Sobre amores t¨®xicos
Siento que la pol¨ªtica es como aquel estribillo pegadizo que aun resuena en la memoria: 'un pasito p¡¯alante, un pasito p¡¯atr¨¢s'
Me gustaba la pol¨ªtica. Cuando era adolescente, tuve una ¨¦poca ¨Cuna de tantas¨C en la que grababa en cintas de casete las intervenciones de mis pol¨ªticos favoritos ¨Cfavoritos porque los cre¨ªa sin reparo¨C y acud¨ªa a alg¨²n mitin a verlos en persona. Les escuchaba decir desde la oposici¨®n que iban a devolver el dinero a los bolsillos de los ciudadanos y eso me enloquec¨ªa. Menos mal, pensaba, como si alguno de esos euros fuera m¨ªo. Despu¨¦s me hice mayor, me di cuenta de c¨®mo funciona el mundo. Y ya no puedo decir que me gusta la pol¨ªtica, si acaso que me sigue interesando de una manera inevitable, tanto que a veces lo paso mal, porque siento un enganche t¨®xico con la actualidad. Detesto lo que est¨¢n provocando en la sociedad: unos por no callarse y otros por no callar. Me decepciono con cada promesa incumplida. Me enfado con los debates injustificados. Me entristece ver que cosas de siempre siguen siendo exactamente iguales. Y a veces, a ratos, recupero esa tranquilidad del pasado cuando veo que alguien hace las cosas bien.
Quiz¨¢ el error sea ese: no plantarse, no exigir algo mejor, creer que no podemos aspirar a m¨¢s, cuidarnos mal a nosotros mismos para que otro no lo haga peor.
Amo a Madrid. Quien me lee lo sabe. Adoro esta ciudad porque siento que ella tambi¨¦n me quiere a m¨ª ya que me defiende, me protege, me ofrece oportunidades, me acoge y me cuida sin ped¨ªrselo. Y algo parecido debe ser el amor, ?no? Sentir que uno est¨¢ en el lugar donde quiere estar. Sin peros. Es por ello que me cuesta aceptar lo que algunos intentan hacer con ella. No puedo comprender que se haga pol¨ªtica con la vida. No puedo comprender que dependa de un pol¨ªtico la legalidad del amor que yo siento por quien yo elijo, que dependa de un pol¨ªtico la libertad de elecci¨®n y el cuerpo de una mujer, que dependa de un pol¨ªtico lo que deber¨ªa depender de un experto en pandemias, que dependa de un pol¨ªtico que sea puro o venenoso el humo que aspiran nuestros pulmones porque alguien decide convertirlo en ideolog¨ªa. No entiendo, insisto, que se haga pol¨ªtica con la vida.
Siento que la pol¨ªtica es como aquel estribillo pegadizo que aun resuena en la memoria: un pasito p¡¯alante, un pasito p¡¯atr¨¢s. Me recuerda, a veces, a esos amores t¨®xicos que no te sueltan ni puedes soltar. Esos a los que pides constantemente atenci¨®n o cuidado, a quienes crees aunque acumulen mentiras, a quienes perdonas el ego¨ªsmo y los errores, a quienes sigues creyendo porque el amor, te dicen, es as¨ª: mejor lo malo que lo peor. No creo que exista algo m¨¢s triste que verte en la necesidad de pedir que te cuiden. Quiz¨¢ el error sea ese: no plantarse, no exigir algo mejor, creer que no podemos aspirar a m¨¢s, cuidarnos mal a nosotros mismos para que otro no lo haga peor.
Aprovechar¨¦ el verano para desintoxicarme, y eso pasar¨¢ por dejar de hablar de ello. Creo que me va haciendo falta un poquito de amor propio. Cu¨ªdense. Nos leemos en septiembre.
Madrid me mata.
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