Despensas de guardia: solidaridad alimentaria con el agua al cuello
Agosto golpea con el cierre de dos tercios de las redes vecinales de reparto de comida en Madrid. Aluche, con fuelle para todo el a?o, es una excepci¨®n
Es un agradable misterio. Una vez por semana llega un cami¨®n de supermercados Dia cargado con una compra. Ocurre desde que la pandemia comenz¨® a azotar con fuerza y se alargaron las colas del hambre. Calculan unos 500 o 600 euros cada vez en productos diversos. ¡°No sabemos qui¨¦n nos lo manda¡±, asegura Ana del Rinc¨®n, presidenta de la asociaci¨®n de vecinos de Aluche, en el distrito de Latina. Solo sabe que un particular se puso en contacto con ellos y desde entonces el env¨ªo no falta a su cita.
Esta despensa vecinal de Aluche, con capacidad para seguir funcionando a buen ritmo, es una excepci¨®n. Es de las pocas que soporta la presi¨®n agoste?a. En mayo se contaban 58 pero ahora la gran mayor¨ªa han cerrado y apenas funciona una veintena en 12 de los 21 distritos, seg¨²n los c¨¢lculos de la Federaci¨®n Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid (Fravm). El regreso a los puestos de trabajo y las vacaciones han aligerado de manera importante las listas de voluntarios, reconocen desde varias de estas redes vecinales. Tambi¨¦n las donaciones de alimentos y dinero se han desinflado. En algunos casos se han quedado sin las sedes que les hab¨ªan cedido para centralizar los repartos; en otros deber¨¢n irse en breve. Tambi¨¦n hay personas que han recuperado su trabajo tras el ERTE, con lo que ya no necesitan ser ayudados, seg¨²n los responsables de algunas asociaciones vecinales.
El Ayuntamiento afirma que ha recibido datos de ¡°la mayor¨ªa¡± de ellas para poder as¨ª hacerse cargo de la atenci¨®n a las familias, pero no dar¨¢ hasta septiembre cifras de cu¨¢ntas personas est¨¢n recibiendo alimentos por los canales oficiales en los 21 distritos. Hasta junio, antes hachazo estival a dos tercios de las despensas solidarias, estas redes repart¨ªan comida a 45.000 personas, seg¨²n la Fravm, mientras el Consistorio distribu¨ªa a 88.000. La tarjeta monedero, una herramienta para ayudar a las familias vulnerables que la alcaldesa Manuela Carmena emple¨® en dos distritos y que ahora se ha firmado en los Acuerdos de la Villa, sigue a la espera de ser implantada.
En el distrito de Tetu¨¢n solo siguen asistiendo desde la despensa del barrio de Bellas Vistas a medio centenar de familias. Son las m¨¢s vulnerables, las integradas por extranjeros sin papeles o personas que se hallan fuera del padr¨®n y escapan al radar de las ayudas municipales, explica Gonzalo L¨®pez, de la asociaci¨®n de vecinos de Cuatro Caminos-Tetu¨¢n. Disponen de fondos hasta septiembre. Han perdido la capacidad que ganaron en las semanas m¨¢s duras de la pandemia y han acabado por pasar los datos de 350 familias a la Junta Municipal para que sea el Ayuntamiento el que las ayude. La situaci¨®n es similar en otras asociaciones que se mantienen en agosto con el agua al cuello.
¡°Hasta el 31 de julio us¨¢bamos la sede de Ecologistas en Acci¨®n de la calle marques de Legan¨¦s, que nos cedieron de forma altruista, pero ellos han retomado la actividad¡±, explica Gabriel Reg¨¹es, voluntario de Malasa?a Acompa?a. Ahora se han trasladado a la Casa del Cura, unas dependencias municipales cedidas a los vecinos que el Consistorio ha querido recuperar en las ¨²ltimas semanas para Servicios Sociales. Pero, mientras no haya sentencia judicial en el conflicto que hay abierto, los vecinos no piensan abandonar, se?ala Reg¨¹es. Eso s¨ª, al carecer de permiso municipal han tenido que dejar de entregar alimentos frescos como fruta, verdura o carne. Llegaron atender a 600 personas semanales, el doble que ahora.
La red de apoyo de Arganzuela se queda a final de agosto sin el espacio que les han prestado en La Casa Encendida. Buscan un local en el que poder seguir operando en septiembre con sus repartos dominicales. De ayudar a 120 familias ahora solo lo hacen a 50, que son, adem¨¢s, aquellas que colaboran directamente con la red. Han visto reducir tanto las ayudas en met¨¢lico como la comida que reciben de los comercios del barrio y del mercado de Santa Mar¨ªa de la Cabeza.
¡°La cosa ha bajado. Recibimos menos donaciones¡±, reconoce tambi¨¦n Youssoupha Sock, de la asociaci¨®n de inmigrantes senegaleses en Espa?a (AISE), que tienen su local en Lavapi¨¦s. El d¨ªa que les llega comida de Mercamadrid pueden llamar a m¨¢s personas, pero ahora mismo a diario solo pueden atender a cinco familias y otras cinco personas.
Una decena de mujeres espera carrito en mano al reparto de la tarde en la sede de la calle Provisiones de la asociaci¨®n Valiente Bangla, justo al lado del local de los senegaleses. ¡°Nos quedan 36 euros en la cuenta. Hemos llegado a tener unos 1.500¡±. Lo cuenta sin alterar el gesto, como acostumbrado a las estrecheces, su presidente Elahi Mohammad Fazle. A la entrada del local, un pu?ado de metros m¨¢s que aprovechados, se amontonan cajas con fruta y otros alimentos. Lo van entregando a lo largo de la ma?ana y la tarde a personas de cuatro continentes: Espa?a, Ecuador, Marruecos, Paraguay, Per¨², Rep¨²blica Dominicana, Colombia y tambi¨¦n a compatriotas suyos de Bangladesh.
¡°Esta es buena tierra, pero mis cuatro hijos han nacido aqu¨ª y no tienen derechos¡±, se queja Fatima, marroqu¨ª de 46 a?os que asegura no tener ingresos. ¡°?Me puedes dar m¨¢s pl¨¢tanos?, por favor¡±. Los voluntarios banglades¨ªes atienden de inmediato su petici¨®n. Otra de las mujeres es Marina, vecina del barrio de 60 a?os, que acude a llenar el carro un par de veces por semana. Tiene cuatro hijos y seis nietos. Uno de los voluntarios grita desde la puerta: ¡°?No olvidar, el s¨¢bado se reparte ropa para ni?os!¡±.
Valiente Bangla, que abre de lunes a domingo, hac¨ªa sus repartos en la mezquita del barrio hasta junio. Pero tras el fin de estado de alarma y la reapertura al rezo, trasladaron los repartos a su local.
La asociaci¨®n de vecinos de Aluche escapa al mazazo en medio de este agosto infernal para estas redes de ayuda informales. No solo llega ese enigm¨¢tico cami¨®n semanal, sino que el ritmo de donaciones no frena. Ahora mismo calculan que tienen fuelle para llegar hasta el mes de enero de 2021, seg¨²n su presidenta. ¡°Nos acaban de llegar 4.000 kilos de fruta y 3.000 litros de productos de limpieza. Tenemos a mucha gente fidelizada que nos ayuda. Bomberos, EMT, Metro¡¡±, cuenta con orgullo Ana del Rinc¨®n. Reconoce que en agosto el flujo de voluntarios es m¨¢s complicado, pero aun as¨ª en la actualidad disponen de unos 40. ¡°El dinero es importante, pero m¨¢s los voluntarios¡±, afirma la presidenta.
Esta asociaci¨®n salt¨® a la fama hace tres meses despu¨¦s de que llegara a los medios de comunicaci¨®n un v¨ªdeo de las largas colas en las que cientos de personas esperaban varias horas para recibir comida. Fruto de esa campa?a imprevista no les ha dejado de llegar ayuda. Un particular, que quiere mantenerse en el anonimato, alquil¨® para ellos un local tras ver las im¨¢genes de las colas en el telediario. ¡°Es enorme¡±, afirma Ana del Rinc¨®n. Lo pint¨®, puso dos neveras, dos congeladores, estanter¨ªas, un ordenador nuevo y firmaron un contrato de cesi¨®n.
As¨ª es mucho m¨¢s f¨¢cil seguir atendiendo a las 700 familias que tienen en sus listas y que reciben la comida cada dos semanas. Llegan al millar si se incluyen las 300 que atienden a trav¨¦s de la red de apoyo de Las ?guilas, con los que la asociaci¨®n de Aluche va de la mano. ¡°Est¨¢bamos temerosos de que ante los cierres en otros barrios nos llegaran m¨¢s familias y pet¨¢ramos¡±, reconoce Cristina Garc¨ªa, portavoz de Las ?guilas. Eso no ha ocurrido, pero ¡°ten¨ªamos ese dilema moral¡± de no saber si ¨ªbamos a poder atender a todos.
La experiencia de la asociaci¨®n de vecinos de Aluche demuestra que, por mucho que la crisis apriete, no est¨¢ todo el pescado vendido. Han aprendido mucho en estos meses y Ana del Rinc¨®n despliega trucos de ama de casa que aplica a la receta de su macrorreparto de alimentos. ¡°A las seis de la ma?ana encuentras en Mercamadrid boquerones a un euro el kilo¡±.
¡°Tenemos la mala costumbre de comer todos los d¨ªas. Y ellos tambi¨¦n¡±
¡°Tenemos la mala costumbre de comer todos los d¨ªas. Y ellos tambi¨¦n¡±, dice la hermana Josefa, directora de las Hermanas de la Caridad, mientras se pelea con la pantalla del ordenador para mostrar las estad¨ªsticas de las personas a las que atienden. En la calle, una fila de m¨¢s de cien personas se estira calle General Mart¨ªnez Campos arriba. Este mes de agosto est¨¢n repartiendo unas 400 raciones diarias, de lunes a domingo, pero en julio tuvieron un pico de 600. Cuentan con una doble subvenci¨®n municipal y adem¨¢s les llega comida del Banco de Alimentos, empresas, particulares¡ Un grupo de vecinos del barrio les ha comprado un horno industrial al enterarse de que les hac¨ªa falta. ¡°M¨¢s grande que el otro que ten¨ªamos¡±, explica Josefa llev¨¢ndose la mano al coraz¨®n. Este comedor social con un siglo de vida sigue adem¨¢s facilitando alimentos a unas 350 personas de 80 familias que ven¨ªan atendiendo ya de antes de la crisis del coronavirus.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.