Gald¨®s y Cervantes
El escritor decimon¨®nico sigui¨® una estela cervantina presente en muchas corrientes literarias que alcanzan a nuestro tiempo
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
Incluso hoy, en el presente, la influencia universal de Cervantes se multiplica y no deja de regar la literatura de infinidad de lenguas. Al escritor checo Milan Kundera, cada vez que acaba una novela, la ¨²nica obsesi¨®n que le ronda la cabeza queda patente ante una pregunta: si es o no digna de la desprestigiada herencia de Cervantes¡
Desprestigiada, dice. Consciente quiz¨¢s del maltrato que el genio creador espa?ol de la novela moderna sufri¨® al final y durante buena parte de su vida, cuando la pertinaz ruina rondaba la puerta de su casa. A Benito P¨¦rez Gald¨®s le ha pasado lo mismo ¨Cmuri¨® casi con lo puesto- aunque no son pocos los escritores que nos preguntamos al terminar una novela si ser¨¢ digna de la desprestigiada herencia de ambos autores.
El autor del siglo XIX y XX reivindicaba como padre a Cervantes. Ya desde muy joven concreta sus intenciones literarias en su art¨ªculo Observaciones sobre la novela contempor¨¢nea en Espa?a. Quiere desarrollar una narrativa de costumbres, renovadora, ¡°en la l¨ªnea del maestro Cervantes¡±, tal como recoge Yolanda Arencibia en su ¨²ltima biograf¨ªa, publicada por Tusquets.
De esto, Gald¨®s no se desv¨ªa hasta el final de su vida. Sigue reivindic¨¢ndolo obstinadamente en su discurso de entrada en la Real Academia, titulado La sociedad presente como materia novelable. Ah¨ª concluye sus palabras con el adi¨®s de don Quijote al mundo caballeresco como faro de su intuici¨®n y su capacidad de observaci¨®n: ¡°El ingenio humano vive en todos los ambientes, y lo mismo da sus flores en los p¨®rticos alegres de flamante arquitectura que en las tristes y desoladas ruinas¡±.
No hizo otra cosa Gald¨®s a lo largo de su carrera que crear personajes en todas las situaciones y escalas de la vida. Retratar un mapa social callejeando sin descanso. Bien en palacios y casonas o en vertederos habitados por sus desheredados, no dej¨® de plasmar la carne y la sangre de su mundo. Tambi¨¦n el esp¨ªritu y para eso recurr¨ªa obsesivamente al Quijote, transmut¨¢ndolo y travisti¨¦ndolo a menudo en mujer, como ocurre con Isadora Rufete, en La desheredada, o con Nina en Misericordia. Alonsos Quijanos y Sanchos femeninos, aparte de otros descendientes masculinos extra¨ªdos de la gen¨¦tica cervantina, como tambi¨¦n lo son el cura Nazar¨ªn ¨Cdigno precedente de la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n o los curas rojos del final del franquismo y la Transici¨®n- o el don Lope de Tristana.
Es algo que ha analizado Mar¨ªa Zambrano como muy pocos desde el aliento filos¨®fico. En La Espa?a de Gald¨®s (Alianza) su visi¨®n de la presencia del Quijote en las p¨¢ginas galdosianas es tan sugerente como certera. La autora equipara la propia suerte de su pa¨ªs a la esencia quijotesca, como si su propia historia respondiera m¨¢s a las reglas de la ficci¨®n que a la pura realidad: ¡°Su suerte, ?cu¨¢l? ?No ser¨¢ esta de pertenecer a un mundo en que la historia se ha convertido en novela? Como si ella, Espa?a, hubiera corrido la suerte de Don Quijote y la historia se le hubiera convertido en novela. El mundo de Gald¨®s es consecuencia de que Don Quijote no haya podido ser otra cosa en el mundo ¨Cen la historia- que personaje de novela¡±.
Y as¨ª es, como ella dice, viene a suceder en nuestro pa¨ªs algo extra?o: que la noveler¨ªa misma tenga siempre car¨¢cter quijotesco y la irrealidad tambi¨¦n. Eso explica cada semana que cada vez que leemos un peri¨®dico sufrimos un s¨ªndrome constante que no sabe distinguir la perpetua confusi¨®n entre realidad y ficci¨®n. Cervantes y Gald¨®s son c¨®mplices en esto a la hora de trazar sus historias. Y as¨ª es como han trascendido al mundo como cl¨¢sicos estudiados y le¨ªdos. Ambos conforman una mirada abierta fuera de sus fronteras, que repel¨ªa el ombliguismo ib¨¦rico: Cervantes imbuido del esp¨ªritu humanista europeo de su tiempo explic¨® como nadie su realidad nacional. Gald¨®s, fij¨¢ndose en las corrientes coet¨¢neas universales moderniz¨® la manera de contar historias en Espa?a con un influjo que aun, en el presente, cuesta superar.
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