Tensa calma en la ola de la pandemia
En el equipo del Servicio de Urgencia M¨¦dica (SUMMA) no hay h¨¦roes, son hombres y mujeres que luchan cada jornada para mantener viva a la poblaci¨®n

Las calles que rodean la sede de la UVI 8 en el barrio de Las ?guilas de Madrid permanecen silenciosas y grises bajo un denso manto de nubes. En la penumbra se divisa una luz azulada, es la ambulancia con la puerta abierta donde el equipo del Servicio de Urgencia M¨¦dica de la Comunidad de Madrid (Summa) hace el cambio de guardia. Mariano Bartolom¨¦, m¨¦dico, Marta de la Torre, enfermera, H¨¦ctor Mart¨ªnez y Francisco Miguel P¨¦rez, t¨¦cnicos de emergencias, y Joana Ugalde, m¨¦dico residente, revisan todo el equipamiento m¨¦dico del veh¨ªculo al comenzar su jornada laboral.
¡°El d¨ªa comienza con el cambio de guardia, nos contamos las incidencias relevantes de la jornada anterior, luego revisamos el material para tener todo a punto, e intentamos, si podemos, desayunar¡±, relata Bartolom¨¦. Han tenido suerte y ese d¨ªa no hay ning¨²n aviso a primera hora. Vestidos con su uniforme azul y amarillo caminan hasta la cafeter¨ªa Beatriz, un local situado a unos 150 metros de su base.
Las dos mesas que han ocupado se llenan de caf¨¦s, cola caos, barras de pan con tomate y cruasanes. Pero lo que m¨¢s llama la atenci¨®n es el walkie talkie, siempre visible y encendido para poder recibir los avisos.
¡°A partir de ah¨ª, las tareas habituales que tenemos son ense?ar al m¨¦dico residente, revisar caducidades (del material sanitario), y esperar que nos llamen¡±, a?ade Bartolom¨¦.

¡°?UVI 8! ?UVI 8!¡± ruge la radio. Son las 10.45 y llega el primer aviso. R¨¢pidamente todo el equipo sube a la ambulancia. P¨¦rez arranca y acelera por las calles del sur de Madrid. La sirena va abriendo camino. Los coches se echan a un lado y los sem¨¢foros parecen no existir. En pocos minutos llegan a la direcci¨®n que les dieron desde la centralita. Una mujer de 90 a?os tiene problemas para respirar. Bartolom¨¦ y Ugalde son los primeros en subir al domicilio. Una vecina en bata y zapatillas les indica que fueron los del piso de enfrente quienes llamaron al 112. Bartolom¨¦ se viste con el equipo de protecci¨®n individual (EPI) ante un posible caso de covid-19 y entra para inspeccionar a la mujer que est¨¢ sola en su casa. Al poco descarta que tenga coronavirus. Llaman a sus familiares y, despu¨¦s de realizarle diversas pruebas, constata que no es nada grave. Aun as¨ª Bartolom¨¦ permanece a su lado, le estrecha la mano y la tranquiliza.
Una vez fuera del domicilio el regreso a la base, a no ser que haya otro aviso, es mucho m¨¢s tranquilo. La ambulancia respeta las se?ales y se mimetiza con el tr¨¢fico como un veh¨ªculo m¨¢s.
¡°Por ahora, la segunda ola de covid-19 no tiene nada que ver con la primera. Hay m¨¢s normalidad. De media podemos encontrarnos con un caso por guardia¡±, asegura el m¨¦dico. ¡°Hay much¨ªsimos menos casos que antes¡±, sentencia.
Las guardias son de 24 horas, de nueve de la noche a nueve de la ma?ana. Despu¨¦s libran cinco d¨ªas y vuelta a empezar. En verano tienen menos d¨ªas libres, tres.
La ma?ana transcurre tranquila y a las 13 horas paran para comer. En cualquier momento pueden llamarles de nuevo.
En el comedor, la conversaci¨®n es animada mientras la televisi¨®n suena de fondo. Pero la escena solo dura 20 minutos. Del walkie talkie llega un nuevo nombre, una nueva direcci¨®n a la que acudir sin tiempo que perder.
Isabel, de 79 a?os, tambi¨¦n manifiesta problemas para respirar. Se repite el ritual para protegerse de un posible caso de covid-19. En esta ocasi¨®n, adem¨¢s de Bartolom¨¦, Ugalde tambi¨¦n se enfunda el EPI. El hijo de la afectada est¨¢ con ella en la casa y proporciona toda la informaci¨®n y los papeles que le pide el equipo m¨¦dico.
Descartado que sea un caso de coronavirus y atendida Isabel, el equipo sale del domicilio. Mientras la enfermera y los t¨¦cnicos de emergencias recogen todo el material, Bartolom¨¦ y Ugalde escriben el informe de la intervenci¨®n sentados en un hueco de la escalera.

Lejos del lenguaje belicista y los grandes discursos relacionados con la pandemia, Bartolom¨¦, un m¨¦dico con muchos a?os de experiencia como jefe de urgencias en el hospital 12 de Octubre primero, y como m¨¦dico en el Summa despu¨¦s, explica su trabajo: ¡°Nuestra labor principal es atender las emergencias. El lenguaje belicista que presenta la pandemia como una guerra que hay que vencer es muy gr¨¢fico para los medios, pero es la misma guerra que tenemos con los infartos, con los ictus y con los accidentes de tr¨¢fico, lo que pasa es que no son tan medi¨¢ticos. A m¨ª no me gust¨® que fu¨¦semos los h¨¦roes de la primera ola. No soy m¨¢s h¨¦roe ahora que antes. No soy mejor por tener un mont¨®n de casos de la pandemia. Yo voy a los mismos avisos. Ahora son covid-19, pero antes eran infartos¡±.
Despu¨¦s de una breve pausa en la base, la UVI 8 vuelve a salir. Son las 15.25 y Rosa, de 94 a?os, necesita atenci¨®n urgente. En esta ocasi¨®n la paciente no presenta s¨ªntomas compatibles con covid-19, por lo que el equipo m¨¦dico no usa EPI. Aparentemente, Rosa no tiene nada grave. Debe hacerse unas radiograf¨ªas en el centro de especialidades de su barrio, pero no precisa ser trasladada al hospital.
De vuelta en la base, Mart¨ªnez y P¨¦rez, los t¨¦cnicos de emergencias, aprovechan para descansar. En pocos minutos duermen profundamente. Eso s¨ª, con el walkie talkie encendido sobre la mesilla. Poco despu¨¦s, De la Torre, la enfermera, cae rendida tambi¨¦n. Son las 17.00.
A las 18.00 tienen otro aviso. Mar¨ªa Paz, de tan solo 29 a?os, presenta s¨ªntomas de haber tenido un s¨ªncope. La UVI 8 llega ya de noche hasta su portal. La familia preocupada espera con la puerta abierta.
Despu¨¦s de hacerle varias pruebas y de administrarle suero, Bartolom¨¦ decide trasladarla al hospital. Les asignan el 12 de Octubre. Una vez que Mar¨ªa Paz queda en manos del servicio de urgencias, Bartolom¨¦ comienza a escribir su informe. Lo terminar¨¢ ya en la base, sentado dentro de la UVI, iluminado por una luz azulada y rodeado de oscuridad. Son las 20 horas y a¨²n queda toda la noche hasta el cambio de guardia. ¡°Creo que nos encontramos en una situaci¨®n de calma tensa con la pandemia. Ojal¨¢ me equivoque, pero creo que esto va a ir a m¨¢s. No es nada cient¨ªfico, solo una sensaci¨®n de que esto alg¨²n d¨ªa va a explotar¡±, aventura Bartolom¨¦.
Galer¨ªa fotogr¨¢fica: as¨ª es un d¨ªa de trabajo en una UVI m¨®vil del SUMMA

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