La Virgen de Guadalupe vive en Libreros, 5
Tras pasar tres lustros en Londres, C¨¦sar C. Cerrada abre House of Guadalupe en Madrid, una tienda de vibrante arte mexicano
Cuando la tienda del mercado londinense de Camden se inund¨® ¡ªpor culpa del agua que cay¨® para extinguir el incendio que tuvo lugar en la planta superior¡ª, apenas sobrevivi¨® nada en House of Guadalupe. Todo qued¨® destrozado, inservible o pingando de moho. Se deshicieron los mantelillos de papel perforado, los p¨®sters y las calaveras de papel mach¨¦ coloreado, algunos de esos nichos de Fridas, incluso una enorme catrina de tama?o casi real, toda vestida de blanco. Pero Guadalupe sobrevivi¨®. Perd¨®n: Nuestra Se?ora de Guadalupe. Una gran virgen adornada, coloreada, llena de flores, rosarios y espinas.
Por eso esta es la casa de Guadalupe. Su hogar. El establecimiento que C¨¦sar C. Cerrada tuvo durante 15 a?os en Londres, pero ahora en la calle de Libreros, 35, a paso y medio de la Gran V¨ªa, al coraz¨®n de su propia ciudad, a esa a la que tanto le cost¨® volver y con la que ahora sigue alucinando por la c¨¢lida acogida a un lugar tan peculiar como este.
En una tele, pel¨ªculas de Mar¨ªa F¨¦lix se mezclan con programas de la tele mexicana, mientras suenan boleros, mariachis, canciones populares mexicanas. Si Cerrada buscaba ¡°una atm¨®sfera¡±, lo ha logrado. ¡°El d¨ªa que llegaron unos mexicanos llorando, me dije 'Misi¨®n cumplida¡±, se regodea. Los colores inundan las paredes; m¨¢s bien lo poco que se ve de ellas, repletas de cientos de objetos de todo tipo, desde las cruces con v¨ªrgenes o las Fridas con alas de ¨¢ngel y colas de sirena que llegan al techo hasta las m¨¢scaras de luchadores o las coquetas sillas de anea profusamente pintadas que llegan al suelo. Objetos que ahora vende en Madrid, que ya pasaron por Londres y que tambi¨¦n copan su p¨¢gina web o, confiesa, su casa de la sierra.
¡°Yo era de esas modernas que se iban a Londres¡±, rememora C¨¦sar sobre su primera incursi¨®n en ese loco mercado brit¨¢nico, hoy tan tur¨ªstico y en los noventa y los dosmiles tan aut¨¦ntico como lo era la propia ciudad. All¨ª lleg¨® y plant¨® un puestecillo que, con el boca boca y el cari?o de los due?os del mercado, se convirti¨® en una de las tiendas m¨¢s coloristas de ese Camden tan querido por Amy Winehouse (que s¨ª, tambi¨¦n iba a menudo a la tienda).
Ahora es otra diva, m¨¢s patria, la que pasea por all¨ª. Olvido Gara, Alaska, es vecina y amiga. ?l se qued¨® fascinado con ella en los ochenta y dio con el mejor m¨¦todo para camel¨¢rsela. ¡°Iba todos los d¨ªas a hacerle guardia, pero a la madre¡±, r¨ªe cuando habla sobre Am¨¦rica, la madre de la cantante. Y los tres se hicieron amigos. ¡°Am¨¦rica me lo ha ense?ado todo, a vender, a regatear...¡±, recuerda. Ellas tambi¨¦n le dieron el empuj¨®n medi¨¢tico a mediados de febrero, cuando inaugur¨® la tienda de Libreros entre la ilusi¨®n y el pavor. ¡°Aparqu¨¦ el coche en el templo de Debod y el camino se me hizo eterno... Miento. Se me hizo corto. Pero abr¨ª, y ah¨ª empez¨® a entrar gente. Entraban y entraban, ?y compraban!¡±, clama C¨¦sar, todav¨ªa sorprendido de que el ¨¦xito de Londres se repita en Madrid. Una foto de Alaska en su perfil de Instagram le termin¨® de dar el pase al ¨¦xito. Sus propios seguidores aumentaron, y la tienda, b¨¢sicamente, lo pet¨®. ¡°El s¨¢bado pasado, esto era una romer¨ªa¡±, cuenta, como si todav¨ªa fuera un secreto.
¡°No es una tienda f¨¢cil ni un producto f¨¢cil, pero para vender lo que te encuentras en el aeropuerto, mira, pues no", dice sin ning¨²n pudor de la que define como es ¡°una cosa ¨²nica, un hijo¡±. Y que por eso no tiene intenci¨®n de franquiciar ni de, apenas, crecer. Le vale con lo que tiene y con una clientela en la que hay de todo: lo mismo se dejan caer un grupo de chavalillos que un se?or preguntando por una calavera que un par de se?oras con el pelo bien cardado. Y s¨ª, los mexicanos tambi¨¦n compran, agradecidos por el color, la frescura, el ir m¨¢s all¨¢ del cartel de Frida Kahlo con cuatro flores. Aqu¨ª, las flores son muchas m¨¢s que cuatro.
En el incendio londinense, Cerrada perdi¨® el dinero y parte de la ilusi¨®n, por el negocio y por la ciudad. ¡°Perd¨ª m¨¢s de 9.000 libras; recuper¨¦ ni 3.000. As¨ª que cog¨ª los seis perros, los 38 metros cuadrados de mudanza y todos los santos y me vine. 29 horas conduciendo. Llegu¨¦ al Valle del Ti¨¦tar y ah¨ª me qued¨¦¡±. Y ah¨ª sigue, solo que las ganas s¨ª que las recuper¨®, y con ellas decidi¨® volver a abrir esta sucursal. ¡°Tienes que verlo, que sentirlo. Me ha vuelto a dar la vida¡±, reconoce renqueante, fastidiadillo de una ci¨¢tica que no le impide posar coqueto, rodeado de Sagrados Corazones de lat¨®n. Y bajo la mirada de la Virgen de Guadalupe, esa que tiene las manos casi negras del agua que le cay¨® tras el incendio. Pero que sigue protegiendo a los habitantes de Libreros, 35.
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