?¡± hasta una madre venida desde Guadalajara ¡°para mi cr¨ªa, que tiene 14 a?os y un acn¨¦...¡± (para eso, ¨¢rbol del t¨¦, dice muy segura Esther) o un par de amigas en busca de un buen pack de mascarillas (salen a entre dos y cuatro euros cada una) para regalo.
Las mascarillas son la clave de Miin. La parte m¨¢s divertida, apetecible, un cosm¨¦tico efectivo (sobre todo si, como todos, se usa con regularidad) y que vale para todo y todos. Las hay para labios, con forma de morro de pato, las que exfolian los pies haciendo que se pelen por completo un par de d¨ªas despu¨¦s de ponerlas, de tres pasos contra los poros, con forma de planta, con pepino marino, de coco con tomate, de diamante para el cuello, de romero para exfoliar el cuero cabelludo... De todo y para todos. ¡°Y si no sabes qu¨¦ buscar¡±, cuenta Esther Sandoval, ¡°pues que sean hidratantes. Para ponerte una o dos por semana, cuando coges el h¨¢bito la piel est¨¢ mejor¡±. A falta de playas y piscinas que instagramear, siempre quedar¨¢ pasar el verano entre potingues y mascarillas.